Elaborados en papel amate o en las pieles tratadas de animales como el venado, los mayas diseñadoron sendos códices en los que grabaron sus conceptos de la historia, los dioses y el cosmos.
Chilam Balam, el Adivino-Jaguar, nacido en el pueblo de Chumayel, que había aprendido muy bien la escritura de los conquistadores españoles, decidió un día trasladar a esa nueva forma escrita lo que consideró digno de conservarse de aquel gran legado de sus ancestros contenido en los códices.
Así leemos en su libro llamado El Chilam Balam de Chumayel: “Esta es la memoria de las cosas que sucedieron y que hicieron. Ya todo pasó. Ellos hablan con sus propias palabras y así acaso no todo se entienda en su significado; pero, derechamente, tal como pasó todo, así está escrito. Ya será otra vez muy bien explicado todo. Y tal vez no será malo. No es malo todo cuanto está escrito. No mucho hay escrito a cuenta de sus traiciones y de sus alianzas. Así el pueblo de los divinos Itzáes, así los de la granItzamal, los de la gran Aké, los de la gran Uxmal, así los de la gran Ichcaansihó. Así los nombrados Couoh también… Verdaderamente muchos eran sus ‘Verdaderos Hombres’. No para vender traiciones gustaban de unirse unos con otros; pero no está a la vista todo lo que hay dentro de esto, ni cuánto ha de ser explicado. Los que lo saben vienen del gran linaje de nosotros, los hombres mayas. Esos sabrán el significado de lo que hay aquí cuando lo lean. Y entonces lo verán y entonces lo explicarán y entonces serán claros los oscuros signos del Katún. Porque ellos son los sacerdotes. Los sacerdotes se acabaron, pero no se acabó su nombre, antiguo como ellos”.
Y muchos otros hombres principales, en diversos poblados de toda el área maya, hicieron lo mismo que Chilam Balam, proveyéndonos de una rica herencia histórica que nos permite conocer a esos grandes antecesores nuestros.
¿Cómo recordar los hechos sagrados de los orígenes? ¿Cómo hacer pervivir la memoria de los prodigiosos antepasados para que sus acciones sigan siendo ejemplo y camino a seguir por los descendientes del linaje? ¿Cómo dejar testimonio de las experiencias con plantas y animales, de la observación de los astros, de los acontecimientos celestiales extraordinarios, como los eclipses y los cometas?
Esos afanes, apoyados por su excepcional inteligencia, llevaron a los mayas, muchos siglos antes de la llegada de los españoles, a desarrollar el más avanzado sistema de escritura del continente americano, con el cual se podían expresar incluso conceptos abstractos. Era una escritura fonética e ideográfica a la vez, es decir que cada signo o glifo podía representar un objeto o una idea, o bien indicar fonéticamente, por su sonido, una sílaba dentro de la palabra. Los glifos con valor silábico fueron usados en distintos contextos para expresar una gran variedad de conceptos. Un glifo principal, con prefijos y sufijos, formaba una palabra; ésta se integraba en una cláusula mayor (sujeto-verbo-objeto). Hoy sabemos que el contenido de las inscripciones mayas es calendárico, astronómico, religioso e histórico, pero la escritura continúa en proceso de desciframiento en varios países del mundo, en busca de una clave para poder leerla propiamente.
En las ciudades mayas, sobre todo en las del área central en el periodo Clásico, hallamos los antecedentes del Libro de Chilam Balam de Chumayel: extraordinarios libros de historia escritos en piedra, modelados en estuco, pintados en los muros; libros de historia que no relatan todos los sucesos de una comunidad, sino los hechos de los linajes gobernantes. El nacimiento, el acceso al poder, los matrimonios, lasguerras y la muerte de los soberanos, fueron legados a la posteridad, dándonos a conocer la importancia que los actos humanos tenían para las futuras generaciones, lo que revela a su vez la presencia de una profunda conciencia histórica entre los mayas. Las representaciones humanas, acompañadas de textos sobre las hazañas de los linajes gobernantes, eran exhibidas en los sitios públicos de las ciudades, como las plazas, para mostrar a la comunidad la ejemplaridad de los grandes señores.
Además, los conquistadores españoles dieron cuenta en diversos textos de la existencia de numerosos códices históricos, libros pintados en largas tiras de papel de amate dobladas en forma de biombo, los cuales fueron destruidos por los frailes en su afán de aniquilar lo que ellos llamaron “idolatría”, o sea la religión de los grupos mayas. Sólo se conservan tres de estos códices, que fueron llevados a Europa durante la época colonial y que reciben los nombres de las ciudades donde hoy se encuentran: el Dresde, el París y el Madrid.