Hallan antesala del inframundo maya en Toniná

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Ubicada a 8 metros de profundidad, en el interior de la pirámide del Sol de la zona arqueológica de Toniná, en Chiapas, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hallaron la antesala del inframundo maya, el espacio donde los gobernantes se transformaban en deidades luego de un largo proceso ritual, principalmente de incineración, al que eran sometidos luego de morir.

Por Mónica Mateos-Vega 

En 2020 se halló esa cripta, única en su tipo en el lugar, que data de alrededor de 650 dC, en la estructura piramidal más importante del sitio que se encuentra en el valle de Ocosingo. Al explorar el costado norte de dicho templo solar, se encontró una tapa de piedra de 90 por 60 centímetros con la representación de un cautivo atado; bajo ella está la cripta.

Luego de casi dos años de investigaciones, el arqueólogo Juan Yadeun Angulo, dijo a La Jornada que se confirmó que esa cámara, cubierta todavía totalmente de hollín, era el lugar donde sucedía la importante transformación de los hombres en dioses.

“Ahí se convertía a los gobernantes y otros personajes del reino maya de Po’p no sólo en dioses, sino en estrellas, para formar parte, por ejemplo, de las bolas de hule usadas en el juego de pelota (el espacio simbólico donde transitan y se enfrentan los astros)”, reiteró el investigador.

Añadió que se encontraron pelotas que tienen el glifo de la diosa lunar, lo cual indica que dentro hay alguna persona relacionada con la Luna, o su espíritu o parte de ella, es decir, su esencia.

“Es aleccionador saber que los mayas buscaran que el cuerpo de sus gobernantes se convirtiera en una fuerza viva (la pelota), en algo que estimulara a su pueblo. Este vaso comunicante hacía el renacer la vida, encarnada en el maíz, cuyo ciclo, entre cosecha y siembra, comprende 260 días, precisamente el periodo ritual que cumplía el cadáver de los dignatarios en la cripta, también llamada ‘cueva de la muerte’.

“Si en Europa construían catedrales a partir del dedo de un santo, en Mesoamérica, en los bultos mortuorios, estaba el dios completo, resguardado en los templos”, detalló el especialista, quien recordó que, si bien en algunas culturas antiguas de México se preservaban los cuerpos, “en la mayoría de los casos, como en la zona maya, se transformaba a los cadáveres en otra cosa, principalmente en ese bulto mortuorio que era una importantísima reliquia.

“Un bulto mortuorio podía traer a un ancestro que había sido un héroe o a un padre de la patria. Esos objetos debían construirse en algún lugar, por medio de una infinidad de rituales y ceremonias. Así como los egipcios se tardaban años en el proceso de momificación, planteamos que en Toniná se tardaban al menos 260 días en esperar que se pudriera el cuerpo, para luego partirlo y transformarlo con fuego.”

Cuatro décadas de investigación

El arqueólogo Yedeun Angulo, quien lleva 42 años investigando esa antigua ciudad maya que rivalizó con Palenque, dijo que entre los objetos que se encontraron en la cripta del templo del Sol están más de 400 vasijas que contienen material orgánico, como cenizas, carbón, goma y raíces.

“Suponemos que el lugar se utilizó varias veces, hay una primera capa de ollas con cenizas que están pisoteadas, encima hay otra capa y finalmente la que encontramos de buen tamaño. Se ve que en el lugar trabajaban por épocas.

“Entrar a ese espacio que mide 1.34 por 1.34 metros y 1.10 metros de altura es tiznarte. No hay manera de que no se llene uno de ceniza, se sale de ahí negro, se nota que hubo infinidad de fogatas en el interior.

“Hay varias esculturas de Toniná que narran que el señor de ese reino, que había muerto 260 días antes, está en una nueva realidad, entrando al palacio del inframundo a presentarse como miembro de las dinastías reinantes. Nuestra hipótesis fundamental es que esta cripta es esa puerta de entrada, el lugar donde se hace la renovación después de la muerte. Es interesante que este espacio se creó justo cuando va a colapsar Teotihuacan y los reinos mayas comenzaron a independizarse.

“La cripta tiene una entrada que parece una tumba de tiro del Occidente, donde se interpretaba como un útero que nos regresa a la madre tierra, pero aquí, además, hay después un laberinto, un cuartito, luego una escalera, posteriormente otras antecámaras y baja los 8 metros que representan el nivel del inframundo.

“Es un lugar aterrador. Hay arqueólogos que hasta se han desmayado del susto al entrar, porque es un lugar que altera la conciencia. Está construido de tal manera que asusta de verdad, es una arquitectura genial, uno piensa que no va a poder salir porque es muy estrecha la entrada.”

El investigador añadió que, en todo el pensamiento ancestral, “lo más importante era esa renovación después de la muerte, esa resucitación. En el México antiguo hay una intensa relación con los ancestros, están vivos no sólo en la memoria de todos, sino distribuidos como deidades en los templos, por eso no necesariamente se ven, pues están en los bultos mortuorios que con tanto afán destruyeron los españoles a su llegada”.

A poca distancia de la cripta, el equipo dirigido por Juan Yadeun Angulo ubicó en el sector oriente del templo del Sol una segunda tumba, que quizá también habría alojado restos de gobernantes antiguos, aunque en este caso sin dejar rastros de cremaciones u otros rituales; sin embargo, “debió ser saqueada entre los siglos XIX y XX”.

La acrópolis de Toniná cuenta con la escalinata central de 260 escalones (de nuevo el número relacionado con el ciclo del maíz). La pirámide donde se halló la cripta mide 74 metros de altura, es más grande que la del Sol en Teotihuacan.

Fuente: La Jornada

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