Los casos de Jesús Reyna (Michoacán) y Cuauhtémoc Gutiérrez: (Distrito Federal)
Por Alejandro Páez Varela
Supongo que los mexicanos tendríamos que estar agradecidos porque dos priistas acusados de corrupción están cerca de ser juzgados por sus actos. Supongo que deberíamos agradecer que estos dos individuos sean expuestos como lo que son, de acuerdo con la evidencia. Lo que es un hecho es que con ambos casos se hace creer que se aplica la ley sin distingos, es decir, sin que importe de qué partido vienen los señalados. Jesús Reyna García es llevado a un juicio y podrían conducir a los tribunales a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, ambos por crimen organizado en distintas modalidades (uno por templario y el otro por explotación sexual).
Supongo que con ambos casos deberíamos sentir que se ha hecho justicia y que podemos dormir en paz.
La pregunta es por qué esa justicia “expedita” no ha volteado los ojos a Carlos Romero Deschamps, Arturo Montiel, Juan Díaz de la Torre; a la familia de Elba Esther Gordillo, a Víctor Flores Morales o a Mario Marín y otros a ex gobernadores como Ulises Ruiz o Humberto Moreira.
Era muy fácil enjuiciar a Gutiérrez de la Torre. La investigación, incluso la evidencia fue aportada desde hace años por los periodistas –que no por autoridades– y últimamente, por los reporteros de MVS Noticias. El tipo bajó el perfil hace poco más de una década después de que el periódico Reforma le publicó sus andanzas con edecanes, pero aún así hizo todo, durante años, para evidenciarse. Es fácil enjuiciar a un sujeto que olía a podredumbre a kilómetros de distancia; uno que había pisoteado a Rosario Guerra, a María de los Ángeles Moreno y hasta a Beatriz Paredes; que era aborrecido por una parte importante del priismo de la Ciudad de México; que usaba la nómina para mantener su harem, de acuerdo con la información disponible.
Y pues sí, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre cayó en desgracia. Como René Bejarano, podría quizás pasar una temporada en prisión –aunque lo dudo– y luego, porque es útil, ofrecerá votos y servicio completo de acarreo –como Bejarano– y con esas se librará.
De la misma manera, era muy fácil enjuiciar al ex Gobernador interino de Michoacán, Jesús Reyna García. El 29 de julio, hace siete meses, José Manuel Mireles Valverde, consejero general del Consejo Ciudadano de Autodefensa del municipio de Tepalcatepec, dijo que el líder histórico de la Familia Michoacana y de Los Caballeros Templarios, Nazario Moreno González “El Chayo”, se reunía con Reyna García y con su esposa. En entrevista para Radio Fórmula dio datos puntuales. “Nazario está vivo. Pregúntele al Gobernador de Michoacán, quien estuvo presente en el sepelio de su papá el pasado miércoles”, señaló entonces. El gobierno federal insistía en que Nazario estaba muerto. “El Gobernador de Michoacán también es templario y la esposa del Gobernador es hermana de la esposa de ‘La Tuta’; ahí estuvieron en el sepelio y estuvieron todas las cabezas principales, las cabezas visibles del crimen organizado en el estado y no hubo nadie que organizara una redada, una revisión o una detención, porque además el velorio lo hicieron en un lugar público en Apatzingán”, agregó. ¿Cómo no iban a ir tras Reyna García?
El 30 de julio, en el colmo de los descaros, el gobierno del propio Reyna dijo, en un comunicado: “No había ninguna razón [del entonces Gobernador]para estar ahí, pero además ese hecho no hubiera pasado desapercibido para nadie y alguien hubiera publicado de inmediato videos o fotografías en medios de comunicación y redes sociales”. Agregó: “La administración estatal califica tan falsas como absurdas dichas afirmaciones, que surgen a partir de un supuesto vínculo familiar entre el Gobernador de Michoacán y familiares de supuestos integrantes de algún grupo delictivo que opera en algunas regiones del Estado. Dicho vínculo no existe, ni ha existido en ningún momento”. Luego hubo lloriqueo: “…La honradez y probidad del Gobernador del Estado están y siempre han estado bajo el escrutinio público”.
Es decir, ya era del conocimiento público que Gutiérrez de la Torre y Reyna García estaban sumergidos en el cochinero. ¿Ahora debemos agradecer que estos dos individuos sean sometidos a un juicio?
Sigo pensando que la justicia se aplica con criterios políticos. Carlos Romero Deschamps, Arturo Montiel, Juan Díaz de la Torre; la familia de Elba Esther Gordillo, Víctor Flores Morales, Mario Marín y otros ex gobernadores como Ulises Ruiz o Humberto Moreira siguen libres, convenientemente para el priismo, mientras estos dos individuos, cuyos escándalos alcanzaron las portadas de los diarios, sirven de carne para los leones.
Jesús Reyna y Cuauhtémoc Gutiérrez no son lo peor del PRI. Son ejemplo de lo corrompido que está el sistema político mexicano. ¿Y ahora los mexicanos tendríamos que estar agradecidos porque están cerca de ser juzgados por sus actos? ¿Debemos aplaudir? Pues no, no lo creo.
Frente a Romero Deschamps, Montiel, Díaz de la Torre; la familia de Gordillo, Flores Morales, Marín, Ulises o Moreira, estos dos eran apenas unos novatos. Se evidenciaban; exhibían su inmoralidad –según la evidencia– a plena luz del sol.
¿A eso debemos llamar “hasta sus últimas consecuencias”? Pues no, no lo creo.
Fuente: Sin Embargo