¿Es Taylor Swift un activo que el Pentágono usa para asegurar la derrota de Donald Trump? ¿Dijo el gobernador de Texas Greg Abbott que Joe Biden debe aprender de Putin a trabajar por los intereses de Estados Unidos? ¿Dijo Trump que los atentados del 11-S los perpetró el Gobierno de EEUU? ¿Ha llegado el ejército de esta gran potencia a Ecuador para “matar terroristas“?
Si has navegado por TikTok, X y Facebook en español, es posible que hayas visto algunas de estas falsedades que pretenden retratar negativamente a demócratas o a republicanos, dependiendo de las noticias falsas que encuentres.
Los votantes estadounidenses acudirán a las urnas el 5 de noviembre en las primeras elecciones presidenciales desde el auge de la inteligencia artificial generativa. Es posible que la audiencia esté expuesta a audio, imágenes y vídeos creados con Midjourney, Dall-E, ChatGPT y otras herramientas. Pero se encontrarán también con formas más tradicionales de desinformación, que suelen basarse en información veraz hilada, tergiversada, recontextualizada o reelaborada por activistas y asesores de campaña con el objetivo de reforzar narrativas sesgadas.
A lo largo de las dos últimas décadas, los latinos estadounidenses han sido a menudo blanco de este tipo de campañas de desinformación. Con una estimación de 36,2 millones de latinos con derecho a voto en 2024, frente a los 32,3 millones de 2020, los latinos constituyen la mayor minoría del país y tienen un peso significativo en el futuro de EEUU, ya que muchos viven en estados en disputa como Florida, Arizona, Nevada y Georgia.
Para entender qué falsedades se están difundiendo entre los hispanohablantes en EEUU, hablé con tres expertos que las están siguiendo y verificando para esas audiencias.
Los latinos, en la diana
Tamoa Calzadilla es la redactora jefe de Factchequado, un medio digital de verificación de hechos centrado en la desinformación en español en Estados Unidos. Calzadilla destaca que los latinos estadounidenses no son un grupo monolítico de votantes y explica que las diferentes narrativas se dirigen a diferentes comunidades según su lugar de procedencia.
“Yo vivo aquí en una comunidad en Miami con muchos venezolanos y muchos cubanos que le tienen miedo a las dictaduras y al socialismo. Algunos grupos conspirativos lo saben y lo utilizan para asustar a la gente”, dice Calzadilla.
Un buen ejemplo es un anuncio en YouTube que la campaña de Trump creó en 2020 afirmando falsamente que el Gobierno venezolano apoyaba a Joe Biden. Según la organización de noticias sin ánimo de lucro ProPublica, el vídeo fue visto más de 100.000 veces en Florida en los nueve días previos a las presidenciales de 2020. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, nunca apoyó a ninguno de los candidatos. Pero algunos votantes pueden haber creído lo que vieron.
Otras narrativas que se aprovechan de las comunidades latinas tienen que ver con la inflación (dirigida a argentinos y venezolanos), el aborto y los derechos reproductivos (la mayoría de los latinoamericanos son católicos), y la sombra del fraude electoral o de las elecciones amañadas (algo que ha ocurrido en el pasado en Honduras, Nicaragua, Ecuador y muchos otros países).
“Este tipo de desinformación va dirigida a la comunidad latina que no habla inglés”, dice Calzadilla. “Entendemos que los hispanohablantes en Estados Unidos son más vulnerables que otros porque no tienen las mismas fuentes [que los angloparlantes]para informarse”.
Aunque muchos jóvenes latinos consumen noticias en inglés, más de 15 millones de hogares estadounidenses son hispanohablantes, y al menos tres millones de esos hogares son de “habla inglesa limitada”, según la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense de la Oficina del Censo. Esto significa que una parte significativa de la población latina de Estados Unidos consume contenidos en español.
Sam Woolley, director del laboratorio de investigación sobre propaganda del Center for Media Engagement de la Universidad de Texas, también ha visto cómo estas narrativas se adaptan a poblaciones particulares. El Centro, que ha trabajado con múltiples y diversas comunidades latinas alrededor de EEUU, analiza cómo este segmento de la población está expuesto a contenidos falsos o engañosos.
“Una cosa fundamental que hay que entender es que muchas de las campañas que vemos están micro-dirigidas a subsectores específicos de la población latina en geografías específicas y hablan de temas que son específicamente relevantes para esas comunidades”, explica.
Algunas narrativas, sin embargo, trascienden las subcomunidades para dirigirse al electorado hispanohablante en general. Según Calzadilla, una de las más destacadas es el supuesto fraude electoral en 2020 y la llamada invasión de inmigrantes ilegales.
Ronny Rojas, que dirige Tverifica, la iniciativa de verificación de hechos de Telemundo, está de acuerdo y dice que ha visto a menudo mensajes sobre inmigración, incluidos algunos que utilizan datos falsos o engañosos para establecer un vínculo entre el aumento de la inmigración y la criminalidad. Aunque muchos latinos en Estados Unidos son inmigrantes o proceden de familias inmigrantes, muchos de ellos se oponen a lo que consideran la avalancha de inmigración ilegal procedente de la frontera sur.
“Hay un rechazo importante, por lo menos de una parte de la comunidad latina, hacia este tipo de migración”, explica Rojas. “Lo estamos viendo especialmente ahora porque la cuestión de la migración se ha convertido en un punto central en esta campaña”.
Rojas especula que estas narrativas no sólo se crean para persuadir a los votantes, sino para crear confusión entre ellos. “Al generar más confusión, se añade a la discusión sobre la sobre la migración”, dice. “Una narrativa en los últimos años que es mucho más fuerte es que los migrantes explotan el sistema público, cuál no es así”.
¿Quién difunde estas narrativas falsas?
Cuando las primarias republicanas empezaban a calentarse en 2023, la campaña de Ron DeSantis compartió un vídeo en el que criticaba a Trump por no despedir a Anthony Fauci de su cargo en el grupo de trabajo COVID-19. El vídeo incluía imágenes falsas generadas por IA de Trump abrazando y besando a Fauci. Aunque este ejemplo y el anterior que relaciona a Maduro con Biden proceden del bando republicano, ¿podemos decir que los republicanos son más propensos a difundir desinformación a los latinos que los demócratas? No necesariamente, pero este tipo de estrategia se manifiesta de diferentes maneras, dice Caldazilla.
“Algunos medios conservadores y emisoras de radio en Miami difunden teorías conspirativas como la teoría del gran reemplazo que dice que hay un complot para llevar a los inmigrantes a votar y la ‘gran mentira’ [que dice que Trump ganó las elecciones de 2020]”, dice Calzadilla. “[Los demócratas] exageran sobre lo exitosa que es su administración, pero no estamos viendo un gran uso de la inteligencia artificial para engañar a la gente sobre una teoría de conspiración específica”.
Calzadilla explica que los demócratas son más propensos a omitir información que les hace quedar mal o a inflar cifras que les hacen quedar bien, mientras que los republicanos son más propensos a hacer referencia a teorías conspirativas.
Woolley está de acuerdo en que ambos partidos utilizan diferentes tácticas en redes sociales para manipular la opinión pública. Explica además la estrategia general de los demócratas, que implica el uso de grupos coordinados de ‘influencers’ políticos a los que se paga para que repitan un guión sin divulgar su origen. Aunque los republicanos también emplean campañas coordinadas de ‘influencers’, están más dispuestos a utilizar redes de bots y desinformación para influir en la opinión pública.
Aunque el origen de algunas de estas mentiras es fácil de rastrear al proceder de los propios candidatos, la mayoría de las veces no es tan sencillo. Woolley afirma que las campañas suelen recurrir a lo que él denomina “blanqueo de identidades”, con empresas de marketing enigmáticas creadas a menudo con el propósito de trabajar sólo durante unas elecciones en un estado específico para una campaña específica.
“Es importante que la gente entienda que a menudo son intermediarios y grupos de consultoría los que realizan este trabajo”, explica Woolley. “Estados Unidos sigue teniendo varias brechas que permiten a las campañas contratar a contratistas, pero luego los contratistas pueden contratar a subcontratistas que pueden evitar tener que figurar como que han trabajado para una campaña política”.
¿Qué hay de nuevo en la era de la IA?
Woolley y sus colegas del Center for Media Engagement llevan desde 2012 rastreando lo que denominan propaganda computacional (bots, algoritmos y otras formas de automatización). Aunque las campañas de desinformación impulsadas por bots que vieron en 2016 eran rudimentarias y repetitivas, aun así consiguieron manipular algoritmos, y difundir contenidos falsos y dañinos durante la campaña.
“Lo que hace la IA generativa es poner la propaganda computacional en esteroides”, dice Woolley. “Con la IA generativa, las campañas no solo se amplifican en mayor medida. También son mucho más persuasivas, y mucho más matizadas”.
¿Qué quiere decir Woolley con esto? Como científico social que lleva años estudiando la manipulación computacional en la esfera política, a menudo él mismo tiene dificultades a la hora de identificar las imágenes que han sido manipuladas por la IA. “Si los expertos no pueden distinguir entre contenidos creados por IA, ya sean imágenes, texto, vídeos, y contenidos no genéricos, ¿qué esperanza tienen los votantes normales?” dice.
Una de las iniciativas de verificación de hechos de Tverifica, de Telemundo, es un canal de WhatsApp en el que pueden comunicarse directamente con su audiencia. Este servicio también permite a los usuarios enviar al equipo ideas para historias, así como imágenes y documentos que quieren que verifiquen.
Rojas asegura que la mayoría de los contenidos que están viendo circular son imágenes generadas por IA, una cuestión que no existía en ciclos electorales anteriores. “Hay de todo”, dice. “Hay imágenes de políticos que se ven en circunstancias o en situaciones que no ocurrieron, pero yo no me detendría solo en la cuestión política. En realidad imágenes de todo ámbito están circulando de forma masiva”.
Un ejemplo que pone Rojas son las imágenes de una especie de gato recién descubierta con un patrón de pelaje vibrante que han sido compartidas al menos cientos de veces en Facebook y vistas miles de veces en TikTok. Aunque este gato no existe y sus imágenes fueron generadas por IA, miles de personas las han compartido y comentado creyendo que son reales.
“Puedes decir, ‘bueno, eso es un caso que no perjudica a nadie’, pero en realidad, si lo analizas, lo que se genera es una una falsa creencia de la existencia de una raza de gatos que que es falsa y si empiezas a unir todas estas publicaciones falsas, estas imágenes que están llegando, que está viendo la gente, de pronto te das cuenta de que una parte importante de la información que consumen las personas es falsa, es inexistente. Entonces, al final, eso se va generando una base de conocimiento falso”, dice.
Las imágenes generadas por IA no son las únicas que están circulando durante la campaña electoral. Justo antes de las primarias de New Hampshire, los residentes del estado recibieron llamadas automatizadas que imitaban la voz de Biden para disuadir a la gente de votar. Calzadilla dice que están viendo vídeos en Facebook de un Biden falso hablando español y promoviendo una falsa orden ejecutiva que daría seguro gratuito a las personas que ganan menos de 50.000 dólares.
“Nos preocupa porque ahora estamos ante el primer proceso electoral en pleno auge de la inteligencia artificial generativa y he empezado a ver cómo las campañas electorales están utilizando la IA para engañar a la gente sin ninguna transparencia sobre la tecnología que utilizan”, afirma.
A mediados de febrero, varias empresas tecnológicas, entre ellas OpenAI, Meta, Google, TikTok, Microsoft y Amazon, firmaron un compromiso en el que se comprometen a luchar contra la creación y difusión de contenidos generados por IA que interfirieran en las elecciones de todo el mundo. Pero su compromiso carece de detalles sobre cómo lograrán este objetivo.
Qué esperar de las elecciones
Con el ciclo electoral de 2024 ya en marcha, los medios se preparan para lo que se avecina.
Telemundo está contratando a uno o dos verificadores de hechos adicionales y estableciendo alianzas estratégicas con otros medios de comunicación. Por ejemplo, se han asociado con MediaWise para producir una serie de vídeos educativos con los presentadores de Telemundo para ayudar a la gente a identificar la información falsa.
“Hicimos una serie de videos e incluso un curso que podía la gente seguir en línea a su propio ritmo para protegerse de las noticias falsas en la web”, explica Rojas, que dice que esperan producir vídeos similares para otras plataformas, como TikTok, para llegar a otros tipos de público.
Factchequeado está colaborando con medios de comunicación de todo el país, entre los que se incluyen periódicos, emisoras de radio y televisión locales y medios de noticias digitales. Estas organizaciones no son sólo medios en español, sino también en inglés, dirigidos a la comunidad hispana del país. Esto les permite extender su verificación de hechos a todos los rincones de Estados Unidos. Estas organizaciones de noticias, como Dallas Morning News, El Nuevo Georgia News y Qué Hay De Nuevo New Hampshire, pueden publicar gratuitamente todo lo que producen.
“Empezamos en abril de 2022, con siete aliados en distintas ciudades, y ahora mismo tenemos más de 60 medios”, dice Calzadilla. Factchequado, una idea nacida de la colaboración entre la española Maldita.es y la argentina Chequeado, consigue financiar su equipo de 14 personas gracias a diversas subvenciones de organizaciones como Open Society Foundation y Google News Initiative.
Si bien la labor de estas organizaciones es necesaria cuando se trata de proteger a las comunidades latinas de los embates de la desinformación, hay un límite a lo que se puede hacer sin la aportación de las plataformas en las que se propagan estas falsedades. “Muchos estudios demuestran que las plataformas digitales no hacen, al menos aquí en EEUU, el mismo trabajo exhaustivo a la hora de limpiar la desinformación en español que en inglés”, dice Rojas. “Eso hace especialmente vulnerable a los latinos a la desinformación”.
Por ejemplo, un estudio de Avaaz, una organización de derechos humanos sin ánimo de lucro, demostró que el 70% de la desinformación de COVID-19 en inglés acababa marcada con etiquetas de advertencia en Facebook. En cambio, sólo el 30% de la desinformación sobre COVID-19 en español fue marcada. En su testimonio ante el Congreso, la denunciante de Facebook Frances Haugen afirmó que la empresa gasta el 87% de su presupuesto para combatir la desinformación en contenidos en inglés, a pesar de que sólo el 9% de sus usuarios eran anglófonos en ese momento.
Según la empresa de investigación Equis Research, el 47% de los votantes latinos utiliza “a menudo” YouTube como fuente de noticias en una semana normal. WhatsApp (y Facebook en menor medida) también constituyen una fuente de información.
La Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea obliga a las plataformas a ser transparentes en la moderación de sus contenidos, incluida la divulgación de los recursos humanos asignados a la moderación de contenidos, categorizados según cada una de las lenguas oficiales de la UE.
Los últimos informes revelan avances positivos de Meta en Europa, con 163 moderadores para el español frente a 109 para el inglés, según cifras de la propia empresa para 2023. Meta específica que para idiomas como el español, que se hablan ampliamente fuera de la UE, cuentan con revisores de contenidos adicionales, pero esas cifras no están disponibles públicamente. YouTube, sin embargo, cuenta con más de 15.000 moderadores para sus contenidos en inglés frente a los 507 que tiene en español, según cifras de la propia compañía para 2023.
“[Las plataformas] tienen la responsabilidad ante sus usuarios y ante los países en los que operan de mantener los sistemas de gobernanza de los que se han beneficiado”, afirma Woolley. “También lo tienen los gobiernos, y en particular instituciones de Estados Unidos como la Comisión Federal de Elecciones, la Comisión Federal de Comunicaciones y la Comisión de Bolsa y Valores, que tienen mandatos para asegurarse de que las cosas que supervisan son libres y justas y realmente democráticas”.
Aunque gran parte de esta información falsa se origina y difunde a través de las redes sociales tradicionales como Facebook y X, tanto Calzadilla como Rojas afirman que las plataformas más utilizadas por los hispanohablantes son YouTube y WhatsApp, donde las publicaciones que ya son virales se amplifican aún más.
“En servicios de mensajería como WhatsApp es muy difícil verificar la información falsa que circula por esas plataformas de mensajería privada,” dice Rojas. “WhatsApp es super-importante en América Latina lo que hace que la información incluso vaya de un país a otro: que nos llegue de nuestras mamás a Estados Unidos y se devuelva a Colombia o Costa Rica, por ejemplo. Entonces hay un flujo importante que hace que los latinos seamos mucho más vulnerables”.
Aunque los fact-checkers han desmentido que Taylor Swift esté involucrada en una conspiración de los demócratas, Calzadilla dice que rápidamente empezaron a aparecer imágenes de la cantante y otros famosos con camisetas contra Trump. “Sospechamos que algunas fueron creadas por inteligencia artificial”, afirma.
Calzadilla y sus colegas intentaron primero encontrar las imágenes originales a través de una búsqueda inversa, que rápidamente reveló que un actor simplemente retocó la imagen de la camiseta de la celebridad a su gusto. En el caso de los dos famosos cuyas fotos originales no se encontraron, Barack Obama y Tom Hanks, el equipo analizó las discrepancias e irregularidades faciales, que revelaron que efectivamente las fotos habían sido generadas artificialmente. Para entonces, las imágenes difundidas de forma independiente ya se habían visto miles de veces en X y en TikTok.
Originalmente publicado en REUTERS