La “pejefobia”, el estigma de la intolerancia y el clasismo

0

En esta coyuntura electoral, los ataques al candidato presidencial de Juntos Haremos Historia y sus simpatizantes se intensificaron en los medios, en particular en las redes sociales. Los detractores de López Obrador son calificados de pejezombies, borregada, lambiscones, gatos que no se informan, ignorantes, fanáticos, chairos, una muestra de la discriminación que priva en el país. A principios de este mes, alumnos de la FES Acatlán publicaron el opúsculo Amlofobia. Manifiesto contra la intolerancia, en el que analizan las raíces de la personalidad autoritaria del mexicano.

Por Areli Villalobos/ Proceso

El 30 de mayo en las redes sociales se difundió un video de 2:17 minutos titulado “La chaira arrepentida”. Se inicia con una secuencia de imágenes proyectadas en un televisor antiguo en el cual se observa al candidato Andrés Manuel López Obrador en blanco y negro.

Luego aparece un par de figurillas en forma de hongos, pulseras sobre un mantel tejido a mano, botellas de cervezas vacías y hasta una estampilla adherida en la pared con la imagen del candidato de la coalición Juntos Haremos Historia adornada con corazones rosas.

A cuadro, una joven morena de cabello largo y suelto, que evoca al movimiento hippie, comenta que era fiel simpatizante de López Obrador, pero decidió que el 1 de julio votará por José Antonio Meade.

“Soy una chaira desde que tengo memoria, con ideas subversivas y la mecha supercorta –expone la adolescente, mientras se escucha música tropical–. Sé que dirán que me siento itamita –en alusión a los estudiantes o egresados del Instituto Tecnológico Autónomo de México–, que la mafia me hizo neoporfirista… pero entre más me pongo a investigarlo, es más difícil pensar como chairo; todos juntos seremos testigos de cuando gane el que tiene vitiligo.”

Expertos en psicología social y derechos humanos consultados por Proceso aseguran que ese video es parte de un fenómeno social que denominan “Pejefobia” o “Amlofobia”.

Hernán Gómez Bruera, investigador del Instituto José María Luis Mora, fue el primero en acuñar el término en su artículo “La pejefobia” del 9 de marzo en El Universal. Para el experto en derechos humanos y discriminación, lo que a simple vista parece un caudal de discursos discriminatorios en realidad es parte de una serie de críticas que “nacen desde el prejuicio” y se dirigen contra el tabasqueño y sus simpatizantes.

Los mensajes, además de ser discursivamente violentos, comenta a Proceso, se caracterizan por mostrar rechazo no tanto a sus propuestas de campaña sino al origen social del candidato y sus simpatizantes, por su tono de piel, su forma pausada de hablar y su acento costeño, o simplemente por calificarlo de manera simplista como “naco”.

“Hay un desprecio de una parte importante de la élite, la clase media y sectores que se identifican con el pensamiento de esas élites. Es un desprecio, un fenómeno cuyo trasfondo refleja síntomas de clasismo y racismo aún presentes en la sociedad mexicana”, puntualiza Gómez Bruera.

Su colega Manuel González Navarro, doctor en psicología social de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, comenta que este tipo de “mensajes de odio” es producto de la “herencia de Andrés Manuel”, de la memoria colectiva que lleva consigo el candidato presidencial.

“Sin duda las expresiones de odio que suscita López Obrador son por elementos como su lenguaje o por su color de piel; el tono de piel sigue teniendo un significado muy importante en este país”, dice.

El propósito es presentar a López Obrador como “una persona iletrada, de bajo nivel cultural, que recorta las palabras, como un personaje no internacional. En el fondo, es una mirada del sistema político y de la propia cultura de que los mexicanos somos discriminados y discriminadores. Este fenómeno es histórico, es de orden cultural”.

“Las palabras importan, más en un contexto donde el racismo y el clasismo están en todos lados”, comenta Gómez Bruera. Y eso se refleja en las estadísticas del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

En su Encuesta Nacional sobre Discriminación en México 2016, la más reciente, las condiciones más identificadas por la población que se ha sentido discriminada son precisamente “no tener dinero, la apariencia física, la edad y el sexo”.

Y en su Informe Anual de Resultados 2016, el Conapred enumera 134 quejas por presuntos actos de discriminación causados por la apariencia física, así como 10 por origen étnico, 14 por condición social, nueve por color de piel y uno por lengua.

Los resortes del odio 

A principios de mes comenzó a circular un trabado académico de 86 páginas titulado Amlofobia. Manifiesto contra la intolerancia, un primer esfuerzo para conceptualizar la violencia social realizado por estudiantes de comunicación de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán.

Bajo la coordinación del profesor Jaime Pérez Dávila, los alumnos entrevistaron a personas que de manera abierta rechazan al candidato de Morena. En las respuestas se observan las descalificaciones e insultos a López Obrador y sus seguidores. Los mensajes en contra no incorporan elementos de constatación ni ofrecen espacio a la réplica, pues el propósito de los detractores del tabasqueño es mostrar el tono violento de su discurso.

Según los autores del Manifiesto contra la intolerancia, son tres las principales razones de “desprecio” a AMLO: “Sus atributos personales están al margen del buen trato y de maneras y límites de una persona educada y civilizada; es un político como todos los demás, y sus propuestas y políticas son populistas”.

Por lo que atañe a sus simpatizantes, el opúsculo, en el cual participaron también los profesores Héctor Torres Lima y Jorge Pérez Gómez, menciona algunos de los calificativos que les aplican para denostarlos: pejezombies, borregada, lambiscones, gatos que no se informan, ignorantes, fanáticos, chairos.

“La intolerancia es el estigma que marca las conversaciones políticas. No es propia de la ignorancia política o de una ciudadanía infante. Es el producto de la sociedad autoritaria que no reconoce la diferencia y la distinción…

“Este manifiesto contra la intolerancia analiza y descubre las raíces de la personalidad autoritaria del mexicano”, comentan los autores del análisis.

Gómez Bruera insiste: si bien ese tipo de mensajes discriminatorios abundan sobre todo en las redes sociales, no puede afirmase que sean discursos de odio, pues no existe un llamado abierto a violentar a los simpatizantes de López Obrador o a él mismo.

Sin embargo, reconoce que hay casos “aislados” que rebasan las expresiones de discriminación e incluso provocan violencia física. Y cita el retuit de un meme que envió el 6 de mayo el periodista Ricardo Alemán: “A John Lennon lo mató un fan, a Versace lo mató un fan, a Selena la mató un fan, a ver a qué hora, chairos”. Y agregó: “Les hablan!!!”

Otro más fue la reacción de un aficionado que en el Mundial de Rusia 2018 atacó a un hombre en silla de ruedas por usar una máscara de AMLO.

“Este desprecio que vemos es hacia Andrés Manuel y a lo que representa. No es que toda crítica a AMLO sea producto de la pejefobia. Se vale criticarlo, pero debe hacerse desde la razón y no desde el prejuicio, que es lo que se ve en mayor grado. Hablar de un discurso de odio tendría que ser un fenómeno más generalizado.”

Según el investigador, existe una línea “delicada” entre lo que se dice y la representación violenta de estos mensajes, por lo que pide a las autoridades mantenerse “vigilantes”.

Violencia formal 

Jesús Rodríguez Zepeda, asesor del Conapred, destaca el papel de los mensajes violentos en este proceso electoral.

El también académico de la UAM-Iztapalapa destaca que el país carece de un modelo legal que haga una distinción jurídica entre un discurso de odio y un acto discriminatorio y las sanciones que se deben aplicar según sea el caso.

Con este marco jurídico, añade, no es posible hablar de grupos políticos como grupos discriminados, aunque admite que los discursos contra AMLO se trasladaron a la esfera “formal” que representan los medios de comunicación y las campañas políticas. Son evidentes en los mensajes de la coalición PRI-Panal-PVEM al trasladar el estereotipo de la incompetencia de Andrés Manuel por edad, así como a usar calificativos como los del video de “La chaira arrepentida”.

Desde el 8 de septiembre de 2017, cuando se inició oficialmente el proceso electoral de 2018, el Conapred difundió la guía “Elecciones sin discriminación, participar y votar en igualdad”, que elaboró en coadyuvancia con el Instituto Nacional Electoral.

El 20 de abril presentó un “Decálogo para una agenda electoral incluyente”, en el que la presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred, Mariclaire Acosta, destacó los “principales pendientes en materia de inclusión” y los elementos que de manera obligatoria deben contener todos los programas y propuestas de gobierno.

El papel orientador y de prevención del Conapred, dice Rodríguez Zepeda, debe ser “más evidente porque cuenta con los recursos económicos, con campañas destinadas para este fin”.

Hace hincapié en que la institución se encuentra en una “posición delicada”, pues sus intentos por defender el derecho a la libertad de expresión y la discriminación no ha sido favorables.

“Hay que recordar que cuando las instituciones han tratado de entrar a este terreno, el resultado ha sido bastante malo; no hemos tenido socialmente una buena opinión de este tipo de intervenciones; de hecho, más que una crítica por inacción, la mayor crítica resulta de su intervención o cuando (se muestra) como policía del lenguaje o policía del discurso.”

“La experiencia nos muestra que la expresión descontrolada es tan dañina como el control gubernamental del discurso. Hay que ir con tiento en estos casos, porque tenemos un verdadero conflicto de derechos cuando hablamos de estos dos temas, pero ello no quiere decir que no haya criterios. Una expresión violenta, cuando proviene de un personaje con autoridad es mucho más grave y requiere más la atención de la autoridad que la expresión de los ciudadanos de a pie. Ese tipo de criterio tiene que estar presente en la acción de las instituciones. Si un gobernador o una persona con representación política lanza discursos de odio se requiere la intervención directa de la autoridad”, comenta el asesor del Conapred.

Este reportaje se publicó el 24 de junio en la edición 2173 de la revista Proceso.

Comments are closed.