Un investigador de EU ha descubierto una relación directa entre las reformas educativas de George W. Bush, continuadas por Obama, y el problema del déficit de atención en los estudiantes.
Por David Brooks/ American Curios
Dicen que hay una epidemia de desorden de déficit de atención. Con ello se ha detonado un debate sobre sus causas y el tratamiento, el cual, como casi todo lo demás aquí, se hace drogando aún más a esta población. Pero entre los descubrimientos más notables está que la reforma educativa basada en exámenes estandarizados está relacionada con la explosión del fenómeno.
Las estadísticas del Centro para el Control de Enfermedades (CDC) calculan que aproximadamente 11 por ciento de menores de edad entre 4 y 17 años (6 millones 400 mil) habían sido diagnosticados con el Desorden de Déficit de Atención/Hiperactividad (ADHD) a partir de 2007, y que el número de los diagnosticados se incrementó 22 por ciento entre 2003 y 2007.
Los afectados, según el CDC, padecen síntomas cp,p dificultad para poner atención, controlar comportamientos impulsivos (pueden actuar sin pensar en cuál podría ser el resultado) o son demasiado activos. La condición no puede ser curada, pero sí manejada, afirma.
Los adultos jóvenes son el segmento de mayor crecimiento de la población que toma medicamento para ADHD, con casi 14 millones de recetas mensuales emitidas para adultos de entre 20 y 39 años, dos y medio veces más los 5 millones 600 mil registradas hace cuatro años, reportó IMS Health a principios de este año.
Aún es un misterio el origen del fenómeno, sobre todo su aparente incremento a índices que algunos califican de epidemia. Al buscar respuestas, algo raro captó la atención de algunos investigadores: la distribución geográfica del ADHD. Según los mapas, la incidencia de ADHD se incrementa al proceder de oeste a este del país: en 2007 California tenía 6.2 por ciento de menores de edad con la enfermedad, mientras Carolina del Norte 15.6 por ciento, o sea, más del doble.
Stephen Hinshaw, destacado investigador de la Universidad de California, descubrió que había una relación directa con las políticas de la reforma educativa implementada primero por el gobierno de George W. Bush y continuada, con algunas modificaciones, por el de Barack Obama, que tienen como eje los exámenes estandarizados. Cada vez que un estado implementaba este tipo de reforma educativa, las tasas de ADHD se incrementaban, y fueron los estados sureños y hacia la costa este los que la implementaron, antes que los del oeste.
A escala nacional, los diagnósticos de ADHD se incrementaron 22 por ciento en los primeros cuatro años de la reforma educativa de Bush conocida como No child left behind, reportó Maggie Koerth-Baker en un artículo publicado en la revista del New York Times.
Subrayó que estas son correlaciones y no causas. Desde la perspectiva de padres de familia y maestros, el diagnóstico es considerado un éxito si el medicamento mejora la capacidad de los niños en los exámenes y los calma lo suficiente para que no sean una distracción para otros, escribió Koerth-Baker.
Agregó que sociólogos y neurocientíficos creen que más allá de la base biológica de ADHD, la explosión en las tasas de diagnóstico son causadas por factores sociológicos, especialmente aquellos relacionados con la educación y el cambio en las expectativas que se tienen para menores de edad. Señala que en los 30 años que se ha incrementado la prevalencia de ADHD, los cambios en la vida de los niños se han incrementado, con muchas más exigencias de tarea escolar y mucho menos tiempo libre no estructurado para jugar y descansar.
El extraordinario experto sobre educación sir Ken Robinson, señala que no es sorprendente, con los paradigmas educativos actuales, que los estudiantes estén cada vez más afectados por un déficit de atención. Indica que están constantemente bombardeados por información e imágenes de todo tipo de aparatos, desde el Internet en sus computadoras hasta sus Iphone y las redes sociales. A la vez, los jóvenes están obligados a poner atención a un régimen escolar que anula justo la creatividad y la imaginación, y bajo el esquema de políticas educativas centradas en exámenes que castigan el pensamiento divergente.
De hecho, Robinson cuenta que en una investigación de mil 500 niños en diferentes etapas de su educación primaria, se evaluó el pensamiento divergente, algo fundamental para la creatividad y análisis crítico. ¿Cuántos de estos niños en kínder fueron evaluados como genios en pensamiento divergente? ¡98 por ciento!
Pero al evaluarlos unos años después, este nivel se redujo a la mitad, y pocos años después, se desplomó otra vez. O sea, al ser educados, los estudiantes perdían su capacidad creativa al ser sometidos a un esquema homogéneo medido por sus respuestas correctas. No sólo eso, sino que los exámenes estandarizados atomizan a los estudiantes y destruyen otra parte esencial y natural de todo aprendizaje y pensamiento humano: el proceso colectivo.
Cuando un estudiante, ante la nueva era de sobredosis de estímulos cibernéticos y otros, no logra poner atención a materias que al anular la creatividad le parecerán aburridas y fracasa al ser evaluado casi exclusivamente por un examen estandarizado, es muy posible que sea diagnosticado con ADHD y drogado. La droga es para que pueda poner atención y someterse al paradigma impuesto sobre su educación.
Tal vez el desorden, lo que lo nutre y su tratamiento, ayudan a explicar en parte la misteriosa falta de reacción y la inacción general ante fenómenos tan graves como guerras con justificaciones falsas, matanzas con armas de fuego ya comunes, la aceptación de la vigilancia masiva por autoridades, el peor fraude financiero en la historia del planeta y la desigualdad económica más grave desde la gran depresión, la tasa de encarcelación más grande del planeta, entre tantas cosas más.
¿Será por un déficit de atención, un superávit de distracción, o simplemente todos andan drogados?
Fuente: La Jornada