Por Ileana Fernández
En otras ocasiones que he comentado sobre los problemas que se tienen ahora para ejercer el periodismo -sobre todo por la persecución que han padecido estos profesionales por parte del crimen organizado y su impacto en la viabilidad de ejercer el oficio– pensaba que posiblemente algunos periodistas -en lo que el clima de seguridad mejoraba- se replegarían a ejercer la profesión en los ámbitos de no tanto riesgo como podría ser el periodismo cultural o el científico; algo que -a pesar del triste motivo- tendría algo de bueno al fortalecer estos ámbitos.
Sin embargo pareciera que el periodismo está sufriendo una crisis en todas sus vertientes, o eso es lo que deja pensar el hecho de que se suspendiera el Premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez por falta de calidad en los trabajos.
Según lo comentado en una nota de Milenio, su autora, Miriam Pulido, parece que esta triste noticia viene a apoyar las continuas quejas -dice ella- del público y de quienes trabajan en el ámbito cultural sobre la reducción de espacios a esta rama del periodismo y que los que hay, sólo hacen una reseña de los eventos organizados por dependencias y algunos grupos independientes. Entre los comentarios que ella rescata sobre la suspensión del premio, está lo dicho por Nubia Macías, directora de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara:
Sí hay una crisis, hay falta de espacio en los medios de comunicación impresos. También falta cuidado de edición, porque antes los periódicos tenían editores que editaban los reportajes y las notas. En la mayoría de los reportajes que nos llegaron se notaba la falta de edición.
Por el otro lado, como también dice una periodista cultural -citada en la nota-, es cierto que para realizar ese trabajo no deben ser los premios lo más relevante, sino la opinión de la ciudadanía, que es a quienes va dirigido este trabajo. Pero me parece que quedarse con esa justificación, sin tomar en cuenta la crítica que nace a partir de esta suspensión puede ser aún más dañino: no se debe caer en la falta de autocrítica del propio oficio. Este tipo de premios no se entregan a trabajos inéditos, sino a trabajos publicados. Es decir, es como una palmada en la espalda a quien lo reciba por un buen trabajo ya presentado al público y entonces aplaudido por un jurado especializado. La calidad que se ofrece a la ciudadanía y la que se ofrece a la crítica no se contraponen.
Aún así, me surgen varias dudas sobre lo que se pudiera interpretar a partir de la suspensión. ¿Es esto el reflejo de una crisis en este ámbito? ¿Es sólo una falta de interés por parte de periodistas de presentar sus trabajos para que sean premiados? ¿Son las prácticas de los medios lo que está cerrando el espacio a la difusión cultural? O posiblemente, se me ocurre, si no será reflejo de un proceso de transición y adecuación del periodismo a las nuevas tecnologías; en donde tanto los medios, los periodistas, así como los críticos a través de sus premiaciones deben hacer una revaloración del oficio, decidir los cambios necesarios y aprovechar los nuevos retos que una era digital plantea.
Para muestra un botón. La verdad traté de revisar la convocatoria para ver las bases y saber si al premiar prensa escrita y fotografía -como se iba a hacer- se toman trabajos estrictamente de ese ámbito -del impreso- y se deja fuera al periodismo en Internet o no. No lo pude hacer porque no encontré la liga a la convocatoria en la página de la FIL, y tampoco encontré aviso oficial de la suspensión del premio (si falta lo llanamente informativo, ¿qué esperar del resto?). Se calcula que alrededor del 30% de la población en México se puede considerar usuaria de Internet, y posiblemente dentro de ésta se encuentre la población, que sin necesitar mayor motivación, busque estar informada del ámbito cultural (yo rara vez acudo a un periódico impreso, casi de todo lo que me informo lo hago por Internet).
Sólo la autocrítica de quienes se desempeñan en el área provocará que esto sea una crisis o una evolución.
Fuente: www.VivirMéxico.com