La Eurocámara se convierte en “Juego de Tronos”

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Las elecciones europeas, que arrojan una Eurocámara más fragmentada, evaporan la mayoría de conservadores y socialdemócratas, confirma el ascenso de los verdes y contienen el avance del populismo antieuropeo, abren el “Juego de Tronos” en la Unión Europea (UE) en vísperas de una crucial cumbre de sus líderes.

Los resultados de los comicios, a los que estaban llamados a votar 400 millones de ciudadanos y registraron una participación del 50.4 por ciento, muestran que no bastará con la suma de escaños de populares (182) y socialdemócratas (147) para configurar una mayoría absoluta, pues suman 329 europarlamentarios y quedan lejos de los 376 necesarios.

Y el Tratado de Lisboa establece que la persona que ocupe la presidencia de la Comisión Europea (CE), a propuesta de los Estados miembros a través del Consejo Europeo, debe recibir el respaldo mayoritario del Parlamento Europeo.

Así que se abre la puerta a nuevas alianzas, con el Partido Popular Europeo (PPE) como primera baza para seguir al frente del Ejecutivo comunitario y su cabeza de lista, el alemán Manfred Weber, como aparente favorito para suceder a Jean-Claude Juncker en el despacho de Bruselas.

Una de las incógnitas que deben despejar los populares es si se apoyarán en el partido nacionalista conservador húngaro Fidesz, del primer ministro, Viktor Orbán, que está suspendido del PPE desde marzo y ha arrasado en los comicios con más de la mitad de los votos en Hungría.

Populares, socialdemócratas y liberales suman de lejos para conformar esa hipotética mayoría (438), en la que también podrían entrar las formaciones ecologistas (507), si el acuerdo fuera posible.

En la noche electoral, Weber deslizó que no pactará con extremistas de derecha o izquierda y llamó a unir fuerzas con liberales y socialistas, y con los verdes.

Weber es un firme partidario del sistema informal inaugurado en 2014 según el cual la presidencia de la Comisión debería recaer sobre un “candidato principal” que los grupos presentaran a las elecciones europeas, lo que le convertiría en el único aspirante por parte del PPE.

Pero no hay unanimidad ni obligación legal a este respecto y serán los líderes de la UE los que decidan, a partir de mañana, a quién entregarán las riendas del Ejecutivo comunitario en un reparto de poder que jugarán varios factores, como quiénes ostentarán la presidencia del Banco Central Europeo (BCE), el Consejo o la Eurocámara, entre otros.

Entre las quinielas que recorren el barrio europeo de Bruselas suena desde hace tiempo como candidato conservador el negociador europeo del “brexit” (salida del Reino Unido de UE), el conservador francés Michel Barnier, quien ya intentó ascender a la presidencia de la CE en 2014.

Los socialdemócratas, cuyo cabeza de cartel en los comicios ha sido el actual primer vicepresidente de la CE, el holandés Frans Timmermans, soñaban con una “alianza progresista” de amplio espectro, pero los números no dan.

Socialistas (147), liberales (109), verdes (69) e izquierda (38) suman 363 escaños, es decir, 13 menos de la mayoría absoluta, si bien no han cerrado la puerta a ninguna opción, con la premisa de que los programas importan más que los nombres o las siglas.

“Y en base a esos programas y esas coaliciones, podremos empezar a jugar el ‘Juego de Tronos'”, analizaba en la noche electoral Timmermans, quien subrayaba que “la amplia mayoría de los ciudadanos europeos no están interesados en saber quién va a liderar la próxima Comisión Europea, sino en qué va a hacer esa Comisión Europea”.

En las negociaciones, con un escenario en que los euroescépticos de distinta naturaleza han sacado 171 escaños, lejos del tercio (250) que auguraban algunos analistas, tendrá mucho peso la voz de las capitales.

Empezando por la cena que mantendrán esta noche en París el presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, cuyo partido ha ganado con autoridad en España, y el Presidente de Francia, el liberal europeísta Emmanuel Macron, que no ha logrado impedir la victoria de la lista ultranacionalista de Marine Le Pen.

La construcción de esas mayorías no debería, en principio, verse alterada por el Reino Unido, que al mostrarse incapaz de abandonar la UE en plazo y forma ha prolongado su estancia en la misma y ha participado en las elecciones europeas, donde el nuevo Partido del Brexit de Nigel Farage ha arrasado (31.7 por ciento) aunque no ha logrado una clara mayoría sobre quienes no quieren una ruptura brutal entre Londres y Bruselas.

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