Por Mauricio Cataño C.*
La sexualidad sigue causando problemas, y máxime aun cuando se trata del matrimonio entre seres del mismo sexo. En muchos países en donde se agita esta bandera de la diversidad sexual, a la par suenan las voces en pro o en contra. El argumento principal que pone los pelos de punta, es la propuesta de extender los actuales derechos del matrimonio heterosexual a las por lo menos nueve millones de homosexuales en Colombia. El rotundo No, viene motivado por el incremento de los costos en los rubros de salud y pensión, pues como es cosa sabida, ello es un negocio, en donde los empresarios cada vez más tacaños, envían a sus emisarios políticos para que detengan el discurso del igualitarismo, emanado del Estado Social de Derecho. Insisten en seguir negando la erótica, para encerrarla en la economía de la alcoba familiar, con un sexo regulado y ojalá con fines reproductivos, lo necesario como para no despilfarrar las energías que el obrero debe emplear en la fábrica.
Y para que las cosas no suenen feas, no suenen a vulgar negocio, se adorna con un tal debate moral, en donde esgrimen principios naturales, de una tal disposición de la madre naturaleza y de Sagradas Escrituras, en que el hombre y la mujer es la única combinación posible, desconociendo así, los diversos modelos en que hoy se reagrupan los individuos para constituirse como parejas en el amor. Estos envalentonados machos, quieren pasar por alto la deshonra a quienes supuestamente quieren congratular. Olvidan los vejámenes a los que han sometido a nuestras mujeres, en nuestro país Colombia. Sólo por allá en los años de 1957, se permitió el voto a la mujer. Aunque antes, durante y después, se le siguió considerando que la fémina no tenía capacidad para la toma de decisiones, debería permanecer relegada y sometida a su hombre, como una máquina de reproducción de la especie, obediente y rezandera, en concordancia con el modelo de la Virgen María. Recuerdo, como ejemplo de sometimiento, una fotografía aparecida por los años de 1948, que mostraba una vajina asegurada con un candado de marca Yale, seguridad para el esposo celoso.
Y si nos vamos mucho antes, necesario es recordar el discurso matriz de Aristóteles cuando niega a la mujer en sí, pues ella no era más que un remedo malogrado de la especie masculina, ella no era más que un hombre invertido por aquello de si sus órganos genitales internos se ponían hacia afuera, entonces, eh ahí: el hombre. Pero también se ha constatado que la invención de los sexos tal y como los conocemos del mundo moderno, deben su existencia a partir del siglo XVII. Antes sólo se reconocía al macho reproductor y de autoridad absoluta, el goce erótico en matrimonio, es más bien temprano.
En cuanto al tema de la Naturaleza, nada más natural que la homosexualidad, se observa como los perros entre machos se copulan, o los micos, y así en lo sucesivo con otras especies. Y es así, que el concepto Natura, viene de la misma familia de cultura, Cultivos, como cuando en los campos se cultiva, se transforma el medio natural con la intervención humana, para devenir Cultura. No existe ninguna naturaleza virgen o pura, toda ella soporta o padece una hibridación, una intervención de la mano humana. Nada de naturalezas puritanas que determinan principios que devienen en comportamientos humanos.
Hemos dicho que la familia es particularmente calurosa y estable, es el vínculo más estrecho y cercano que existe en la sociedad, a diferencia de esos otros lejanos como el barrio, la ciudad o el mismo país. Es la familia la célula por excelencia, y ella se define por ese amor, por esos vínculos virtuosos. Hoy enriquecida en sus diversos modelos de familia monoparental, matriarcal, monógama, polígama, heterosexual, homosexual. Viene a bien forzar el reconocimiento de esta realidad defamilia extendida, renovada, que sea cobijada, incluida por esos derechos que le dan cuidado y protección. Ese recurso de la democracia de salir a la calle a protestar, todo ello, la vivifica.
* Mauricio Castaño H.. Historiador colombiano
Fuente: ColombiaKritica.blogspot.com/