Los restos, disgregados y “en muy mal estado” de Cervantes y de su esposa, Catalina de Salazar, se encontraron junto con material óseo de varios adultos más en uno de los nichos de la cripta distinto al que contenía la tabla con las iniciales M.C., y los análisis de laboratorio externo parecen indicar que son los del padre del Quijote y su esposa.
Según las mismas fuentes, no se trata del punto de enterramiento donde el escritor fue sepultado en 1616 sino el sitio al que se trasladaron sus restos óseos con posterioridad a 1673, cuando comenzaron las obras de remodelación de la iglesia, ahora catalogada como bien de interés cultural (BIC) y ubicada en el céntrico barrio de las letras.
Fueron las pruebas con un espectrómetro de masas las que permitieron al equipo liderado por el forense Francisco Etxeberria analizar la composición ósea y datar los restos que coincidirían con los de Miguel de Cervantes, su esposa, y otros individuos que fueron enterrados en la misma época, en localizaciones también comprobadas en la investigación.
No obstante, no se halló el esqueleto completo de Cervantes sino huesos en mal estado, una hipótesis que viene a refrendar el punto de partida de los investigadores. “No vamos a encontrar a Cervantes con su nombre puesto en un ataúd”, ironizó el director del proyecto, Francisco Etxeberria, cuando en junio del año pasado se presentaron los puntos de enterramiento de la iglesia detectados con un georradar.
El profesor Etxeberría, que participó en el estudio de las fosas comunes de la Guerra Civil española o en el análisis de los restos de Salvador Allende, entre otros, dirigió esta segunda fase del proyecto centrada en la recuperación y análisis del material para cotejar después su posible correspondencia con los del escritor.
Los detalles del hallazgo se expondrán en una rueda de prensa en el Ayuntamiento de Madrid, institución que financió y promovió la búsqueda de Cervantes -casi 400 años después de su muerte- en la iglesia donde fue enterrado por expreso deseo del escritor, gran devoto de la orden Trinitaria, que le rescató de cinco años de cautiverio en Argel.
En el convento anejo a la iglesia de las Trinitarias residen aún trece religiosas que fueron en principio reacias a la búsqueda, pero que finalmente dieron su visto bueno a una intervención que en esta última etapa siguieron muy de cerca.
Los trabajos comenzaron a finales de abril del año pasado, cuando el equipo de georradaristas liderado por el codirector del proyecto Luis Avial localizó cuatro sepulturas en la iglesia y la cripta con los nichos donde se localizaron los restos.
Tras meses de gestiones para obtener los permisos pertinentes el pasado 22 de enero comenzó la fase antropológica y una treintena de investigadores accedieron a la cripta, de unos setenta metros cuadrados y ubicada a cinco metros bajo el nivel del suelo, para la recuperación de los restos.
Allí se constataron más de 200 enterramientos, en su mayoría de niños, que permiten ampliar el conocimiento de cómo era el Madrid de los siglos XVI y XVII, ya que en este tiempo fueron apareciendo momias, ropajes y detalles que arrojan luz sobre los modos de vida de la época.
El hallazgo coincide con la conmemoración de los 400 años de la publicación de la segunda parte de ‘El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha’, que precede a la celebración en 2016 del Cuarto Centenario de la muerte del escritor español más universal, que coincidirá, por cierto, con el homenaje de Inglaterra a William Shakespeare, cuya tumba puede visitarse en la iglesia de su pueblo natal.
Fuente: EFE