Por Jordi Mir García
Stéphane Hessel será recordado por muchas personas como aquel que habló de la necesaria indignación en el mundo que vivimos. El autor de ¡Indignaos!, un panfleto en el sentido descriptivo de la expresión y no valorativo, señaló la necesidad de no permitir la pérdida de las conquistas sociales que tanto habían costado, enfrentarse a los retos existentes, y promover una insurrección pacífica. Sus ideas pasaron a un primer plano por las grandes ventas del libro. En abril de 2011 había llegado a los 1,7 millones de ejemplares en Francia. Había revueltas árabes en marcha y en España tampoco faltaban motivos para la indignación.
La difusión de la obra de Hessel llegó a España en un momento en el que se estaba preparando lo que sería un punto de inflexión, la apertura de un periodo de movilización social en el que todavía estamos, el 15M. No tardaron en aparecer las asociaciones que le unían con el 15M. “Padre”, “causa”, “guía”… Faltó tiempo para situar al autor y al libro como una causa de lo que estaba sucediendo. No un posible referente, un síntoma más, sino una causa. Hablar de causas y consecuencias requiere análisis que no se han hecho pero tenemos suficientes indicios para pensar que es una interpretación excesiva.
Hessel escribió un panfleto pensando en los riesgos de caer en un estado de indiferencia ante la complejidad del mundo en el que vivimos. Sus ideas no se elaboraron pensando en la situación social, económica y política que se vivía en países como España. Hessel no tenía en la cabeza a las personas que impulsaron el 15M, no escribió para las gentes de Democracia Real Ya, para las de Juventud sin Futuro, para las del #Nolesvotes de la Ley Sinde, para las que se pasaron el curso 2008-9 (y anteriores) movilizadas en defensa de la universidad pública y cuestionando la construcción del Espacio Europeo de Educación Superior (“Bolonia”), para las que ya habían creado la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y que antes habían estado en V de Vivienda o en el movimiento altermundista… Hessel no escribe pensando en toda esta juventud movilizada. Es por esto que resultan muy comprensibles las voces que han surgido para señalar distancias y renunciar a las filiaciones impuestas. Con la eclosión del 15M, Hessel fue preguntado repetidas veces por la movilización que se estaba viviendo. Algunas de sus reflexiones y posiciones son muestra de lo alejado que podía estar de los criterios que los sectores movilizados intentaban seguir. Por ejemplo, al referirse a la necesidad de líderes o a su confianza en el gobierno de España.
Pero el 15M son muchas cosas y Hessel tiene su espacio. Que ha pasado a integrar un amplio conjunto de referentes, parece claro para una parte significativa de las personas que participaron y participan. Su consideración de la indiferencia como la peor actitud posible muestra claramente aquello que quería intentar cambiar en nuestras sociedades y especialmente en las personas jóvenes. Consideró que la indiferencia, el pasotismo, las salidas individuales, tenían consecuencias muy graves para las personas y el mundo en el que habitamos. Veía en la indiferencia la pérdida de uno de los componentes esenciales del ser humano, la facultad de la indignación y el compromiso que se deriva de ella. Animaba a las personas jóvenes a observar a su alrededor y encontrar los hechos que justificaran su indignación. Él se animó a señalar dos de entrada: la inmensa separación entre los muy ricos y los muy pobres que no deja de aumentar; y los derechos humanos y el estado del planeta. En la España del momento no era difícil encontrar motivos, otra cosa sería la capacidad de movilización.
Hessel buscaba intentar promover la indignación y el compromiso. Y seguramente en eso su contribución fue importante. Son muchas las personas que a partir del 15M decidieron acercarse a las plazas, a los colectivos activos, se politizaron o repolitizaron, pusieron en cuestión la política institucionalizada y la economía vigente, y pensaron que había alternativas posibles y que se podía buscar su consecución. Es muy probable que muchas de ellas lo hicieran animadas por todo lo que estaba ocurriendo, por la agudización de la crisis, por la ineficacia de las políticas que se estaban siguiendo, por el ejemplo de otras personas que se movilizaban y por nuevas ideas que empezaban a circular. Y ahí estaba Hessel, su panfleto, el éxito editorial que había tenido y los medios que contribuyeron a informar al respecto y a su divulgación. Ahí estaba incluso para darles el nombre. De Islandia se quería saber mucho y había poco, pero Hessel y la indignación estaban muy presentes.
Fuente: Público.es