(La Avenida Juárez, Ernest Hemingway, el Club 15 y Luis Miguel Dominguín)
Por Miguel Ángel Chávez Díaz De León
El Club 15, una cantinita, ubicada en la Avenida Juárez, fue frecuentada, en 1959, por Ernest Hemingway y el torero Luis Miguel Dominguín.
Los dos estuvieron hospedados todo el mes de julio en el Hotel San Antonio ubicado en la 16 de septiembre en frente del Mercado Juárez. Torero y novelista habían pactado festejar el cumpleaños número 60 de Papa Hemingway, completamente borrachos por varias ciudades del mundo.
Cuando llegaron a Ciudad Juárez hacía un calor agitado, no les quedó más remedio que beber cantidades industriales de cerveza Cruz Blanca y varias botellas de Juarez Whisky Straight American.
Habían estado en las tradicionales cantinas y bares de Madrid, Lisboa, París, La Habana, Sun Valley, Idaho y San Antonio, Texas, antes de llegar a El Paso y cruzar el Río Bravo.
La fama mundial de la vida nocturna de la ciudad y su avenida Juárez los atrajo como un vigoroso imán. Varias amistades les habían contado de los grandes centros nocturnos, casas de apuestas, prostíbulos peculiares, cantinas y garitos que abundaban en esta frontera para sofocar las ansias de los vecinos y soldados norteamericanos.
Con ellos venían dos mujeres que se les pegaron en Cuba. Maritrini y Jova. Dos esculturales rumberas que bailaban en el Tropicana de la Habana. Ellas frecuentaban el bar Floridita, cuna del Daiquirí. Ahí las conocieron y las invitaron y se les unieron como ‘’damas de compañía’’ en la mega borrachera que habían empezado los dos en el viejo continente.
Y anduvieron de juerga no solo por la Avenida Juárez, conocieron los tugurios y cabarets de la Segunda de Ugarte y cantinuchas de la mal afamada calle Mariscal. Aunque muchos no los reconocieron. Ellos eran una fiesta andando.
Algunos taxistas creyeron que eran un gringo loco en bermudas y un españolete teatral y amanerado que andaban de putas en los prostíbulos de la ciudad.
Solo el periodista Polo Ochoa del periódico El Fronterizo, los reconoció y registró el suceso en su columna Trik-Trak del 22 de julio de 1959.
En ella se lee: ‘’Ernest Hemingway, escritor mundialmente conocido, Premio Nobel de Literatura, cazador y periodista norteamericano, y el fino matador de la madre patria, famoso entre famosos, Luis Miguel Dominguín están de incognitos en esta frontera de México. Están hospedados en un conocido hotel de la localidad desde hace días. A los dos figurones, uno de las letras, otro de la tauromaquia, se les encuentra desde las cinco de la tarde, hora sagrada en las corridas de toros, en algún bar o cabaret de la Avenida Juárez o de la Mariscal. Se les ha visto mucho en el Club 15, en donde dicen las malas lenguas que se citan, todos los días con dos exuberantes cubanas que quitan el aliento a cualquiera por su belleza y cuerpos tentaderos’’.
Hemingway y Dominguín conocieron el Kentucky, el Tivoli, la Villa Española, el Charmant, la Fiesta, el Recreo, Guadalajara de Noche, el Año Nuevo, la Cucaracha, el Pigallie, el Irmas’s… casi todos los bares de la zona y agarraron el Club 15 de base, porque ahí los atendió Walo Quevedo, propietario del club. Un dandy con refinado gusto por los sombreros azules, Walo los reconoció y entabló amistad con ellos. Y aparte les consiguió, en dos ocasiones, la plaza de toros Alberto Balderas y dos novillos que torearon los dos de noche y completamente ebrios. La plaza y los novillos fueron proporcionados por el Güero Samaniego.
En el Club 15 se vendía los mejores daiquiris de toda la frontera. Ernest Hemingway decía sobre este sabroso y sensual cóctel y el Floridita: “esta bebida no puede ser mejor, ni siquiera parecida, en ninguna parte del mundo”. Por eso el Club 15 fue la cantina preferida de los dos figurones y las mujeres cubanas, que todas las noches del mes de julio visitaban a Walo y ocupaban 4 bancos en la barra de la cantina-pasillo donde nada más caben 15 bebedores.
Actualmente, como prueba de tal distinción, una pequeña fotografía en blanco y negro plasma a Hemingway, a Walo, a Dominguín, flanqueados por las caderas de Jova y Maritrini, y de fondo se ve El Club 15. Las dos rumberas, que llegaron de Cuba siguiendo una borrachera de antología, se quedaron a vivir aquí en Ciudad Juárez.
La foto no se observa a simple vista. Hay que buscarla entre los cientos de cromos de mujeres desnudas que decoran las paredes y el techo del Club 15.
Las dos cubanas viven aún, en la colonia Margaritas. Cerca del parque Hermanos Escobar.
Ellas aún guardan recuerdos y fotografías de aquella juerga monumental del Premio Nobel de Literatura, creador de Por Quién Doblan las Campanas, El Viejo y el Mar y Adiós a las Armas y del gran torero de casta Luis Miguel Dominguín.