El cineasta Pedro Almodóvar, el escritor Mario Vargas Llosa y una larga lista de 300 intelectuales han hecho público un manifiesto contra la independencia de Cataluña de España. En el manifiesto, acusan a los independentistas de convertir a España en su “chivo expiatorio sobre quien cargar todos los malestares” y niegan que Cataluña esté sometida a un expolio.
“Ni Cataluña está sometida a un expolio por parte de España, ni el común de los españoles alberga un sentimiento de menosprecio hacia ella”, asegura el mensaje publicado en el diario ‘El País’.
Los firmantes hacen un llamamiento “a favor de la izquierda y del federalismo” para responder al “secesionismo estimulado” por las autoridades catalanas y otras fuerzas nacionalistas. Niegan que la independencia aporte beneficios y critican que sus partidarios “aduzcan obviando penosas consecuencias para todos”.
Los intelectuales y profesionales que firman el manifiesto consideran que “todas las fuerzas democráticas tendrían que sumarse en la investigación de un mejor encaje institucional para Cataluña, de una financiación más justa y de la federalización del deteriorado Estado de las autonomías”.
Según los intelectuales, “Cataluña suscita afecto, admiración y reconocimiento, entre otras razones porque sin ella, sin su lengua, sin su cultura y sin su aportación solidaria, no puede entenderse la España democrática”.
Sin embargo, señalan que es preciso que el Gobierno catalán “y otras fuerzas de afinidad independentista asuman las graves responsabilidades en la equivocada gestión de la presente crisis económica”.
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha convocado a elecciones anticipadas para el 25 de noviembre. Además, en caso de ganar, tiene previsto organizar un referéndum sobre el futuro de la Comunidad Autónoma de Cataluña.
De acuerdo con las últimas encuestas, el 50,9% de los habitantes de la región están a favor de su independencia, sin embargo, ese paso significaría abandonar la Unión Europea.
He aquí el manifiesto completo:
Varios centenares de intelectuales y profesionales han firmado en Cataluña un llamamiento a favor de la izquierda y del federalismo para responder al creciente secesionismo estimulado por Convergència i Unió, desde el Gobierno de la Generalitat, así como por otras fuerzas políticas de afinidad nacionalista.
Queremos atender esa llamada porque los promotores de una independencia inmediata de Cataluña aducen beneficios obviando penosas consecuencias para todos. Además se eximen de responder a los ingentes problemas que, como europeos, como españoles, como ciudadanos de una comunidad autónoma y como vecinos de un municipio, nos plantea la crisis económica y la incapacidad que aquí y en Europa se advierte para adoptar decisiones válidas. Añadir una propuesta de secesión augura, bajo el pabellón de un nacionalismo exacerbado, el desbordamiento a corto plazo del malestar social al que nos viene arrastrando el súbito empobrecimiento y el vértigo de la desesperanza de un número creciente de ciudadanos.
Los independentistas convierten su particular idea de España en el chivo expiatorio sobre el que cargar todos los malestares. Abonan así el terreno a la exigua minoría que, desde el resto de España, se propone hacer otro tanto con su particular idea de Cataluña. La afirmación de que España perpetró agresiones contra Cataluña es una desgraciada manipulación del pasado, que olvida deliberadamente cómo en los conflictos y guerras civiles en los que todo el país se vio envuelto, los catalanes, al igual que el resto de los españoles, se dividieron entre los diferentes bandos.
Ni Cataluña está sometida a un expolio por parte de España, ni el común de los españoles alberga sentimiento alguno de menosprecio hacia ella. Bien al contrario: Cataluña suscita afecto, admiración y reconocimiento, entre otras razones porque sin ella, sin su lengua, sin su cultura y sin su aportación solidaria, no puede entenderse la España democrática. Las fuerzas políticas que han abrazado el independentismo calculan que, dada la drástica reducción de los recursos del Estado y los padecimientos de la crisis, sería llegada la hora de pugnar por sus aspiraciones maximalistas, sin atender al orden constitucional pactado por todos.
En Cataluña existe un profundo sentimiento nacional, del que el resto de los españoles es plenamente consciente. De ahí que sostengan con firmeza que haya de ser reconocido e integrado de nuevo en el seno de instituciones compartidas. No obstante, si ese sentimiento de forma mayoritaria se manifestara contrario de modo irreductible y permanente al mantenimiento de las instituciones que entre todos nos dimos, la convicción democrática nos obligaría al resto de los españoles a tomarlo en consideración para encontrar una solución apropiada y respetuosa: los ciudadanos de Cataluña tienen que saber que este es nuestro compromiso irrenunciable. Pero tienen que saber también que en el resto de España y en la misma Cataluña hay muchas voces que reclaman seguir avanzando juntos.
El programa de construcción nacional incentiva a los independentistas a sentirse víctimas de una opresión por parte de España, a rechazar la toma en consideración de las propuestas de entendimiento y a silenciar o relegar a todos aquellos ciudadanos catalanes que no suscriban ese programa de secesión. La transición de la dictadura a la democracia se hizo de la ley a la ley pasando por la ley. Ahora, paradójicamente, los independentistas para llevar adelante su denominada transición nacional se proponen violentar la ley democrática, hecha por todos y para todos, con el propósito de alumbrar una ley nueva, hecha solo por los que se sienten llamados a una misión sin contar con los demás. En la aritmética política sucede que el orden de los factores altera el producto
Ni España ni la Constitución de 1978 ni el Estatut de 2006 niegan a los ciudadanos de Cataluña ejercer su derecho a decidir; son los partidos que apoyan la fulminante independencia de Cataluña quienes confunden las opciones al concurrir, una tras otra, a las citas electorales con programas edulcorados, indoloros y sin coste político, social o económico alguno, pensando ampliar así sus apoyos en las urnas.
Es preciso que CiU y otras fuerzas de afinidad independentista asuman sus graves responsabilidades en la equivocada gestión de la presente crisis económica y en los abusos en que incurrieron y dejen de exculparse bajo el supuesto expolio perpetrado por España. Esa estrategia de exculpación les ahorra el debate económico y social que necesitan tanto Cataluña como el resto de España, exacerbando y absolutizando, en su lugar, un debate nacional y nacionalista.
Consideramos, además, que todas las fuerzas democráticas deberían sumarse en la búsqueda de un mejor encaje institucional para Cataluña, de una financiación más justa y de una federalización del deteriorado Estado de las autonomías, que inscriba en su norma suprema la solidaridad interterritorial y los criterios de su aplicación compatibles con el esfuerzo común de todos y el principio de ordinalidad. Por ese camino podremos seguir ampliando las cotas de libertad, igualdad, progreso y respeto mutuo logradas con la Constitución de 1978.
[También ayer, otro grupo de personas de diversos ámbitos de la política, la cultura o la economía difundieron otro comunicado sobre los últimos acontecimientos relacionados con el futuro de Cataluña, en el que exponen argumentos aproximados al texto anterior. Entre el medio centenar de de firmantes de este segundo texto figuran Antonio Elorza (catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense), Jon Juaristi (escritor), Javier Varela (profesor de la Historia del Pensamiento Político), Enrique Gimbernat (catedrático de Derecho Penal), Agustín Ibarrola (pintor y escultor), Félix Ovejero (profesor de Economía) o Emilio Lamo de Espinosa (catedrático de Sociología)].
He aquí algunos de los firmantes:
Aguilar, Miguel Ángel. Periodista.
- Alberdi, Inés. Catedrática.
- Almodóvar, Pedro. Cineasta.
- Alvarez Junco, José. Catedrático.
- Arregi, Joseba. Exprofesor de la UPV y exconsejero de cultura del Gobierno Vasco.
- Azúa, Félix de. Escritor.
- Barreiro, Belén. Socióloga.
- Caballero Bonald, José. Escritor.
- Cajal, Máximo. Embajador de España.
- Casanova, Julián. Historiador.
- Cortés, Matías. Catedrático de Derecho Financiero.
- Croissier Batista, Luis Carlos. Economista.
- Eguiagaray, Juan Manuel. Economista.
- Goytisolo, Juan. Escritor
- Grandes, Almudena. Escritora.
- Guelbenzu, José María. Escritor.
- Juliá, Santos. Historiador.
- Laborda, Juan José. Senador constituyente.
- Lindo, Elvira. Escritora. Madrid.
- López, Cayetano. Director del CIEMAT.
- Luna, Álvaro de. Actor.
- Mariscal, Javier. Diseñador.
- Martín Pallín, José Antonio. Magistrado Emérito del Tribunal Supremo.
- Martínez Reverte, Javier. Escritor.
- Martínez Ten, Carmen. Pta. Consejo Seguridad Nuclear.
- Moneo, Rafael. Arquitecto.
- Muñoz Molina, Antonio. Escritor.
- Ontiveros Baeza, Emilio. Catedrático.
- Probst Salomon, Barbara. Escritora.
- Quadra Salcedo, Tomás de la. Catedrático.
- Querejeta, Elias. Productor de cine.
- Rábago, Joaquín. Periodista.
- Recalde, José Ramón. Ex consejero Gobierno Vasco.
- Ridao, José María. Diplomático y Escritor.
- Rubio Llorente, Francisco. Catedrático Derecho Constitucional.
- Sánchez-Gijón, Aitana. Actriz.
- Solchaga, Carlos.
- Vargas Llosa, Mario. Escritor.