La selección de Inglaterra se ha clasificado a los cuartos de final del Mundial de Rusia 2018 tras vencer 4-3 a Colombia.
Cómodamente asentados en el Palacio de Buckingham, los fantasmas de los penaltis tendrán que hacer las maletas y mudarse. Se acabó el gafe de Inglaterra desde los once metros, hundida toda Colombia por una eliminación tan cruel. Serán los de Southgate los que jueguen los cuartos de final del Mundial ante Suecia tras un duelo colosal.
Como dos boxeadores, Colombia e Inglaterra se habían mirado a la cara y chocado los puños antes de iniciar las hostilidades. No iba a haber tregua sobre el césped del Spartak Stadium. Y no la hubo. La intensidad brotó desde todos los ángulos y rebasó el vaso desde el pitido inicial. Se resintió el juego, pero el espectáculo fue de aquellos dignos de ver. Una gran batalla que se iba a decidir por detalles.
El combate defensivo fue descomunal, con un Yerry Mina que se multiplicaba por arriba y por abajo, sin importarle dejar descubierta su posición. Inglaterra prefería los tambores al violín para sus ataques, pero la melodía no acaba de sonar del todo bien. Apenas afinó Trippier en una falta, pero erró por centímetros.
Sin James, lesionado, Pékerman le dio la batuta a Quintero, tan genial como intermitente. Suyo fue el primer disparo a puerta del choque, ya en el descuento de la primera mitad. Tanto Ospina como Pickford habían disfrutado del combate desde fuera de las cuerdas, ajenos al combate pero expectantes.
Se palpaban los nervios de los futbolistas, especialmente en las filas cafeteras, demasiado pendientes de la labor del colegiado norteamericano Mark Geiger. Tanto, que hacían oídos sordos a sus advertencias en las jugadas a balón parado. Mucha protesta y poca cabeza demostraron algunos.
Valga el ejemplo de Carlos Sánchez, que queda señalado. Advertido por el árbitro antes de un córner, acabó arrollando a Harry Kane a menos de un metro de los ojos de Geiger, que no dudó en señalar penalti. Una infracción que le acabó costando a Colombia su eliminación del Mundial porque el pichichi inglés es de esos que no falla en los momentos importantes.
Les quedaba más de media hora a los sudamericanos para igualar las fuerzas y forzar un asalto extra. Pero no parecía haber rendijas en el bloque inglés, que no había concedido ni media ocasión a su rival. Esperar un error como el de Walker era otra de las opciones, pero Cuadrado no acertó tras la buena maniobra de Bacca y Falcao.
En plena desesperación colombiana, abonada por las pérdidas de tiempo de los futbolistas de Southgate, Uribe encontró un momento de claridad para enganchar un disparo impresionante que Pickford logró desviar a córner. Ahí se obró el milagro cafetero, con un nuevo cabezazo de Yerry Mina, consagrado en el Mundial como uno de los mejores de la especialidad, elevada a tres su cuenta goleadora. El central del Barça remató cuando ya iba absolutamente cojo, lastrado muscularmente por la intensidad del choque, y se revaloriza como una gota de agua en plena sequía.
Colombia tuvo que recomponerse de cara a la prórroga, revolucionado su once por Pékerman en la búsqueda del empate, convertido el solitario Falcao en un tridente ofensivo junto a Bacca y Muriel. Pero mostró mucho más solvencia que los ingleses, quizás aturdidos por el gol recibido a última hora, apoyados en la frescura de Vardy para evitar lo inevitable, la tanda de penaltis.
El fantasma de los once metros volvía a acechar a Inglaterra, que arrastraba un gafe histórico que amenazaba por cobrar vida de nuevo en Moscú. Pero 22 años después, la cruz de San Jorge ahuyentó por fin a todos los fantasmas e impuso su ley ante una Colombia que se ahogó en lágrimas. Inglaterra sigue viva.