Por Anita Botwin. La Marea
Era una de las frases que aparecía en las pancartas de esos primeros días en la puerta del Sol, y creo que sintetiza a la perfección lo que fue aquello y lo que ha seguido siendo durante estos tres años de lucha.
Aquellos primeros días la gente se acercaba a la puerta del Sol como quien había quedado con su amante furtivo. Las mariposas en el estómago eran inevitables. Todas esas horas de escucha activa en las distintas asambleas de la puerta del Sol eran embriagadoras. Y así pasaron las horas, los días, y ya llevamos tres años juntos. Parece que fue ayer.
Como en cualquier relación, ha habido de todo. Momentos de alegría en los que nos hemos fundido en abrazos, y momentos duros, de discusiones y separaciones momentáneas. Pero a pesar de todo, nos queremos y nos cuidamos.
El 15-M no ha conseguido nada, lo único que habéis provocado es la abstención. El 15-M no era un superhéroe paternalista llamado a solucionar la situación de la noche a la mañana. El 15-M no podía llegar de un día para otro y cambiar a una España arraigada durante siglos en sus errores. El 15-M era y es (llamadme romántica) ese compañero al que quieres a pesar de sus imperfecciones, que crece contigo, porque, citando a Benedetti, “codo con codo somos mucho más que dos”.
Me pregunto si ahora somos o no mejores personas, pero lo que sí sé es que tenemos mucha más conciencia social. Hemos aprendido a luchar, hemos tejido redes, hemos sido desobedientes y lo más importante: no hemos estado solos al serlo. Hemos puesto en común, hemos llorado, hemos reído, hemos caído y alguna mano compañera nos ha levantado. Hemos sido legión, hemos escuchado al resto, hemos recuperado espacios y hemos tirado muros. Hemos tomado las calles y las plazas, hemos decidido recuperar el espacio público. Hemos dejado de ser solos para ser en colectivo.
Nos hemos manifestado tantas veces que he perdido la cuenta (quizá Cristina Cifuentes pueda echarme una mano). Se han parado cientos de desahucios, se ha realojado a familias que habían quedado en la calle. Se han impedido redadas racistas, se ha paralizado la privatización de hospitales en la Comunidad de Madrid… Pero el 15-M no ha conseguido nada.
Estamos mutando, nos mudamos… algunos hasta nos exiliamos. Nos manifestamos en las puertas de las embajadas de todo el mundo, nos multiplicamos y nos hacemos virales. Y allí a donde vamos, nos llevamos parte de nuestro nuevo imaginario.
Vamos despacio porque vamos lejos. Lo nuestro va en serio, le pese a quien le pese, a pesar de los palos, la criminalización y el desgaste. Y paso a paso, acción a acción vamos construyendo algo nuevo, algo que llevamos en nuestros corazones desde aquel caluroso 15 de mayo de 2011 en el que compartíamos paraguas con desconocidos para resguardarnos del sol.
Dormíamos, seguimos despiertos. Ya no es el amor desenfrenado del principio, de mariposas en el estómago, de locuras y de impulsos. Ya no es el amor de acampada y noches en vela mirándonos a los ojos. Ahora es otro amor, ni mejor ni peor, es otro amor. Nos seguimos queriendo, y eso es lo importante. ¿Quedamos hoy?
Fuente: La Marea