Inglaterra abusó de una Panamá sin tener que hacer mucho más que ser ella en las áreas. Los inventores del fútbol jugaban contra unos recién llegados al Mundial. Un duelo desigual, que no debería ocultar la mejoría de Inglaterra, un equipo ordenado, directo, con el liderazgo efectivo de Kane y mucho trabajo de pizarra.
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La novedad en Inglaterra era Loftus-Cheek en lugar de Dele Alli, con molestias. Panamá tuvo una contra en el minuto 4 que falló claramente y ya no tuvo más, porque Inglaterra explotó su inexperiencia en las áreas. Muy pronto, en el minuto 8, Stones remató solo un córner. Era el tercero a balón parado en el torneo y acababa de empezar el partido. Atacaba Panamá, llegó a chutar Bárcenas, y a Inglaterra le bastaba con dominar las áreas muy tranquila y lanzar balones a la velocidad de Sterling o Lingard. Así llegó el penalti en el minuto 20: Escobar e incluso el apratoso Torres acuden sonoramente y Lingard colabora. No dudó el árbitro, quizás porque el VAR anima también a pitar. Hay tantos penaltis que los árbitros los pitan con otra alegría, sin tanto dramatismo. Los panameños intentaron incordiar, pero Kane lo lanzó con una autoridad impactante. Un trallazo a la escuadra lleno de firmeza. Kane tiene esa mezcla de potencia y minuciosidad. En el estadio de Volvogrado sonó el «Three Lions» de Lightning Seeds, un gran detalle para los ingleses y para todos los demás.
Inglaterra llevaba apenas dos llegadas y dos goles. Panamá intentó atacar e Inglaterra se replegó. Los recursos no cambiaban: velocidad de Sterling y balón parado. Trippier tuvo una ocasión en uno. Lo único que se salió de ese guión fue Lingard, que en el 36 trazó una diagonal con apoyo de Sterling y de lejos clavó un golazo por la escuadra. Un gol excelente. La selección de Southgate ha de tener algo porque este Lingard es mejor que el que se ha visto en la Premier esta temporada. Kane y Southgate proyectan algo patricio, moderno y a la vez clásico y ordenado en esta Inglaterra que juega con las medias altas, muy altas, por encima de las rodillas como si fuesen las protecciones de los jugadores de cricket.
En el 40 llegó el cuarto en una especie de apogeo: un balón parado con estrategia, una serie de paredes de cabeza que acabó rematando Stones ante la pasividad de una desconcertada Panamá. La misma que poco después les llevaría a cometer un penalti múltiple en otro balón parado. Lo lanzó Kane exactamente igual que la vez anterior, como si fuera una máquina escupiendo bolas idénticas. En una primera mitad, Inglaterra había sacado dos goles y un penalti del balón parado.
En la segunda, el partido se tranquilizó. «Bolillo» Gómez, el seleccionador panameño le dijo algo conciliador a Southgate antes de empezar. Quizás pedía piedad, lo parecía. Inglaterra se metió en su campo y Panamá la tuvo sin peligro alguno, salvo en una llegada de Murillo. Pero los goles a Inglaterra le llegaban sin buscarlos. En el 62, un tiro de Loftus-Cheek rebotó en Kane, que estaba de espaldas y se puede decir que marcó sin querer.
Con su hat-trick, y mientras el VAR dirimía la legalidad de su rebote, fue sustituido por el vivo Vardy. Inglaterra tiene en Kane un líder que no tenia desde hace mucho tiempo. Un líder dentro y también fuera, pues con su influjo marca una línea de comportamiento.
Panamá siguió esforzándose, como si su partido siguiera vivo. Lo estaba. Su partido era marcar por fin en un Mundial, y consiguió el gol en el 78, en una falta que remató el veterano, casi cuarentón, Baloy. El estadio lo celebró con euforia. De la goleada, Panamá sacaba algo histórico; para Inglaterra era la clasificación directa a octavos a la espera de jugarse el primer puesto con Bélgica. Después de haber jugado contra Túnez y Panamá, será una prueba necesaria para los de Southgate.