Por Luis Javier Valero
Nuevamente, otro onomástico del gobernador César Duarte será ampliamente recordado. Si el de hace dos años se convirtió en un verdadero escándalo pues fue el punto de arranque de la abrupta y desmedida pérdida de popularidad del mandatario, por la presencia de Juan Gabriel, el celebrado hace unos días, el martes por la tarde, será recordado porque en la fiesta confirmó una información que había circulado sólo entre muy pocos y que se convertirá en uno de los asuntos más controversiales de los próximos meses.
Días atrás se había desatado el rumor. No se podía creer, se antojaba imposible que el grupo gobernante se atreviera a tanto, se argumentaba que algo así no podía ser tolerado por los mandones del gobierno federal, que estábamos en pleno presidencialismo priista.
La información consiste en la pretensión del Gobernador César Duarte de modificar la Constitución de Chihuahua, a fin de que el próximo gobernador dure en su encargo solamente dos años (2016-2018) y así empatar la elección de gobernador con la de presidente de la república a partir del 2018.
Esta intención modificaría la reforma efectuada el año anterior, en la que el siguiente período gubernamental sería de 5 años, para que en el 2021, junto con las elecciones a diputados federales, los chihuahuenses eligiéramos al gobernador. De ahí en adelante esta elección se empataría con la de mitad de sexenio federal.
Quienes informaron al escribiente sostenían que estaba muy avanzada la negociación con el llamado Bloque de Izquierda en el Congreso del Estado, que la dirigencia del PRD estaba muy interesada porque de esa manera podría beneficiarse de la inercia de las elecciones federales, en las que permanentemente obtiene porcentajes de votación muy superiores a los que alcanza en las elecciones locales.
No había, hasta fines de la semana anterior, noticia alguna sobre la postura de la dirigencia del PAN, ni partidaria, ni parlamentaria.
La confirmación se la harían distintas fuentes, probablemente asistentes a la fiesta de cumpleaños del gobernador, al periodista Osvaldo Salvador Ang (La Fuente, laopción.com.mx, 17/IV/15).
Así lo escribió:
“El gober hizo que en la fiesta de su cumpleaños se les cayera la mandíbula, se les pusiera el ojo cuadrado y les diera insomnio a más de cinco. Y es que, la verdad de las cosas, hizo que estallaran todos los cuetes de la fiesta en un solo momento. El Teto, Chela Ortiz, César Jáuregui -estos dos últimos que se dieron un entre por el tema del horario de los servidores públicos y la aplicación equitativa de los recursos públicos- Enrique Serrano y El Capitán Garfio, entre otros, sintieron que se les atoraba la barbacoa y, casi a gritos, pedían un tequila o algo para empujar. Así de simple, así de llano, Duarte lanzó la bola de boliche y no dejó bolo parado sobre la duela del lugar. Les dijo que fueran pensando incluir en la reforma electoral que la siguiente administración estatal sea… ¡de dos años! Así, en el 2018 ya habría elecciones concurrentes, o empatadas, federales y locales, en el mismo proceso. Es decir, en dos años los chihuahuenses elegirían presidente de la república, senadores, diputados federales, gobernador, alcaldes y diputados locales. Dicen que lo mencionó tres veces, por si había alguien de los presentes, en la bolita de la plática que no entendiera las cosas a la primera”.
Ahí mismo, Salvador Ang especuló sobre la posibilidad de que el gobernador Duarte extendiera su período, “como una especie de reelección, (o) a través de un proceso de votación, ampliación excepcional de período por única ocasión -como se le hizo con Rectoría de la Uach para empatar su período con el de gobernador- o también a través de votaciones. ¿En que habrá pensado Duarte?”. (Ibídem).
No tardó mucho en hacerse pública la pretensión del gobernador Duarte. La coordinadora de los diputados locales del PRD, Hortensia Aragón, una de las más sólidas aliadas del gobernante, tajante, expresó que “No solo son rumores o versiones, existe una propuesta para que en la reforma política electoral que tendremos que aprobar antes de que finalice este año, se incluya este cambio en el proceso electoral para que en lugar de tener una gobernatura por un período de 5 años para empatarla con la federal, tengamos dos procesos únicos, para elegir a gobernador del estado en el 2016 y en el 2018”. (Nota de laopción.com.mx, 17/IV/15).
Lideresa hegemónica de su partido (una sobrina suya, Cristal Tovar, es la dirigente estatal y su corriente política tiene más del 60% de las posiciones en la dirigencia estatal) adelantó, ya, que si bien aún no tienen “un posicionamiento definido al respecto, pero que lo ven de buena forma, como algo que resultaría positivo, en la búsqueda por eliminar procesos de elecciones y hacer una sola”.
Así, en 2016 los chihuahuenses elegiríamos a gobernador, alcaldes y diputados locales y en 2018 a presidente de la república, senadores, diputados federales, gobernador, alcaldes y diputados locales pues los mandatos de los gobernantes, de todos, quedarían acotados a dos años.
Los argumentos, los públicos, de quienes impulsan la reforma, son los mismos que se utilizaron para acotar a cinco años el siguiente período gubernamental, el ahorros en el gasto electoral.
Ahora quieren hacerle una reforma a la reforma que ellos mismos impulsaron y aprobaron ¿Por qué? ¿Qué cambió en Chihuahua para que pretendan acotar tan drásticamente la siguiente gestión de gobernador?
¿Obedece a motivaciones de carácter local, o nacional?
Imposible saberlo, aún y si nos concedieran, a los ciudadanos chihuahuenses, la posibilidad de opinar sobre algo que es determinante para nuestras vidas y que expusieran, con amplitud, los verdaderos razonamientos para pretender una reforma de tal calado.
No es poca cosa, quieren que el próximo gobernador, en la práctica, gobierne, a plenitud, escasamente un año y meses porque la administración estatal y la sociedad ya estarían envueltas, no sólo en la vorágine de la elección presidencial, sino también en la de gobernador ¿Por qué no esperar al 2021 y permitir que la siguiente administración logre estabilizar las finanzas estatales, habida cuenta que recibirá un endeudamiento, directo, cercano a los 30 mil millones de pesos y un “indirecto” (el de los bonos carreteros) de cantidades semejantes?
No se antoja atractivo el panorama para quienes sucedan a César Duarte, apenas estarán acoplando los equipos en cada dependencia cuando ya deberán empezar a prepararse para la entrega-recepción de la siguiente administración.
¿Pesará en el ánimo del gobernador Duarte la idea de que hay grandes probabilidades de que el candidato de su partido no sea de su equipo? ¿O peor aún, para ellos, que estén pensando en la posibilidad de que el PRI no triunfe en las elecciones del 2016 y de ahí la propuesta?
Porque de poder cambiar la Constitución local, sí pueden, quienes conforman la actual legislatura se han significado por ser los más obsecuentes con el mandatario en turno, no sólo quienes llegaron al Congreso por el partido gobernante, y una reforma pretendida por el mandatario será aprobada casi de manera automática.
Nadie del resto de los partidos, salvo los del PAN (y habría que esperar a la emisión de su postura) se opondrá a las decisiones del Gobernador Duarte, la posible oposición puede venir, y esa es la paradoja, de las filas internas del priismo, y no sólo las de carácter local ¿Qué tanto le conviene al Presidente Peña un gobernador de tan poco ejercicio en el gobierno y que, además, le agregue una entidad más al muy candente panorama político-electoral del 2018?
Más aún ¿Podría el Presidente Peña desestimar la posibilidad de nombrar a uno más cercano a él, que el Gobernador Duarte para que suceda a éste?
La caída de Peña Nieto en las encuestas, paradójicamente, le vino a dar oxígeno a los gobernadores priistas pues se pueden convertir en uno de los factores más importantes para salvar al priismo de la posible debacle electoral en este año.
Por ello, el presidente intentará en designar a los suyos en las gubernaturas, vamos, si hasta para la Comisión Nacional del Deporte (Conade) nombró al ex comisionado para Michoacán, Alfredo Castillo, ¿Por qué no hacerlo con las gubernaturas?
A menos que, como sucedió en Nuevo León, el PRI designe a uno de los favoritos del gobernante.
Consultados algunos jurisconsultos acerca de la constitucionalidad de la reforma, coinciden en que el impedimento sería sólo a prorrogar el mandato del gobernador, de ninguna manera a la disminución del período, con causas justificadas y que si ya lo hicieron para acotar a cinco años el próximo ejercicio, lo pueden hacer a dos años.
¿En todo ello habrán pensado en preguntarle a la sociedad chihuahuense cuál sería su opinión para una reforma de tan negativas consecuencias, la primera de ellas, la del salvaje acortamiento del siguiente mandato, independientemente de quien ocupe la silla principal de Palacio de Gobierno; la segunda, la desventaja de que la inercia de la elección presidencial arrastre a la elección local, sin tomar en cuenta los indudables factores regionales.
¿Se duda de tal argumento? Ahí están las tres últimas elecciones presidenciales como prueba irrefutable. Lo mejor sería una fecha nacional de elecciones locales y otra fecha de elecciones federales, la diversidad del país lo amerita.
Cercanía— Sorpresivamente, el Presidente Peña permaneció 19 horas en la capital chihuahuense. Solo realizó un muy breve acto público. De inmediato se soltó el rumor que tal hecho venía a demostrar la elevada cercanía política del Gobernador Duarte con el mandatario y que las largas horas habrían servido para transmitirle una posible encomienda federal.
Bueno, puede ser, pero ¿Qué tal si Peña aprovechó para hacer trabajo de oficina y ahorrarse tres horas de viaje, ya que al día siguiente debía viajar a Baja California?
Más aún, si tanta es la cercanía ¿Por qué razón no aprovecharon para efectuar algunas actividades con la sociedad chihuahuense? No, el presidente se encerró en su habitación, no salió de ella y hasta su cocinero se trajo.
Fuente: El Diario