Durante el fin de semana la contienda presidencial se precipitó hacia un parteaguas: la votación que empezará a revelar la verdadera profundidad del deseo que los estadounidenses tienen de hacer a un lado a los políticos tradicionales y a los convenios estilo Washington a fin de aceptar a perturbadoras figuras externas que hacen un llamado a sus pasiones.
Tras un año de encuestas innumerables y a menudo con resultados encontrados, se esperaba que más de 250 mil habitantes de Iowa asistieran a las reuniones electorales en una noche de lunes relativamente templada con el propósito de emitir un juicio sobre los candidatos insurrectos que prohibirían a los musulmanes la entrada al país (Donald Trump), se opondrían a hacer concesiones a los demócratas (el senador texano Ted Cruz) y propondrían una agenda de impuestos altos y gobierno de gran control (el senador de Vermont Bernie Sanders). Los electores se disponen a poner orden en la contienda, o reordenar la política, como en ningunas otras elecciones recientes.
El dinero, la experiencia y los avales —ventajas que por lo regular convierten en los inevitables candidatos a aspirantes como Hillary Clinton y Jeb Bush, el exgobernador de Florida— serán sometidos a prueba contra los potentes mensajes de rivales que prometen alboroto.
La importancia de la agresión en la recaudación de fondos y los comerciales de campaña, los cuales hasta hoy han costado un gran total superior a los 100 millones de dólares, se volverá sospechosa si la organización que los grupos de las bases populares encabezan en las redes sociales contribuye a las sorpresivas victorias de candidatos como Sanders.
Y es casi seguro que el estado anímico nacional en torno al poder firmemente establecido —Wall Street, las dinastías políticas y Washington— se refleje en los resultados de las competencias de este invierno por las nominaciones.
Del lado republicano, Trump, quien pasó el día de ayer recorriendo los poblados del oriente de Iowa, proyectó la suprema confianza que ha definido su campaña, aun cuando ha afrontado ataques de dos rivales, Cruz y el senador de Florida Marco Rubio. Trump casi no habló sobre ellos, diciendo en entrevista que ya estaban viendo a futuro la posibilidad de las elecciones generales contra Clinton, exsecretaria de Estado y senadora.
“Nuestra popularidad es lo bastante fuerte como para ganar en noviembre estados en los cuales por lo general ya no triunfan los republicanos: Michigan, Pennsylvania, Virginia, Florida, Ohio”, dijo Trump. “La verdad me sorprende un poco que me esté yendo tan bien. Pero mi mensaje es algo que la gente quiere escuchar, más que seguir las reglas de los políticos de siempre”.
Fuente: AP