Por Lydia Cacho
¿Qué pensaría usted si le digo que uno de cada tres hombres en el mundo será golpeado o violado antes de cumplir 50 años? ¿Y qué pensaría si le digo que dado que el mundo tiene una población aproximada de siete mil millones, eso significaría que en este momento habría al menos mil millones de hombres pidiendo ayuda por haber sido violados, golpeados por su pareja, por haber sido sometidos a mutilación genital o a esclavitud sexual? Pensaría, como casi todas las personas, que es una pandemia social y que es urgente llamar la atención del mundo entero sobre este extraño comportamiento social y actuar de inmediato.
Pues justo después de más de 20 años de trabajar contra la violencia y de hacer todo tipo de trabajos –documentales, teatro, activismo, marchas, lobbying legisativo, etc.–, la actriz Eve Ensler, mejor conocida por su famosa obra teatral Los monólogos de la vagina, decidió convocar a hombres y mujeres de todo el mundo para que este 14 de febrero se manifestaran bailando, haciendo teatro, manifestaciones pacíficas y artísticas. La campaña One billion rising (Mil millones de pie) pidió que la gente grabara los eventos. En la India hubo bailes callejeros con miles de mujeres, en México conciertos, charlas, teatro callejero. Desde Australia hasta Sudáfrica, desde Colombia hasta Suecia millones bailamos. Aún no sabemos si en realidad se logró el objetivo de poner de pie a mil millones.
La idea de Eve es muy sencilla: al ver el conjunto de imágenes de personas movilizadas en el planeta, podríamos, hombres y mujeres, aceptar que se sigue incrementando la violencia contra mujeres y niñas en el mundo y que hay mucho por hacer. Faltan leyes, ciertamente, pero en muchos países las tenemos; en México, por ejemplo, sólo el cinco por ciento de los casos denunciados por violación son perseguidos por la justicia. En la India y Sudáfrica la cifra es muy parecida y en la mitad de países del mundo que tienen leyes contra la violencia hacia mujeres o violencia de género, las víctimas son re-victimizadas y se quedan en mayor peligro por la ineficacia de las autoridades para abordar al agresor. El caso es que el diagnóstico está más que claro en todo el mundo. Conocemos las cifras: una de cada tres mujeres vive violencia relacionada con ser mujer y no con delitos comunes; el 37% de las mujeres indígenas que asisten a clínicas públicas son esterilizadas sin su conocimiento y consentimiento; una de cada diez mujeres que denuncia violencia grave de pareja puede terminar muerta por desinterés de las autoridades y venganza del agresor.
Y podríamos seguir, pero si usted quiere cifras las encontrará por doquier. Lo que no encontrará por doquier son propuestas de solución. Aquí van algunas cuando menos útiles para México:
Exigir la renovación del modelo del DIF nacional y crear un sistema de trabajo de masculinidad con niños de cuatro a 16 años en el propio sistema. Ellos son víctimas de violencia y victimarios potenciales. Se les castiga, maltrata, encierra, humilla pero no se les educa para ser hombres pacíficos. Apoye a las organizaciones que en todo el país educan a las niñas para no seguir el modelo de hembrismo destructivo que promueven muchos medios.
Asegurar presupuestos públicos adecuados para Refugios y centros de atención a víctimas de la Red Nacional de Refugios, que exijan la homologación de un modelo con perspectiva de género y que se integre a un programa de libertad y recuperación financiera de las mujeres que deben salir de casa para evitar la muerte.
Llevar a cabo programas de terapia Narrativa centrados en el modelo de Justicia Restaurativa en las prisiones de todo el país. Urge trabajar en los orígenes de la misoginia y en la sanación de infancias vividas en el terror y los malos tratos con hombres adultos.
Inmujeres debe tener presupuesto suficiente para implementar programas de igualdad que incluyan cursos de educación sin violencia para mujeres madres de niños y niñas menores de 12 años. Técnicas de Crianza y educación preventiva para romper el ciclo de violencia al interior de la familia.
Exigir a la Secretaría de Salud una investigación formal y la posterior la penalización de personal médico que practique esterilización forzada en todo el país. En los programas contra el hambre incluir educación para la salud en lenguas indígenas.
Crear programas de guarderías empresariales con horarios de los padres (hombres) que trabajan en el sector formal para fomentar la responsabilidad de crianza en igualdad.
Detrás de cada mujer maltratada, de cada niña violada, detrás de cada niño agredido hay un ejemplo a seguir, pero sobre todo hay un agresor. Al lado de cada agresor hay al menos cuatro hombres incapaces de ejercer violencia como lo hace su hermano, padre, primo, amigo, cuñado, suegro o empleado. Esos hombres deben tomar una postura pública contra la violencia y detener a los agresores. Rebelarse ante las conductas misóginas, decir basta ante el hostigamiento que se lleva acabo frente a ellos, decir basta al lenguaje sexista que avala, promueve y justifica la violencia sexual.
Cada vez que usted o alguien a su lado caiga en la tentación de repetir que los hombres que ejercen violencia lo hacen porque así los educó su mamá (eximiéndolos de la responsabilidad de sus actos), cuando repita que las mujeres son las que crían machos, deténgase y pregúntese ¿en qué contexto fue educada esa mujer que cree que la única manera de relacionarse con los hombres es desde la desigualdad de poder?, ¿quién educó a esa mujer en su infancia para entender el amor femenino como sacrifico y herramienta de manipulación?, ¿participó en la educación de ese agresor el padre con su presencia, ausencia, agresividad o ejemplo de machismo activo? y ¿qué hago yo con esta situación, aquí y ahora?
Los hechos nos demuestran que el machismo y el hembrismo son valores culturales socialmente aceptados por mucha gente, que se retroalimentan mutuamente con un discurso específico que se han fortalecido en los últimos años. Los medios juegan un papel fundamental en ello. En lugar de indignarse ante muestras de misoginia, ignorancia y sexismo con programas de televisión, utilicemos su contenido para hacer análisis del modelo de masculinidad y feminidad retrógrada que promueve la desigualdad y la violencia. Organicemos un boicot contra ciertos programas televisivos.
Me encantaría ver a mil millones de hombres de pie, contra la violencia en las relaciones amorosas, contra el sexismo, contra la discriminación de género. Hace falta verlos y saber que ellos también bailan por la paz y han sabido ser hombres de una forma diferente. Ellos deben estar de pie y ser el ejemplo de un mundo posible. Se hace mucho trabajo y aun hay mucho por hacer.
@lydiacachosi
Fuente: Sin Embargo