Por Servando Pineda Jaimes*
La tan mencionada Reforma Electoral se ha convertido en una auténtica “moneda de cambio” para los partidos políticos y esto no deja de ser una mala noticia para la democracia mexicana; que elecciones van, elecciones vienen y no se logra fijar las reglas de juego definitivas, que más o menos den estabilidad a nuestro régimen político.
Actualmente se encuentra en medio de dos fuegos, y ello muy seguramente nos llevará a terminar en un auténtico gatopardismo, donde todo cambiará para seguir igual.
La misma se encuentra bajo los intereses de los diferentes partidos políticos, pero en especial los de Acción Nacional, que la ha condicionado para dar su voto a favor de la Reforma Energética, que es la que en verdad interesa al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. De acuerdo con don Gustavo Madero, líder nacional del PAN, no habrá Reforma Energética, si antes no se aprueba la Electoral. Es decir, una por otra.
El problema que tenemos en puerta es que como condición sine qua non del panismo, para sacar adelante la Reforma Energética del presidente Peña Nieto, está la desaparición del actual Instituto Federal Electoral (IFE) y así dar paso al llamado Instituto Nacional Electoral (INE), un organismo que de acuerdo a la propuesta blanquiazul vendría, a sustituir a todos los institutos electorales de los estados con sus respectivos tribunales, para que de esta manera haya un solo órgano que organice y califique todas las elecciones en el país, propuesta ésta, contenida en el célebre Pacto por México.
Para lograr su cometido, los partidos políticos tienen acéfalo al actual IFE, al que le faltan cinco consejeros, que recién terminaron funciones.
Importándoles poco los tiempos y las formas que marcan nuestras leyes, los partidos mantienen entrampado este proceso, porque seguramente esperan el rumbo que tomará la negociación del hipotético Instituto Nacional Electoral. Malas noticias sin duda, pues lo que tendremos en puerta es que nuevamente los partidos políticos se disputarán los nombramientos de los futuros consejeros electorales o como decidan llamarles, bajo el criterio de cuotas partidistas. Tantos consejeros para el PRI, tantos para el PAN y otros cuantos para el PRD, y párele de contar, porque en este tipo de arreglos la “chiquillada” no cuenta. Así de simple. Si no fuera así, ya hubieran nombrado desde hace tiempo a los consejeros que hoy faltan. Entonces, si el nuevo INE se elegirá bajo los mismos criterios que el actual órgano electoral, ¿cuál es el sentido de cambiar?
Los argumentos son varios, pero a mi juicio, sin sustento o poco documentados. Se habla de que con la medida se ahorrarán millones de pesos. Si se ve nada más el gasto operativo puede ser que sí, pero si le suma usted que al haber un nuevo organismo electoral se tendrá que rehacer toda la actual papelería y los instrumentos que se utilizan para el desarrollo de las elecciones, la cosa entonces comienza a cambiar. Por ejemplo a la papelería, habría que sumar la elaboración de un nuevo padrón electoral, depurar el actual y lo más costoso, contar con nuevas credenciales de elector que en nuestro país son carísimas. ¿O a poco el INE organizaría elecciones con credenciales del IFE? A esto agregue usted que el INE no sólo se encargaría de los comicios federales, sino también de los locales y municipales e incluso a aquellos que se realizan bajo el régimen de usos y costumbres.
En materia legislativa, habría que adecuar todas las leyes electorales al nuevo ordenamiento nacional que alineara a los estados con el naciente INE, y con todos los gastos que ello significa. Ya ni qué decir lo que costaría liquidar a todo el personal de los institutos estatales del país y a sus respectivos tribunales. Entonces, ¿cuál ahorro?
Otro argumento es que le quieren quitar el control y las “metidas de mano” que hacen los gobernadores en los procesos electorales locales. Muy bien, pero ¿cómo lo evitarán? No nos lo dicen. ¿O lo que buscan es quitarles esa facultad metaconstitucional que se han arrogado los gobernadores para pasarla al presidente? ¿O a los partidos? Es decir, quitarnos a unos para seguir a otros. En cambio, no hablan de ciudadanizar estos procesos, que eso sí sería un avance, a mi juicio.
Tan queda claro que se trata más de un capricho de los partidos, que ya de entrada la propuesta enfrenta una muy comprensible rebelión de algunos gobernadores encabezados por el del Estado de México, don Eruviel Ávila, que no es un gobernador cualquiera, sino que forma parte de la corte presidencial de Enrique Peña Nieto. Más aún a esta asonada se han sumado ya 17 Congresos de los estados que rechazan la idea del INE, indicador claro que esta propuesta no fue suficiente consensuada con los principales actores políticos.
Ante esta situación, la propuesta inicial comienza a “hacer agua” entre sus impulsores, y ya existen voces donde se busca tener un esquema en el cual no desaparezcan los institutos electorales estatales y se tenga un mecanismo tal que se puedan elegir desde el centro del país a los consejeros de los estados.
Nuevamente: ¿hacer una reforma sólo para quitar poder a los gobernadores? Esto es, a la Reforma Electoral ya comienzan a ponerle parches aún antes de que se discuta.
Y es que, cierto es que los institutos estatales electorales no son lo mejor que tenemos, y en especial el de Chihuahua, que ha dejado mucho que desear en materia de organización de elecciones, pero de eso a que por un capricho de los partidos políticos se plantee su desaparición, es otra cosa. En ese sentido, bien haría el consejero presidente don Fernando Herrera -quien ha iniciado una cruzada en defensa de los institutos y de rechazo al INE-, en no confundirse y pensar que los apoyos que recibe su propuesta se deben a las bondades del organismo que preside, sino simplemente se le apoya, porque hasta el momento no quedan claras las bondades de la propuesta encabezada por Acción Nacional y no porque sean un dechado de virtudes los organismos electorales estatales del país, como afirma Herrera. Se equivocaría de fea manera don Fernando si lo viera así.
Finalmente, si la decisión de desaparecer el IFE se concreta y en verdad quieren los partidos políticos tener una auténtica Reforma Electoral, entonces estaría bien plantear en estos momentos que se incluyan figuras de las democracia participativa en todo el país, como el plebiscito, el referéndum, la iniciativa popular, los presupuestos participativos, los cabildos abiertos y sin duda uno de los más importantes: la revocación del mandato, arma letal para evitar que nuestros legisladores o gobernantes traicionen la voluntad del pueblo, o cuando lo hagan, puedan ser revocados. Entonces sí, estarían transformando verdaderamente nuestra vida política, y no sólo cambiando de nombre a un organismo para seguir con los mismos vicios de siempre.
Ojalá y esta vez los partidos no nos salgan otra vez con alguna “chambonada electoral”, donde nos anuncian que todo cambia pero para seguir igual. Porque como están las cosas en este momento, cualquier acuerdo para el PRI a cambio de la Reforma Energética, bien vale la pena correr cualquier riesgo.
* Servando Pineda Jaimes. Sociólogo e integrante del equipo de Hilo Directo