De las 228 víctimas –mujeres y niñas– de trata de personas reportadas en 2014 a través del Sistema Alerta Roja (SAR), 144 siguen desaparecidas y solamente 69 fueron localizadas con vida, mientras que 14 mujeres fueron víctimas de feminicidio, según un informe que dio a conocer la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (Catwlac).
El informe asevera que 34 víctimas provienen del Distrito Federal, 32 del Estado de México, 18 de Veracruz y 17 de Tlaxcala; mientras que 26 de estas víctimas –tanto localizadas como desaparecidas— fueron víctimas de trata en la capital, seguido de Puebla (10), Chiapas (9) y el estado de México (8). Asimismo, 5 de los feminicidios fueron perpetrados en la entidad mexiquense.
Los ministerios públicos –locales y federales— ejercieron acción penal en solamente 14 ocasiones y pese a que la justicia identificó a 57 presuntos responsables, solo abrió 12 juicios penales, de los cuales pronunció tres sentencias. Dicho de otro modo, el 98% de los casos quedó impune.
En colaboración con distintas autoridades gubernamentales, la organización implementó el Sistema Alerta Roja (SAR) en México, con el objetivo de localizar y rescatar a mujeres y niñas, niños y adolescentes desaparecidos y probablemente víctimas de trata, explotación sexual o laboral, esclavitud o captación por grupos delincuenciales.
De acuerdo con el informe, en los últimos cinco años se multiplicó por diez el número de casos atendidos en el SAR, al pasar de 22 en 2009 a 228 en 2014. El objetivo principal de la Alerta Roja consiste en localizar y rescatar a los niños y las mujeres víctimas de trata de personas.
Si bien Teresa Ulloa Ziáurriz, la directora del Catwlac, asume que los 228 casos documentados sólo representan una muestra del fenómeno de la trata de personas en México, estima que la base de datos de la organización permite dar un panorama de “la incidencia y la naturaleza” de estos delitos.
“Las formas contemporáneas de la esclavitud parecen estar aumentando. Su notoriedad en México ha llevado a una mayor conciencia para el desarrollo de políticas públicas, aunque todavía no se traduzca en presupuestos”, plantea el documento.
Las jóvenes las más vulnerables
Así, el informe destaca que las mujeres jóvenes –hasta muy jóvenes– corren más riesgos de ser víctimas de trata de personas: En 139 de estos 228 casos, la víctima es menor de edad –42 de ellas tienen menos de 12 años–, mientras que 82 víctimas tienen entre 18 y 35 años.
Más de la mitad de las víctimas –120– fueron captadas por redes de trata de persona a través de la fuerza, mientras que las demás lo fueron por engaño –55 de ellas–, por seducción –38– o por sustracción de menores.
En 135 casos, la víctima no tenía ninguna relación con el “reclutador” antes de desaparecer lo que explica, según el informe, que las formas más comunes de captación son la fuerza y el engaño. En 35 casos existía una relación sentimental con el victimario; en esta situación, el modo de captura se da principalmente a través de la seducción o de la sustracción.
De hecho, siete de cada diez casos atendidos en el SAR involucra a grupos de la delincuencia organizada, los cuales suelen explotar a las víctimas a través de redes de trata, de explotaciones sexual y laboral y de utilización de los niños en actividades criminales.
A raíz de su experiencia, la Catwlac identificó a varios factores que incrementan el riesgo de volverse víctima de trata, entre ellos la pobreza, los desplazamientos, los conflictos armados –que incluyen a la delincuencia organizada–, la presencia de grupos armados oficiales, la falta de oportunidades, así como la violencia y la discriminación de género.
La mayor parte de las víctimas que atiende la Catwlac proviene de una clase socioeconómica baja o medio baja. Sin embargo, nueve víctimas pertenecían a una clase media o alta, lo que demuestra, según Ulloa, que “la violencia de género no es solamente una cuestión de niveles socioeconómicos”.
Efectos desastrosos
El informe revela que sólo tres de las 228 víctimas provenían de comunidades indígenas, pues las poblaciones más marginadas del país tienen pocas oportunidades de comunicarse con la organización y de ingresar sus casos al SAR.
Asimismo, los datos de la Catwlac revelan que de los 228 casos, 16 víctimas terminaron la universidad y otras 14 desaparecieron antes de concluirla. Una de ellas se encontraba en estudios de posgrado cuando desapareció.
“Nadie puede consentir a su propia explotación”, aseveró Ulloa, al recordar que la trata de personas se convirtió en el segundo negocio ilícito más lucrativo del mundo.
Y sus efectos sobre las víctimas son desastrosos: Según el informe de las 69 víctimas localizadas con vida, 20 fueron rescatadas con algún tipo de enfermedades –15 presentaron lesiones físicas, 6 estaban embarazadas y 3 padecían de infecciones de transmisión sexual—y 35 sufrían de afectaciones psicológicas.
La trata de personas –el proceso de reclutamiento, transportación, alojamiento y recepción de personas– “es la condición previa a la explotación o esclavitud”, plantea el documento.
La Catwlac también identificó un fenómeno en expansión: el de las “presuntas culpables”. Se trata de mujeres quienes ya no son “aptas” para la explotación sexual y se dedican a “formar” a las nuevas esclavas. Durante los operativos, las autoridades las llevan como si fueran proxenetas, dejando libre al líder de la red.
Fuente: Proceso