Por Eduardo Ibarra Aguirre
La embriaguez, en sentido figurado, que genera en el grupo gobernante la luna de miel con parte de los gobernados, fue advertida por José Ángel Gurría y expresada en la inauguración del Foro México 2013: Políticas públicas para un desarrollo incluyente, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, la Comisión Económica para América Latina y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que preside el pensionado más precoz del Estado mexicano e impulsor del adelgazamiento del sistema de pensiones de los asalariados.
Sin embargo, le asiste la razón al tamaulipeco de Tampico en cuanto a que estamos ante un fenómeno sexenal y advertir los riesgos de quedarse en él sin trascenderlo, aunque el gobierno para el que sirvió, el de Carlos Salinas (1988-94) no conoció luna de miel sino rechazo ciudadano, negociaciones e importantes concesiones a la dirigencia del Partido Acción Nacional ahora en desbanda, la jerarquía católica y otros poderes fácticos, para ganar la legitimidad negada en las urnas e imponer el desmantelamiento de las paraestatales, rematarlas entre amigos del gran capital y beneficiarse como ninguno en forma directa, personal.
El secretario general de la OCDE recordó a Enrique Peña que ésta plantea desde hace 15 años reformas para que el país crezca a un ritmo más acelerado, y le entregó un diagnóstico y una “agenda estratégica para las reformas en México”, no sin antes presumir que “estamos creciendo 4 por ciento con el mundo creciendo a cero y Estados Unidos 2 por ciento. Si el mundo puede contribuir con uno; nosotros podemos contribuir con el otro uno”. No refirió que el modelo impuesto hace 30 años produjo un crecimiento promedio de 2 por ciento y un salario real como el de 1980.
El discurso del señor conocido como El Ángel de la Dependencia, tras la renegociación unilateral de la deuda externa en la que dio la espalda a los países de Latinoamérica que impulsaban un acuerdo conjunto con el Fondo Monetario Internacional, obligó a Peña Nieto a hacer a un lado el discurso que llevaba escrito e improvisar auxiliado por un aparato ubicado discretamente en el suelo que indicaba qué decir (informa la gentil Yazmín Lujano), y justificar la altanería de Gurría de dictarle línea, “esos organismos no vienen a darnos recetas ni imposiciones, sino a compartir su conocimiento sobre temas que analizan y estudian”.
Peña se dijo convencido de que México tiene oportunidades y por tanto “de ninguna manera vamos a perder ritmo ni a ser complacientes con el ambiente muy favorable hacia el clima de cambio y transformación. (Pero) no puede ser sólo de la luna de miel, sino más bien, debe ser la ocasión y oportunidad de alentarnos y de motivarnos”. Incluso pidió a sus colaboradores y propagandistas “alejarnos de un escenario de indolencia”.
Para confirmar la seriedad del juicio sobre la indolencia, su debilidad por amigos y compromisos con grupos de interés, regístrese que nombró a Alberto Bazbaz al frente de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, cuando como procurador mexiquense dio el tragicómico espectáculo de descubrir el cadáver de la niña Paulette semanas después de tenerlo frente a sus narices.
Luna de miel que, por otra parte, se avizora corta porque la cotidiana realidad ya acumula nuevos empréstitos del extranjero, alzas adelantadas de precios y sin precedente en gasolinas y otros servicios públicos, así como de productos básicos en plena cuesta de enero. Y las cooptaciones de opositores no engatusan ni a los despilfarradores que en Palacio Nacional invitan el café y las galletas en vajilla de porcelana.
Fuente: www.forumenlinea.com