En Uruguay, Argentina, Chile, Brasil, México y Colombia se han ido adoptando distintas políticas y medidas para despenalizar el uso de la mariguana, pero en el fondo son intentos de “normalización controlada”, no de legalización ni despenalización plena, porque a los consumidoresw se les sigue viendo como “enfermos”
Por Jenaro Villamil
Montevideo— “El ser humano siempre ha buscado estados alterados de la conciencia porque es un aventurero que camina por la tierra y por el espíritu”, sentencia Daniel Vidart, antropólogo uruguayo, escritor inagotable (su obra consta de más de 40 títulos) y quien a los 94 años publicó el resultado de una investigación de nueve meses, Marihuana, la flor del cáñamo. Un alegato contra el poder, clave en la discusión reciente sobre la despenalización de la cannabis en su país y en otros de Sudamérica.
Esa obra forma parte también de una nueva oleada de discusiones y políticas públicas que recorre el continente desde 2011. En Uruguay, Argentina, Chile, Brasil, México y Colombia se han ido adoptando distintas políticas y medidas para despenalizar el uso de la mariguana, sea para uso medicinal o recreativo, investigaciones científicas o uso industrial.
Vidart advierte en entrevista que esta nueva oleada constituye “los distintos retornos del hijo pródigo”, porque a lo largo de la historia “la cannabis padeció prohibiciones y restricciones en distintos tiempos y lugares, pero todas ellas fueron de carácter local y temporal. Siempre regresó. Y lo siguió haciendo, subrepticiamente, desafiando a la DEA y su caza de brujas en Estados Unidos y en el mundo”.
La etapa de prohibición contemporánea surgió de la Marihuana Tax Act (Ley de Tasación de la Mariguana), promulgada en 1937 por el entonces presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt; pero “su demonización siguió demostrando que existía un encarnizado infundio en los avisos y prevenciones que los medios masivos sembraron en la credulidad popular”, señala Vidart.
“La mariguana, pese a sus serviciales avisos, no pudo sacarse el sambenito que la mostraba como el enemigo público por excelencia”, destaca Vidart y subraya que ahora se vive una tendencia contraria, aunque no exenta de intentos de control de los usuarios, como argumenta en la misma entrevista Alicia Castilla, esposa de Vidart y promotora de la total despenalización del consumo de la planta.
Para Castilla, lo que está sucediendo en países como Uruguay, Chile o Colombia son intentos de “normalización controlada”, no de legalización ni despenalización plena, porque aún intentan mantener un registro de los usuarios, a quienes se les sigue viendo como “enfermos” que deben ser curados.
En Estados Unidos hay más de 23 entidades federativas que permiten el uso de la mariguana para fines terapéuticos. En Uruguay se adoptó un modelo de registro y control de los consumidores. En Chile comenzó la discusión sobre la despenalización para uso medicinal y Colombia dio un paso adelante frente a la discusión en México, al aprobarse el lunes 21 un decreto del presidente Juan Manuel Santos que reglamenta la tenencia, producción, distribución y exportación de semillas y plantas de cannabis y sustancias derivadas, como aceites, pastillas, jarabes, cremas y extractos.
UN CASO EMBLEMÁTICO
El 31 de enero de 2011 Alicia Castilla, pionera del movimiento cannábico en Argentina y actual pareja de Vidart, fue detenida en Uruguay por cultivar 29 plantas de mariguana y tener 24 gramos de la sustancia. Los policías allanaron su casa y la acusaron de posesión ilegal de sustancias prohibidas.
Entonces, a sus 66 años, Alicia Castilla se transformó en un caso emblemático en medio de la discusión que había en Uruguay sobre la despenalización de la mariguana. En la cárcel fue aplaudida por las otras detenidas que la llamaron “la abuela de las plantas”.
En un país donde son escasos los escándalos policiacos, el caso de Castilla estuvo en boca de prácticamente todos los uruguayos y aceleró el proceso de aprobación de una nueva ley para regularizar el uso de la mariguana, que entró en vigor en 2013.
Open Society, organización del multimillonario George Soros, apoyó con 12 mil dólares la defensa de Castilla y en mayo de 2011 ella salió de la cárcel; pero lejos de convertirse en una promotora del modelo uruguayo de despenalización, lo criticó severamente por ser uno de control de los usuarios y porque persiste la visión de que el Estado va a “curar” a los “enfermos consumidores”.
“Tantos años de demonización contra la mariguana… es difícil cambiar de repente”, admite Castilla, a cuatro años de aquellos hechos. Sin embargo, agrega, “la mayoría de los políticos aún están regidos por la concepción de Napoleón contra el hachís”. El general francés, en su campaña en Egipto, prohibió en 1800 el uso “de una bebida que los musulmanes hacen con el hachís y asimismo inhala el humo de las semillas del hachís”.
“Aquí en Uruguay no se ha legalizado nada. Te vas preso como cualquiera si cultivas la mariguana. Es una regularización del consumo”, subraya.
Castilla es una mujer informada, que mantiene contacto con las demás organizaciones de América Latina y España dedicadas a la liberalización del uso, consumo y cultivo de la mariguana.
Ahora en Chile, afirma, se da un nuevo intento de “normalización controlada” al permitir la elaboración de medicamentos derivados de la planta y un consumo máximo de dos gramos por persona. Lo mismo sucede en México, con la reciente decisión de la Suprema Corte de Justicia de autorizar el autocultivo para cuatro promotores de un amparo.
“De repente al sistema capitalista le interesó este tema. En 2011 vi un documental que hablaba de una nueva forma de cultivo de la mariguana y que se podía volver un commodity. En Wall Street analizaron que la cannabis es el cultivo que en un período más corto de tiempo produce más réditos.
“En Wall Street llegaron a una conclusión: ‘Es un gran negocio, pero necesitamos que se legalice’. Esto fue en 2011.
“¿Por qué los políticos promotores de la legalización no lo hicieron cuando fueron presidentes, como Fernando Enrique Cardoso o Ernesto Zedillo?”, se pregunta. “Me parece que este nuevo movimiento a favor de la mariguana viene de arriba para abajo, pero no pensé que esto fuera algo que interesara al gran capital. Podrá ser para los remedios (uso medicinal), pero tenían que sacarse de encima a los usuarios incómodos, entonces decidieron limitarla a 40 gramos.
EL EXPERIMENTO URUGUAYO
Con el apoyo de Open Society, Uruguay se volvió una especie de “laboratorio” para la despenalización de la mariguana en América Latina.
Las mismas organizaciones de Soros apoyaron financieramente a la Drug Policy Alliance, que impulsó la despenalización en Colorado y Washington. En Uruguay apoyaron a la coalición Regulación Responsable.
En 2013 se aprobaron cambios legales tendientes “al control y regulación del cannabis psicoactivo y sus derivados, así como aquellas que buscan educar, concientizar y prevenir a la sociedad de los riesgos para la salud del uso del cannabis”.
Se aprobó la creación de un Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCC) que es el responsable de regular “la plantación, cultivo, cosecha, producción, elaboración, acopio, distribución y dispensación” de la planta.
Se autorizó en una primera fase el cultivo doméstico que “no supere las seis plantas de cannabis psicoactivo hembras por cada casa-habitación” y la producción no puede superar los 480 gramos anuales, es decir, 40 gramos mensuales.
La segunda fase es la constitución de clubes de membresía que deberán contar con entre 15 y 45 socios. En estos clubes la producción está limitada a 99 plantas y no debe superar los 480 gramos anuales por socio.
Tanto los cultivadores como los miembros de los clubes deben registrarse ante el IRCC, con sus huellas digitales. Según la ley, la identidad de los integrantes está protegida por la Ley de Protección de Datos Personales 18331, pero la mayoría de los usuarios se sienten a disgusto con este registro, punto central de la crítica de personajes como Alicia Castilla.
La tercera fase se prevé para junio de 2016, que es la venta en farmacias de una especie de “clones” de cannabis producida por dos empresas que acaban de ganar la licitación: Simbiosis e Icccorp. Se iniciará con la venta en sólo 50 a 100 farmacias. Se proveerán 10 gramos por semana o 40 gramos por mes.
El modelo uruguayo prohíbe la venta a terceros o el lucro de la cannabis, pero hay innumerables huecos y zonas oscuras en la ley.
—¿Por qué no se ha pasado a la tercera fase, la de la venta en farmacias?, le pregunto a Castilla.
—Primero porque pretenden que sea una producción en línea. Hace unos días estuvo aquí quien ganó la licitación para cultivar para el Estado. Ganó la licitación, pero todavía no sabe nada. No ha firmado nada. Todo es un misterio.
“Él va a cultivar en invernaderos, pero resulta que no va a usar semillas; el Estado en unos laboratorios está produciendo clones de cannabis (una con 3%, otra con 5% ó 10%). Es producir mariguana descafeinada”.
—¿Es muy puritano eso?
—Es lo que te digo: te damos, pero te controlamos.
“Sostengo que el prejuicio aumenta. Esta ley se dio para legalizar el estigma”.
Este reportaje se publica en la edición 2044 de la revista Proceso, ya en circulación.