La ‘doble vida’ del cromosoma X

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Por Javier Flores

El pasado domingo se publicó un artículo excepcional en la revista Nature Genetics que revela aspectos hasta ese momento desconocidos del cromosoma X. Lo que hace especial a este trabajo, es que aparentemente se dirige a responder a una pregunta muy específica, pero en el trayecto se encuentra con datos, cuya importancia es tal, que obligan a replantearse la importancia biológica y médica de este cromosoma.

El objetivo original del estudio realizado por el grupo del profesor David C. Page, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, cuyo primer autor es Jacob L. Mueller, consistía aparentemente en comparar el cromosoma X de humanos y ratones para probar la Ley de Ohno (una idea propuesta por el biólogo japonés Susumu Ohno en 1967), según la cual el contenido genético de este cromosoma se conserva a lo largo de la evolución en todos los mamíferos placentarios.

Además de responder negativamente a esta pregunta, pues los resultados muestran que en nuestra especie el cromosoma X no se ajusta del todo a esaley, los datos obtenidos revelan que amplias porciones de este cromosoma, considerado tradicionalmente como la contraparte femenina del cromosomamasculino Y, han evolucionado por una ruta independiente a la de otros mamíferos ¡para desempeñar un papel especializado en la producción de esperma! Y esta es, en mi opinión, la gran sorpresa. Dicho en otras palabras, este trabajo encuentra regiones del ácido desoxirribonucleico (ADN) –que no se conocían en el cromosoma X– relacionadas con la función testicular.

En este trabajo la metodología empleada desempeña un papel central, pues para mostrar lo anterior, Mueller y sus colaboradores desentrañaron aspectos ocultos en la estructura del (ADN) en el cromosoma X. Me voy a detener un poco en este aspecto: Lo que hicieron estos investigadores fue emplear un método especial de secuenciación que examina en gran detalle las regiones conocidas como amplicónicas.

Estas regiones son secuencias altamente repetitivas que contienen segmentos de nucleótidos (unidades básicas de la cadena de ADN) que son virtualmente idénticos, lo que en ocasiones impide el reconocimiento de diferencias pequeñas que pueden ser muy importantes. En estas zonas son abundantes los fragmentos, que son imágenes en espejo unos de otros, a los que se conoce como secuencias palindrómicas, de gran importancia en la función de los genes. Esta técnica fue desarrollada y empleada una década atrás en el laboratorio de Page, lo que le dio en ese momento gran fama, pues permitió el conocimiento completo de la estructura del cromosoma Y.

Ahora Page y su grupo utilizaron esta técnica para indagar la estructura del cromosoma X. La nueva secuencia llena los vacíos presentes en la antigua secuencia de referencia (empleada en la mayoría de los trabajos de investigación anteriores), corrige regiones con ensamblajes perdidos e identifica por primera vez nuevas regiones amplicónicas, por lo que se convierte ahora en la secuencia de referencia del cromosoma X, a disposición de la comunidad científica. En mi opinión, ésta es también una de las mayores contribuciones del trabajo que se comenta.

Pero volviendo al punto inicial, al comparar los cromosomas X entre ratones y humanos, se encontró que si bien un alto porcentaje de la estructura genética se comparte en las dos especies, aproximadamente 340 genes no lo hacen, y estos se encuentran principalmente en las regiones amplicónicas ya citadas. De acuerdo con los autores, estos genes se expresan en las células germinales del testículo probablemente para la producción de espermatozoides. Se abre así una importante línea de investigación para averiguar con precisión cuáles son las funciones de estos genes en la reproducción humana.

En una nota de prensa difundida por el Instituto Whitehead para la Investigación Biomédica de Cambridge, Massachusetts, David C. Page al referirse al cromosoma tradicionalmente considerado femenino señaló: “Vemos esto como la doble vida del cromosoma X… Es el cromosoma más famoso y el más intensamente estudiado en la genética humana. Su historia ha sido la de las enfermedades recesivas como el daltonismo, la hemofilia y la distrofia muscular de Duchenne”. Pero hay otra cara del X, dijo Page, que está evolucionando rápidamente y parece estar en sintonía con las necesidades reproductivas de los hombres.

Fuente: La Jornada

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