Por Javier Valero
De un de repente, diría más de una anciana, se vinieron sobre la sociedad de la capital del estado y gobierno diversas manifestaciones, con un factor común: el del reclamo a la autoridad estatal, además de las federales y municipales. El análisis superficial –y el interesado– encontrará en todas ellas la motivación electoral. No hay elementos para llegar a tal conclusión, salvo el que se quisiera atenuar la opinión crítica sobre la administración estatal.
Vano intento.
No porque no incida sobre el conjunto total de la opinión pública, sino porque lo sucedido en días recientes, a raíz de la marcha de las madres de víctimas –desaparecidas y/o asesinadas– y de las movilizaciones de El Barzón (en sus dos vertientes, el dirigido por Martín Solís, Gabino Gómez y Lucha Castro, y el dirigido por Roberto Cázares, que no son la misma organización), así como de Agrodinámica Nacional (que no llegaron a Chihuahua, ni ésta, ni Cázares), es un reflejo de lo vivido y sufrido por una parte de la sociedad. No es el resultado de la “maquinación” de un grupo para “desestabilizar” al gobierno estatal.
Sorprende el cambio de postura del gobernador César Duarte en el tratamiento a las organizaciones promotoras de las movilizaciones, de sus posturas y del modo en que recibió las críticas, algunas de ellas no tan de buenas maneras.
Por supuesto que las posturas de quienes exigen justicia, en cualquiera de sus modalidades, de acuerdo a los problemas planteados, dependen en grado sumo del nivel organizativo de sus agrupaciones.
La marcha de las “mamás” obedeció a su intensa indignación, dolor e impotencia, y a la tremenda insensibilidad de quienes están obligados a otorgar una pronta, sensible y oportuna atención a tales personas, especialmente en los casos ocurridos en el antiguo Paso del Norte.
Debido, tanto a los pavorosos antecedentes de esta frontera, como a la enorme desarticulación social y familiar de quienes habitan en Juárez, muchos de ellos procedentes de otras latitudes o que constituyen la primera generación después de aquellos y que sufren, por tanto, la desarticulación de sus familias paternas y maternas, que les podrían proporcionar de mejor manera la especie de “colchón” social que poseen quienes no son migrantes. Después de varios desencuentros en fechas, lugares y horas de la entrevista entre el gobernador y las manifestantes, esta se celebró, no en las mejores condiciones que permitieran el intercambio entre los padres y el mandatario.
No iba a ser un encuentro cómodo para la autoridad. La postura de Duarte así lo reflejó, no así la del alcalde Héctor Murguía. Deberá acostumbrarse a recibir a ciudadanos sin el “perfil” cómodo de las muy cuidadas “audiencias públicas”.
También para ese tipo de encuentros se necesita preparación de los gobernantes. La sociedad chihuahuense atravesó –y en muchos aspectos aún se encuentra sometida– a momentos verdaderamente difíciles, los mismos que requieren de los gobernantes mucha paciencia para escuchar, incluso, los reclamos fuera de tono (aunque no a todos nos guste) de los chihuahuenses víctimas de alguna circunstancia lacerante.
Quizá por eso, y seguramente porque El Barzón celebró una buena movilización con la presencia de su dirigente nacional, Alfonso Ramírez Cuéllar, y del obispo de Saltillo, Raúl Vera, entre otros dirigentes, motivados principalmente por el poco –para ellos– avance de las investigaciones del asesinato de Ismael Solorio, la respuesta del gobernador fue inmediata.
Ojalá que también las soluciones, tanto para los que “desquiciaron” el centro de la ciudad de Chihuahua, como las familiares de las víctimas en Juárez, se presenten, además de las entrevistas sostenidas con los gobernantes. Los problemas planteados por las organizaciones son realmente existentes y reclaman el concurso, no sólo de la máxima autoridad sino, fundamentalmente, de los mandos inferiores, pues debido a eso decidieron recurrir a la atención personalizada del gobernante. No obstante la reunión sostenida el martes, de la que se desprendía, según la última información oficial, la instalación de mesas de diálogo, la movilización continuaba hasta ayer.
Finalmente, a pesar de las críticas interesadas, la filiación política-electoral de las diligencias, es muy diversa y cuesta mucho trabajo aceptar que las manifestaciones de los últimos días tengan ese interés. Ni las “mamás” andan en busca de votos, ni los barzonistas se alinean con López Obrador y su Morena –la que resolvió no participar en el próximo proceso electoral– ni tampoco con el PRD del cual se alejan cada vez más…
Tanto, que el extinto dirigente Solorio apoyó la candidatura de César Duarte a la gubernatura de Chihuahua.
Fuente: El Diario