Un gran engaño de los medios de comunicación, particularmente los televisivos, es reconocer como “izquierdas” al espectro de partidos políticos asumidos como tales; por ejemplo, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) o el Partido del Trabajo (PT) los más conocidos; al mismo tiempo se criminaliza a la mayoría de los movimientos sociales actuales y a la sociedad en su conjunto. Si la izquierda no está en los partidos, ¿dónde está?
Para las personas que recuerden un poco de historia mundial, podrán comparar con mucha facilidad las similitudes de los gobiernos totalitaristas del siglo XX (fascistas y socialistas) en relación con las democracias capitalistas neoliberales contemporáneas. La pérdida de libertades, la cultura de la violencia-miedo y el prejuicio negativo, son los ingredientes complementarios de la enajenación consumista actual, basada en “valores” conservadores, como la obediencia, el patrioterismo y la familia. El término burgués hoy casi en desuso, es el canon de la cultura globalizada actual, simbolizada por el empresario exitoso, el no tan nuevo héroe nacional.
Hay todavía muchas personas que desconocen o confunden el significado político de izquierda y derecha. A la derecha se ubican desde hace siglos, los grupos de poder (religiosos, militares, económicos, intelectuales) casi siempre en función de un “líder” o como plutocracia (gobierno de unos pocos). A la izquierda está lo opuesto a la élite: la sociedad en sí, con sus múltiples facetas e identidades. La derecha crea y ejerce una estructura de dominación vertical basada en el patriarcado y la violencia. La izquierda es una respuesta defensiva a los excesos de los modelos de derecha. Los encuentros entre izquierda y derecha suelen llegar a ser violentos.
Otra gran confusión actual, es la dificultad para distinguir el activismo de izquierdas y de derechas. En los primeros ubicaríamos al zapatismo, las/los antiglobalización o las madres de desaparecidas; en los segundos, a la mayoría de los movimientos por la paz, los que están a favor de la militarización o los antiaborto. En la mayoría de los medios noticiosos regularmente se sataniza a los primeros, aunque en general el tratamiento es despectivo prácticamente en todos los casos. La protesta pública es mal vista: es una acción naca y no un derecho legítimo; por eso, bajo esa visión de las clases dominantes, la sociedad suele caer en despolitización y termina amando a sus amos y temiendo a sus libertadores.
La gran contradicción de los movimientos de izquierda, es que cuando triunfan, suelen enviciarse de poder y terminan siendo iguales o peores que los movimientos de derecha: Napoleón, la URSS o la Revolución Mexicana son muestras de ello. Igual sucede con los partidos políticos de izquierda, que en su afán de poder, terminan siendo partidos burgueses, totalmente transformados a la vorágine seductora de la derecha, basada en valores exclusivistas de lujo y placer.
En la cuestión electoral, los intentos por sacar adelante partidos de izquierda resultan en persecución, desintegración o lo que es peor, absorbidos o distorsionados por otros proyectos políticos. La lógica electoral es la de ganar elecciones, no la de gobernar; actualmente se le da más importancia a lo electoral que a lo gubernamental. Otra vez: hay que voltear a los medios a ver a cuáles políticos(as) le están vendiendo publicidad abierta y disfrazada; las elecciones también son negocio.
Así pues, cuando ve en los periódicos o en la televisión que se habla de la “buena” izquierda a esos grupos apoyadores de la privatización de PEMEX, los que hacen pactos con Washington o apoyan acciones en contra de la sociedad en general, no se pueden denominar de izquierda, sino oportunistas, igual a cualquier otro partido burgués (PRI, PAN, Verde…). Los partidos falsamente autodenominados de izquierda no son diferentes a los otros, pues al aceptar las reglas del juego electoral, automáticamente se transforman en el monstruo al que querían matar.
Ahora bien, la mayoría de la gente transita por el mundo sin una posición ideológica-política clara, pensando, por ejemplo, que con ser “un buen cristiano” es suficiente. En la realidad las sociedades son marcadamente conservadoras, moldeadas por la educación, la religión, la ignorancia y la pobreza. El valemadrismo, este sí un subgénero de la cultura naca, es otra forma de enajenación para mantener ocupada/desocupada a la sociedad. Cosa curiosa, mucha gente es de izquierda sin saberlo, ya sea obligados por las circunstancias, ya sea por convicción en alguna causa (DDHH, anticapitalismo, respeto a los animales …) emparentadas todas ellas como luchas de emancipación a problemáticas gratuitamente otorgadas por la derecha.
La cuestión es la dificultad para crear sociedades hasta el momento pensadas como ideales: pacíficas, inteligentes, armoniosas con el medio ambiente, prósperas…aunque la gente anhele éstas, hace poco, nada o incluso contribuye a evitar esta metamorfosis, pues está envuelta en una dialéctica negativa (círculo vicioso) que le impide ver la vida de otra manera.
¡Qué no le cuenten, qué no le digan! La izquierda no está en los partidos.