El ex jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard Casaubón, encabeza una cruzada con un objetivo titánico: unificar a una izquierda desarticulada para detener la política económica del gobierno emanado del PRI, ganar él mismo la Presidencia de la República y abatir la desigualdad social. Quiere hacerlo desde la dirigencia nacional del PRD, cuyos jefes actuales dieron un viraje a su política de oposición para respaldar la mayoría de las propuestas del presidente Enrique Peña Nieto. Para lograrlo propone cambiar el rumbo estratégico de su partido, modificar el discurso a la sociedad y propagar los logros en el DF. La siguiente entrevista es al mismo tiempo un retrato de casi dos décadas de perredismo y las disputas por el control de un partido que gobierna la capital del país y que recibió 666 millones de pesos de financiamiento público en 2013
Por José Pérez-Espino
“Si se trata de arrasar y quedarse con el partido, sin importar principios para que desarrollen su política rupturista y esperar la caída del régimen, adelante. En ese empeño no contarán conmigo”.
La declaración es de Heberto Castillo Martínez, quien así optó por desligarse del futuro del Partido de la Revolución Democrática, tras perder la elección por la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional el 14 de julio de 1996, ante Andrés Manuel López Obrador.
Castillo Martínez nunca reconoció el triunfo de López Obrador. Solicitó sin éxito limpiar el proceso interno de las prácticas “clientelares, corporativistas y tramposas” del equipo de Andrés Manuel. Son “trapacerías”, dijo.
“El Consejo Nacional quedará absolutamente controlado por los duros –dijo–, los que piensan que la lucha política se da en las calles, en las barricadas, no en las tribunas ni en las mesas de negociación”.
Castillo Martínez era uno de los llamados “líderes históricos de la izquierda”. Había logrado la fusión de los principales organizaciones y partidos políticos de esa corriente para fundar el Partido Mexicano Socialista, que finalmente cedió su registró para la creación del Partido de la Revolución Democrática en 1989. No pudo convertirse en el tercer dirigente nacional perredista, después de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. Murió el 5 de abril de 1997, a los 68 años, por lo que tampoco pudo ver cristalizado el proyecto de gobierno de izquierda en la Ciudad de México, que inició ese mismo año y que va por su aniversario 17.
Los “duros”, como los definió Heberto Castillo, mantuvieron el dominio de la dirigencia del PRD durante casi dos décadas, a través de las llamadas “tribus” o corrientes internas que cohabitan en la organización política. Mantuvieron la práctica de oponerse a toda propuesta del gobierno federal, incluyendo a dos sexenios del PAN y, la coalición de izquierda encabezada por López Obrador se colocó en la disputa real por la Presidencia de la República en dos ocasiones, en 2006 y 2012.
El PRD es el partido de izquierda con más votos en las urnas (el 19.33 por ciento de la votación nacional emitida en 2012). Por los convenios de coalición, el porcentaje de sufragios logrados gracias a la postulación de López Obrador, ha debido compartirse con el Partido del Trabajo (4.84 por ciento) y el Movimiento Ciudadano (4.21 por ciento).
La fórmula de reparto de votos representa dinero. En 2013, el PRD recibió 634 millones 867 mil pesos de financiamiento público a través del Instituto Federal Electoral, para el sostenimiento de sus actividades ordinarias. Además de 31.7 millones de pesos para tareas editoriales y la “promoción y el desarrollo del liderazgo político de las mujeres”.
El PT recibió por su parte 273.4 millones de pesos y el Movimiento Ciudadano 257.8 millones.
En números redondos los tres partidos políticos denominados de izquierda equivalen en conjunto a mil 200 millones de pesos en recursos públicos, sin contar el que reciba Morena cuando el IFE autorice su registro.
El monto del financiamiento público explica el tamaño de la disputa por el control de la dirigencia nacional. Desde 1996, la organización de elecciones internas es el Talón de Aquiles del PRD. Sin un padrón confiable de militantes, los distintos aspirantes se han acusado una y otra vez de incurrir en prácticas “clientelares, corporativistas y tramposas”, como describió Heberto Castillo antes de morir.
Dos ejemplos ilustran las dificultades del PRD para tener elecciones internas limpias. En 1999 el proceso debió anularse ante la evidencia de múltiples anomalías. Se acuñó en los medios el concepto de “cochinero” para definir las prácticas entre los dos principales candidatos, Amalia García y Jesús Ortega.
En 2008 se repitió la historia. Ortega participó por cuarta ocasión, esa vez contra Alejandro Encinas. Ambos se acusaron de hacer fraude. La Comisión Nacional de Garantías anuló el proceso interno y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación revocó la decisión del árbitro partidista y otorgó el triunfo a Ortega.
Este 2013, sin embargo, el contexto de la renovación de la dirigencia nacional perredista ofrece un escenario inédito. López Obrador optó por fundar un nuevo partido político a través del Movimiento Regeneración Nacional. Y, en un giro de 180 grados a su política de oponerse a toda propuesta del gobierno, la dirigencia perredista firmó el Pacto por México con el presidente Enrique Peña Nieto, con el PRI y el PAN, para aprobar diversas reformas legislativas (educativa, de telecomunicaciones, hacendaria y fiscal, entre otras). Abandonó el acuerdo para no respaldar el cambio constitucional que permitirá la inversión privada en Pemex y en la extracción de petróleo. La postura del Comité Ejecutivo Nacional que preside Jesús Zambrano generó un nuevo cisma en el perredismo.
Marcelo Ebrard Casaubón, ex jefe de Gobierno del Distrito Federal (2006-2012), considera que la izquierda en México está a tiempo de cambiar su estrategia para evitar “un desastre” en 2015 y en la sucesión presidencial de 2018.
–¿Por qué quieres dirigir un partido como el PRD?
–¿Sí, verdad? –dice mientras reflexiona una respuesta.
“La izquierda hoy, en contraste a los últimos veinte años hoy está en una diáspora. Si tu ves toda la historia anterior más bien la tendencia era buscar diferentes formas de integración. Hoy lo que tienes es una división en la izquierda. Y esto es muy grave para la izquierda pero también para el conjunto del país. ¿Por qué? Porque entonces no hay una oposición organizada al régimen actual. La segunda fuerza nacional en las dos últimas elecciones nacionales ha sido la izquierda, entonces la izquierda debería tener como función primordial la de ser contrapeso del gobierno”.
Ebrard Casaubón dice que durante el primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto en el PRD “no fuimos una oposición eficaz, no logramos resultados”.
“Hiciste un Pacto en el donde das la impresión de que eres parte de una coalición y el que tiene el beneficio es el gobierno federal y su partido, no tú”, afirma. “Si haces una encuesta, ¿alguien sabe cuáles son los temas que el PRD ha propuesto, que han salido adelante? Nadie sabe”.
“Pasaste a una idea pactista a ultranza, a pactar todo, y a facilitar todo para que no te vayan a decir que tú eres una oposición a todo. Pasaste de una idea muy simple de decir que cualquier cosa que venga del gobierno hay que decir que no, porque es una traición a la nación, al otro de a todo hay que decir que sí porque si no nos van a criticar. Del extremo al otro extremo del péndulo”.
En 2015, “la gran bandera del gobierno federal y de su partido va a ser esa, hicimos un acuerdo y sacamos todo…”
En la visión de Marcelo Ebrard, la renovación de la dirigencia nacional perredista debe servir para modernizar al Partido de la Revolución Democrática pero también para impulsar la unificación de la izquierda.
“El PRD, siendo el partido de izquierda que tiene más votos, podría facilitar que se frene este proceso de diáspora y empiece un proceso de unificación cuyo objetivo final es competir en el 2018. Si la izquierda no se unifica no puede competir en el 2018, y en el 2015 va a perder muchos territorios”.
En este momento, “lo que tienes para 2015 es una competencia entre la izquierda. Es lo más absurdo para cualquier gente sensata, después de ser la segunda fuerza electoral, ponerse a competir entre sí misma”.
En el siguiente proceso electoral para renovar la Cámara de Diputados “se va a dividir la votación de la izquierda. Es el mundo ideal para el PRI. Si tu fueras un priista, ¿cuál sería tu sueño? Lo que estás viviendo ahorita”, afirma.
-¿Existen las condiciones para ganar la dirigencia?
-El PRD tiene dos alternativas estratégicas. Una, cerrarse. ¿Esto que quiere decir? Las burocracias adoran el control. El control ideal es: haz elecciones cerradas, haz un consejo pequeño, 300 miembros y toma las decisiones ahí por mayoría simple. Y mantener una línea en relación al gobierno parecida a la que hemos vista este año, una línea política en donde nadie sabe cuál es el fondo. El único punto a diferencia que tienes hoy del PRD con el Gobierno de la República es la iniciativa de reforma al artículo 27 Constitucional.
“De ahí en más es imposible saber en dónde empieza el PRD y dónde termina el PRI. Entonces hay que cambiar esa línea política. Abrir el proceso electoral te va a llevar a cambiar esa línea política porque la mayoría no está de acuerdo con una línea política de tal cercanía con el PRI. Entonces, a mayor apertura en el proceso electoral de la dirigencia, mayor distancia habrá del PRI en las decisiones que el PRD deba tomar. A mayor cerrazón de la dirigencia, más fácil será mantener la línea actual de cercanía al PRI y su gobierno”.
–¿Tienes una estructura nacional para ganar una elección abierta?
–Si se hace un proceso electivo indirecto, una elección abierta, debe participar el Instituto Electoral, porque el PRD nunca ha logrado organizar una elección satisfactoria en la historia. ¿Cómo es posible que el PRD haya surgido, con un objetivo primordial, que hubiese elecciones transparentes en México y después de todos estos años no se pueda organizar una elección respetable y respetuosa?
“Yo no tengo una estructura nacional porque no tengo un partido. No tengo el partido Marcelo Ebrard. Ni creo que pudiera ser ni debiera ser la forma en que organizáramos esto, esto tiene que ser por opinión y porque los ciudadanos decidan cuál es la mejor alternativa. Ellos te dicen, no es que tu no tienes la estructura. Pues tú tampoco, el 40 por ciento de las casillas nunca las cubren”.
Por lo tanto, propone realizar una encuesta, que es más barata y rápida, o invitar al Instituto Federal Electoral a organizar la elección interna, abierta a todos los ciudadanos, para garantizar casillas en todo el país.
“Tendrías mesas de votación en todos lados y que la gente pueda votar. ¿Oye, no, pero cómo van a votar los del PRI? Fíjate qué ideas tan anticuadas. La idea de militancia es una idea del siglo XVIII. El carnet lo inventó la Revolución Francesa. Estamos en la época del Twitter, Facebook, etcétera, entonces no creo que sea muy compatible mantener la idea de las mesas de votación que eran de hace muchísimos años. Les he dicho: ‘hagamos una elección abierta y utilicemos una mezcla de instrumentos para que los medios de votación más actuales pues sean más fáciles’, sobre todo para que los jóvenes puedan participar”.
La izquierda necesaria
En 1988, Cuauhtémoc Cárdenas fue candidato presidencial del Frente Democrático Nacional, origen del actual PRD. Con Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros, había renunciado al PRI para encabezar un movimiento de izquierda que puso en jaque al sistema político priista y por primera vez ganó la elección para la Cámara de Senadores en el DF.
En 1991, Marcelo Ebrard Casaubón aún militaba en el Partido Revolucionario Institucional. Fungió como secretario general del PRI en el DF, dirigido por Manuel Camacho Solís. Ambos encabezaron la estrategia del gobierno federal para detener el avance de la izquierda en el centro del país. Ese año los candidatos priistas ganaron las 40 diputaciones federales que entonces había en la Ciudad de México.
–Cuando en 1988 la izquierda ganó el DF, te tocó después como secretario general del PRI en el DF, quitarle la fuerza a la izquierda en 1991…
–No diría yo que me tocó a mi. Lo que hubo en el año 1991, que creo que se puede repetir o que puedes tener un riesgo ahora en 2015, es que es una elección de referéndum respecto al presidente en turno. El presidente en turno, su elección mejor, es la elección de medio periodo. Entonces no es que le haya quitado yo algo a la izquierda, se dio un proceso político en donde fuiste a un referéndum con un presidente popular y tuvo el presidente, en ese momento, en 1991 si mal no recuerdo más del 60 por ciento (de aprobación). Claro, en condiciones diferentes del aparato electoral.
“Hoy en día, ¿cuál es el peligro primordial que veo en 2015? Que otra vez vamos a ir a una elección tipo referéndum respecto al presidente de la República. El presidente de la República no tiene rival a medio periodo, o sea no hay otro candidato. Entonces tiene una ventaja de entrada. Si a eso le agregas que tienes una izquierda dividida, cuyo discurso para la sociedad sea confuso, o en donde siempre estás pelándote uno con el otro, entonces qué resultado crees que vamos a tener, pues puede ser algo parecido, una cosa desastrosa”.
Marcelo Ebrard inició su carrera en la administración pública a inicios de la década de 1980. Militó en el PRI hasta 1995. En 1997 fue postulado como candidato externo a diputado federal por el Partido Verde Ecologista de México y él ejerció como “diputado independiente”. Después, en 1999, participó con Manuel Camacho Solís en la fundación del Partido de Centro Democrático, del que fue secretario general y por el cual se postuló como candidato a jefe de Gobierno del DF en 2000. Antes de las elecciones, declinó a favor de López Obrador.
“Yo siempre he manejado una sola ideología”, dice Ebrard Casaubón cuando se le recuerda su trayectoria como priista.
“Yo cuando estaba en el PRI –afirma–, el PRI defendía la propiedad nacional sobre el petróleo. ¿Por qué me salí del PRI? Porque ahora el PRI está haciendo lo opuesto. Lo que cambió fue el PRI. Muchos nos fuimos del PRI, Andrés por eso se fue del PRI, Cuauhtémoc también”.
“El PRI se ha vuelto un partido pragmático sin ideología. Más a la derecha del PRI no hay nada. El PAN se sintió más representado ahora en el proceso”.
“Yo te diría que el PRI de hoy es exactamente lo opuesto ideológicamente a lo que era hace 20 años. O sea, no hay ideología, no importa, lo que hay un pragmatismo atroz”, agrega.
Enseguida, Ebrard ofrece un panorama del país para explicar la necesidad de una izquierda que sea contrapeso real del gobierno federal.
“Este país tiene una desigualdad escandalosa y crónica. Firmamos el Tratado de Libre Comercio, por ejemplo. Hubo una serie de resultados. Hoy México es el principal país manufacturero en cuanto hace a la industria automotriz en América Latina, pero la desigualdad está igual o peor. ¿Cuál es el problema? El problema es, si tu tienes la idea de formar una democracia en México, que funcione, necesitas unas condiciones de equidad que no se han podido lograr y que la coalición PAN-PRI jamás van a poder lograr, no es su prioridad. Por eso es importante que la izquierda tenga fuerza, con esa línea.
El Tratado de Libre Comercio no modificó la desigualdad en México, señala. “Con la reforma al 27 y al 28 Constitucional terminan todo el librito, todo el acuerdo que se tomó allá por inicio de los noventas, que se denominó el consenso de Washington termina con la apertura del sector energético, y el país sigue en dos escenarios, no crece lo suficiente, crecemos menos que América Latica y la desigualdad es muy grande”.
–Y persiste un existe un centralismo político y económico.
–Ahora va a ser peor. Le acaban de dar facultades tremendas a Hacienda sobre municipios y estados. ¿Cuál es el origen del centralismo mexicano? El origen es una idea fiscal muy sencilla. El 83 por ciento de todos los impuestos en México los cobra el gobierno federal. Ya. Ah, perfecto. ¿Y el otro 17 por ciento? Ah no pues como el 14 lo cobran los municipios. ¿Y los estados qué cobran? Nada. Entonces, esto ¿qué quiere decir? Que la mayor parte de los gobiernos estatales dependen entre el 96 y el 98.5 por ciento del secretario de Hacienda. No es tan así porque también el Congreso tiene que aprobar el Presupuesto. Pero digamos el 98.5 por ciento es central. Entonces, ¿qué gobernador puede decir cualquier cosa que esté o pueda irritar a quien te da el dinero?
“El único que tiene un margen de acción mayor es el DF, ¿por qué? Porque el DF tiene la característica que no es propiamente sino un municipio muy grande con sus propios ingresos. Entonces, a pesar de que el gobierno federal tiene una política predatoria sobre el DF, sobre nuestra ciudad, aquí se produce el 48 por ciento de los impuestos en México y te regresan de cada peso 7 centavos. A pesar de que es una política predatoria contra nuestra ciudad lo cierto es que la ciudad tiene el 51% de ingresos propios. Por lo tanto, el jefe de Gobierno sí puede opinar de muchas cosas y manejar con mucha mayor autonomía su estrategia que cualquier gobierno estatal”.
Ideología vs disciplina
Según Marcelo Ebrard la izquierda ha ganado la elección presidencial en dos ocasiones. En 1988 y en 2006, año en el que “cuando menos hubo dudas muy fundadas respecto al resultado final”.
–¿Tú votaste por Cárdenas en el 88?
–Sí.
–¿Y en el 94?
–Mmm, también. Zedillo… yo no votaría por él ni por excepción. (Dice tras pensar la respuesta un momento).
“Zedillo, bueno era un tipo insoportable. No sé si tu recuerdes pero cuando por primera vez las oposiciones ganan la mayoría de la Cámara, en 1997, el régimen de Zedillo intentó incluso que no se instalara el Congreso”.
–En el 87, cuando se integra la Corriente Democrática en el PRI, ¿por qué seguías en el PRI?
–Yo en ese tiempo no tenía un rol muy relevante ni en una cosa ni en la otra, formaba yo parte de un equipo con una gente a la que respeto mucho que es Manuel Camacho y no tenía ningún motivo para en ese momento, o una razón para en ese momento dejar de estar en ese equipo. Cuando la tuve lo dije y lo hice.
–Cuando se dio el proceso para elegir candidato a jefe de Gobierno para 2006, ¿en algún momento alguien te dijo: tú vas a ser el candidato?
–Hubo un proceso electivo, se hizo un grupo que eran todos contra mi, Jesús Ortega, hasta Pablo Gómez, el TucoM. Y yo dije, voy a participar. Pero a mi nadie me dijo tu vas a ser, eso en el PRD es muy difícil de que se pueda hacer, siempre debe haber un proceso de consulta.
–Andrés Manuel nunca te dijo me gustaría que tu seas o algo así.
–¡N’ombre! Andrés es la gente más reservada en eso, incluso había muchas dudas, hasta que un día que él dijo a mi me parecería bien, pero fue ya casi al final, ya estaba electo yo electo y todo. Fue en China libre.
“Con Andrés tengo buena relación, Siempre le he dicho en qué no estoy de acuerdo. No somos calca. Nunca he sido incondicional de nadie, siempre he sido leal, pero incondicional de ‘sí, sí, sí’ no. Si no, estaría en el PRI, pues total no importa, no te piden ideología, te piden disciplina”.
-¿Cómo evalúas el primer año de gobierno de Mancera?
-Yo no lo evaluó. Yo ya fui jefe de Gobierno, ya no me toca.
Cambio de discurso
Uno de los principales problemas del PRD es que no ha sabido comunicar sus logros de gobierno en el Distrito Federal, la principal ciudad del país.
“Yo diría: la izquierda mexicana tiene resultados muy importantes en los temas que más importan, pero todo el día estás hablando de otra cosa. Eso también se tiene qué cambiar. La renovación de la dirigencia es una oportunidad para cambiar el lenguaje y la comunicación política en su contenido. ¿De qué hablas? ¿Qué propones? ¿Qué sitúas? ¿Por qué no usas tu principal activo? ¡Ah, no! Eso es un misterio increíble. Tu principal activo es lo que has logrado gobernando la ciudad más grande del país. ¡Ah, no! Pero eso es lo que no presentas. Pero tiene solución, malo que no tuvieras los resultados.
“Entonces –añade–, tesis primordial. Si tu tienes un sistema de bienestar social, amplías libertades y derechos y logras una tasa de inversión pública y privada alta, lo más probable es que tengas que dar resultados: mejor seguridad, prestigio. Es mi tesis dentro del PRD: hemos gobernado, hemos hecho esto. Los señores de enfrente, pues eso es lo que han hecho”.
“El PRD ha gobernado desde el ingeniero Cárdenas hasta ahorita, pasando mi gobierno, la ciudad mas difícil del país, en donde mejores resultados de seguridad ha habido, ¿cuál es la mayor preocupación principal del norte del país, por cierto no solo del norte, o una de las principales preocupaciones? ¿Quién tiene mejores resultados? ¿El PRI en el estado de México? ¿De veras? Nada más hay que ver cómo están las cosas. ¿Por qué no lo has podido argumentar o por qué no los has sabido argumentar?”
“Tenemos que hablar de las cosas que a la gente le preocupa, no lo que le preocupa al partido y a la izquierda”, dice.
–¿Por qué la izquierda no crece en el Norte de México?
–Sí ha crecido en los procesos electorales. En 2006 hubo estados en los que tuviste más del veintitantos por ciento. ¿Por qué no creces más en las elecciones locales? Porque yo creo te tienes que acercar a temas nuevos y a sectores que no necesariamente les importa que les digas que eres de izquierda, sino más bien estarían atentos a las características o a la naturaleza de tu oferta como un buen gobierno. Eso es lo que ya no es tanto una discusión ideológica.
–¿Cómo explicará el PRD a los residentes de las fronteras el aumento a la tasa del IVA (del 11 al 16%)?
–Es una de las estupideces más grandes. El apoyo del PRD, dirigencia actual, a esa reforma denominada hacendaria, yo la critique abiertamente en su momento porque me parece uno de los grandes errores de la actual dirigencia.
“No puedes tu, ni deberías haber subido impuestos o ampliado impuestos cualquiera que estos sean, en un momento cuando México está en recesión. México está creciendo menos de un punto. Yo creo que debimos haber votado en contra de eso. No solo por los impuestos, el paquete económico no tiene sentido económico. Político sí. Porque el gobierno va a tener 4 puntos del Producto Interno para gastar. Es una fortuna. Mala idea”.
“El 20 de julio propuse que se hiciera una consulta nacional, un referéndum –narra Ebrard–, cuando presentamos el Movimiento Progresista. Tu servidor y compañeros organizamos la primera gira nacional. Recogimos 330 mil firmas sin aparato. El 1 de octubre fui a entregarlas a la Cámara de Senadores”.
El Pacto acabó en una cosa que nadie entendió, dice. “Todo el tiempo estuviste en el Pacto, ‘viva el Pacto, viva el Pacto, arriba los impuestos’ –dice engolando la voz– y luego un día dijiste ya me voy del Pacto. Ni fuiste eficaz en defender un tema central ni tampoco fuiste claro respecto a lo que estás haciendo”.
“El Pacto fue la firma de un suicidio, de un cheque en blanco. Pero el rumbo puede cambiar”, dice Marcelo Ebrard.
Fuente: Revista Gente y Actualidad