La carta de Cavani y los niños bien del Tri

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Por Pineda Jaimes

¿Qué nos hace falta para ser grandes en el concierto mundial futbolístico?

¿Por qué no podemos dar el campanazo que Mundial tras Mundial anhelamos y “nomás” no llega?

Y entonces uno piensa y piensa y es difícil encontrar una respuesta. O quizás sea que hay muchas respuestas, no una sola.

Pero el dilema que enfrentamos es, ¿cuál es?

Y entonces entre el mar de documentos, hipótesis, suposiciones y ocurrencias me viene a la mente una. No quiere decir que esa sea la respuesta, desde luego que no.

Hace algunos días leí un bellísimo texto de uno de los futbolistas más importantes de la actualidad, el del uruguayo Edinson Cavani quien, para sorpresa de muchos, -por supuesto la mía propia- es un excelente escritor. En un texto que escribió para The Players Tribune, (medio donde escriben atletas profesionales, caracterizado porque siempre lo hacen en primera persona) Cavani escribió una preciosa y sentida colaboración intitulada: “Carta a mí mismo de pequeño”, que como lo indica, se dirige a sí mismo cuando tenía nueve años y vivía en su natal, Salto en Uruguay, muy lejos de la capital Montevideo.

A pesar de ser un texto largo, no pierde la belleza descriptiva de su mensaje. Narra el cómo se necesita dejar literalmente “los pelos en el alambre” para poder no solo jugar al futbol, sino, lo más importante, ganarse la vida. Vivir. O mejor sería decir, sobrevivir en un entorno adverso. Le habla a su “niño Cavani”, al Pelado, como le decían cuando tenía nueve años, advirtiéndole lo que vendrá en el futuro, lo que tendrá que afrontar, luchar y sufrir:

Escrito en primera persona, como es la exigencia de la publicación, aquí una parte del texto:

“[…] Por su puesto que no eres un niño de la capital, Pelado. Los chicos de Montevideo viven en un mundo distinto. Un mundo que tú ni siquiera sabes que existe. Un mundo de botines Adidas, de viajes en auto y de pasto verde. En Salto, todo es diferente. Por algún motivo, todos quien jugar descalzos. Algunos niños empiezan los partidos con calzado, pero después, en el medio tiempo, todos los botines están apilados en un costado y todos están corriendo descalzos. Si cierro los ojos ahora mismo, todavía puedo sentir el barro en la planta de los pies. Todavía puedo sentir a mi corazón latiendo, persiguiendo la pelota, soñando con el helado. Llevarás estos sentimientos contigo durante toda tu vida, porque eres sudamericano. De Uruguay. De Salto. Vives el futbol de una manera diferente”

Y Sigue:

“La bendición y la maldición para los uruguayos es que nunca nos podemos relajar. Es la historia de nuestro futbol, es la historia de nuestro país. Cuando nos ponemos la celeste (su camiseta), sentimos el orgullo de nuestra historia.
Tenemos que ir por todas, dale, dale, dale. Y allá vamos.
¿Cuáles son tus sueños, Pelado?
Ni siquiera los recuerdo con exactitud. El tiempo los transformó en recuerdos difusos.
¿Tu sueño es jugar en Montevideo, como Nando?
Lo conseguirás, y cuando lo hagas, se sentirá como si estuvieras jugando la Champions League.
¿Tu sueño es jugar en Europa?
También lo conseguirás, y harás suficiente dinero para cambiarle la vida a tu familia.
¿Tu sueño es jugar para Uruguay?
Lo harás, y tendrás experiencias que te harán llorar de alegría y también de tristeza.
¿Tu sueño es jugar un Mundial?
(No te voy arruinar la sorpresa. Solamente te diré que el año 2010 será El Loco).
¿Tu sueño es tener mucha plata, manejar lindos autos y dormir en hoteles elegantes?
Bueno, Pelado, tendrás todas esas cosas”

Y agrega:

“Pero tengo que decirte algo. No necesariamente te harán feliz.
Lo que tienes ahora, con 9 años de edad, es algo que ahora extraño muchísimo.
No tienes una ducha caliente. No tienes un peso en el bolsillo. Ni siquiera tienes buen pelo. Pero tienes algo más. Algo que no tiene precio. Tienes tu libertad.”

Después Cavani le narra a su niño interno como todo, absolutamente todo lo que anheló de chico lo obtendrá, pero a un precio alto. Hoteles, aviones, concentraciones, dietas, horarios rigurosos. Todo, absolutamente todo sin depender de él.

Luego, en una parte hermosa, recuerda las palabras de su padre quien le dice que al momento de cruzar la línea de cal y entrar al campo, nada importará, nada, ni nadie le podrán ayudar. Sólo estará él y su alma.

Y entonces concluye su carta a su yo interno, al niño Cavani:

“Si escuchas esas palabras y realmente crees en el espíritu de lo que dicen, entonces, aunque la presión sea inmensa, aunque estés jugando frente a millones de personas… saldrás a la cancha y te sentirás como si estuvieras jugando descalzo.
Sentirás el barro pegado en la planta de los pies.
Sentirás a tu corazón latiendo y correrás buscando la pelota, como si fuera el trofeo más grande del mundo. Como si estuvieras jugando por el helado”, concluye.

¿Cuáles serán los sueños de nuestros jugadores mexicanos?

¿Cuántos tuvieron que jugar descalzos?

¿Cuántos vibran al ponerse la camiseta nacional?

¿Cuántos tuvieron que pasar penurias?

¿Cuántos saltan a la cancha sintiendo que juegan descalzos?

¿Cuántos jugaron en campos de tierra y lodo y tuvieron como recuerdo la marca de las piedras como trofeos de la batalla y la guerra?

¿Cuántos tuvieron que hacer coperacha para comprar los uniformes o el mismísimo balón?
¿Cuántos de ellos, vieron en el futbol la única oportunidad que les daba la vida para salir de la maldita pobreza?

¿Cuántos saltan a la cancha con el corazón latiendo?

¿Cuántos persiguieron la pelota como si fuera el trofeo más grande de su vida?

¿Cuántos salen a una cancha, “como si estuvieras jugando por el helado”, como dice Cavani en su carta?

No lo sé.

Pero temo que ahí está la respuesta.

Buen día y buena suerte.

* He aquí el texto completo de Cavani,

Carta a mí mismo de pequeño

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