La gente pregunta una y otra vez a Joe Barti si cree que tiene mala suerte.
En la meta de la Maratón de Boston explotó una bomba segundos después de que él terminara la carrera. Dos días después, se encontraba en su estado natal de Texas cuando vio explotar cerca de Waco una planta de fertilizantes.
“Nada más pensé, ‘¡no puedo creerlo!’” dijo Berti, quien agregó nunca antes haber visto ningún estallido. Entonces pensó: “nada más quiero irme de aquí y alejarme de tanta explosión”.
Pero resulta que Berti dista de tener mala suerte. El, más bien, se siente afortunado. Salió ileso de ambas tragedias, mientras que también los integrantes del grupo con el que corría y su esposa —quien se hallaba más cerca que él del estallido en Boston— resultaron sanos y salvos.
“Es un milagro”, dijo ayer en entrevista con la Ap. “La gente me dice y me dice, ‘¿no se te hace que tienes mala suerte?’ y de hecho fue lo contrario —les digo que no sólo no creo que tenga mala suerte, sino que me siento bendecido por el hecho de que mi esposa pudiera estar a 10 yardas (9 metros) de la explosión y no tener ni un rasguño”.
Los estallidos de Boston, que ocurrieron con 10 segundos de distancia en la meta de la maratón del lunes, dejaron un saldo de tres muertos y más de 180 heridos. En West, Texas, que se localiza cerca de Waco, el miércoles explotó una planta de fertilizantes.
La ruta de Berti rumbo a la maratón de Boston comenzó hace apenas un par de meses, cuando decidió correr con Paladines de los Niños, una organización benéfica que ayuda a menores con enfermedades raras o no diagnosticadas y a sus familias.
Berti fue uno de los ocho corredores de la región de Austin que participaron con el grupo en el maratón. Cada uno corrió por un niño enfermo o “compañero de entrenamiento”, quien desde su casa se mantuvo al tanto del avance de su corredor.
Durante los últimos 6.4 kilómetros, Berti, de 43 años y que portaba el número 25472, sintió que su cuerpo ya no podía y bajó el ritmo. Pero estaba corriendo por su compañero Drew, y prometió terminar.
“Acababa de correr hasta la meta y como 30 segundos después oí la primera explosión, y luego me di la vuelta y vi el humo”, explicó. “Inmediatamente supe que era una bomba… Después ocurrió la segunda explosión y vi a mucha gente salir corriendo”.
En ese momento, dijo, se encontraba tan agotado que ya no podía correr. Le inquietaba quedar atrapado en una estampida. Le preocupaban los miembros de su grupo de corredores que iban detrás de él. También pensó en su esposa, con quien no pudo comunicarse y que probablemente estuviera preguntándose dónde se encontraba él. Se dijo a sí mismo que ella estaba bien, porque se suponía que estuviera en un restaurante.
Joe Berti volvió a trabajar. El miércoles, todo el día tuvo juntas en Dallas, seguidas por un recorrido por un museo. En la noche se dirigía a casa por la carretera Interestatal 35 que pasaba cerca de Waco cuando vio subir humo negro adelante a su izquierda. Al acercarse más, vio —y sintió— su segunda explosión en dos días.
“¡Tiene que ser una broma!” recuerda haber pensado. Describió la gigantesca bola de fuego y la enorme fuerza que sacudió su automóvil. Dijo que parecían las fotografías de las explosiones nucleares que ha visto por televisión.
Fuente: AP
Berti en Austin, ciudad en la que reside
Foto tomada pon Berti en su paso por Waco
Berti el día de las explosiones del maratón de Boston