Goles, protestas, bombardeos y genocidas

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Por Pineda Jaimes

Las protestas en el futbol no son algo novedoso.

Pero no por ello dejan de ser importantes y en algunos casos, impactantes.

Sin ninguna duda, el mago de la protesta social y política dentro del futbol fue el Doctor Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, mejor conocido como Sócrates, un fino mediocampista brasileño, que fue el primero en desafiar las disposiciones de la FIFA en las canchas de futbol, donde siempre que quiso y pudo portó alguna insignia o distintivo para externar su protesta contra algo o contra alguien.

Sócrates, fallecido el 4 de diciembre de 2011 a sus 57 años, destacó por su militancia política. No sólo fue un impulsor del regreso a la democracia de su querido Brasil dominado en sus tiempos por una brutal dictadura militar, sino también de ese experimento futbolístico-social que fue la llamada “democracia contintiana”, que se derivó de su club de todos sus amores, el Corinthians, donde establecieron algo así como una Comuna de París, pero futbolísticamente hablando. A diferencia de las estrellas de hoy en día, Sócrates nunca vio al futbol como un medio para hacer plata y convertirse en un supermillonario. No, para él, el futbol era un medio para que, aprovechando la visibilidad que le daba ser una estrella, poder denunciar las injusticias que ocurrían en su país y en el mundo. Así veía el balompié. Por eso sorprendió al mundo cuando, dos años después del Mundial de España en 1982, sería fichado por la Fiorentina de Italia en la que sólo estuvo una temporada para luego regresar a su querido Brasil. Al llegar a la península, fue abordado por periodistas, quienes le preguntaron sobre el motivo por el que había aceptado jugar en Italia; su respuesta sorprendió a quienes no lo conocían —no así a quienes sabían de su formación política—:

“Para poder leer en su lengua natal a Gramsci”, les espetó.

Los periodistas esperaban un discurso futbolístico o que hablara de su contrato, pero no, Sócrates —médico de profesión— les aventó por delante al autor de los famosos Cuadernos de la Cárcel, que tal vez muchos de los ahí presentes ni siquiera sabían que existieran. Gramsci, filósofo y político italiano, fue fundador del Partido Comunista Italiano, fue encarcelado por Mussolini y se le considera uno de los principales teóricos políticos del siglo XX. Sus Cuadernos de la Cárcel, abarcan prácticamente todos los temas habidos y por haber: historia, nacionalismo, fascismo, fordismo, folclore, religión, el considerado nacionalismo italiano, la Revolución Francesa, pero sin duda, Gramsci es mejor conocido por ser el creador de la llamada Teoría de la Hegemonía Cultural, donde describe cómo la clase gobernante, o en sus palabras, la burguesía, usan las instituciones culturales para mantener su poder en las sociedades capitalistas, que van de la mano de otro de sus conceptos clave, como fue el de cultura, la que la dividía en la cultura alta y la cultura popular.

Sócrates lo sabía muy bien, y de ahí su respuesta a los reporteros italianos, los medios de comunicación, de acuerdo a Gramsci son parte de esa hegemonía cultural. Esto, es, sabía lo que decía, a quién se lo decía y para qué lo decía.

Aquí en México durante el Mundial de 1986, sorprendió a la FIFA al portar una cintilla en la frente como solidaridad con México, recién abatida por uno de los más devastadores terremotos de su historia, apenas un año antes de la justa futbolera. De por sí en México amamos al añorado “Scratch do Ouro”, con ese gesto se ganaron de por vida el cariño de la afición y pueblo de México. Por loco que parezca, el gesto no gustó a la FIFA que tiene prohibido todo tipo de manifestaciones políticas, y le exigió al brasileño no portar más esa cintilla en su frente. El crack los mandó muy lejos y la siguió portando cuantas veces quiso.

Pero no sólo Sócrates ha desafiado a la corruptísima FIFA, que ahora con su VAR acomoda los partidos sin rubor alguno -¿verdad España, verdad Ronaldo?-, si no que a lo largo del futbol mundial, son muchos los futbolistas que, siguiendo la conseja de Sócrates, han aprovechado al futbol para denunciar causas políticas o sociales o bien para manifestar su apoyo o consigna a alguna situación que consideran no está bien en el mundo.

Apoyo a Palestina

Así, en 2009 Frederic Kanouté, jugador del Sevilla, en algún momento del partido contra la Coruña se levantó su camiseta para mostrar otra que llevaba abajo donde consignaba su apoyo a la causa de Palestina. Su gesto fue en protesta contra la operación del ejército israelí en la llamada Franja de Gaza que se desarrollaba en ese momento. La FIFA lo multó con 3 mil euros y la Liga española con 4 mil.

Kanouté, ya retirado, es toda una figura. Nacido en Lyon, Francia, hijo de madre francesa y padre maliense (Malí), siempre jugó a gran nivel en  las mejores ligas de Europa. Convertido al Islam desde los 22 años, cuando fue contratado por el Sevilla español se negó a usar la camiseta sevillana porque llevaba en el pecho publicidad de la empresa 888.com una casa de apuestas, acción que reprueba su religión. El Sevilla tuvo que ceder y entregarle una playera sin la publicidad de la empresa. Ahí mismo en Sevilla, al saber que sería vendida una mezquita porque la comunidad islámica española no podía pagarla, decidió comprarla por 700 mil dólares que puso de su bolsa. Y aunque jugó para la Sub21 de Francia, nunca fue llamado a la selección mayor, por lo que decidió jugar para la nación de su padre, Malí, acción que pudo realizar sin ningún problema, de acuerdo con las nuevas reglas de la FIFA, convirtiéndose rápidamente en el gran goleador del equipo. Como muchas otras estrellas, Kanouté terminó su brillante carrera en la Super Liga China.

Al igual que Sócrates, Kanouté siempre se distinguió por su apoyo a diferentes causas humanitarias. Impactado por ver la suerte de cientos de niños pobres en Malí, la nación de su padre, impulsó el proyecto “Aldea Infantil” que los atiende. Ha escrito un libro donde habla de su fundación y de este proyecto: Cómo hacer el bien: Ensayos para construir un mundo mejor. La foto de su playera en apoyo a Palestina, ha pasado ya a la historia.

Otros han aprovechado su visibilidad en el futbol para la denuncia social, con fuertes cargas políticas. Y aquí los argentinos llevan mano. La dictadura militar marcó a toda una generación de futbolistas que eran unos niños cuando su nación se desangraba con una de las dictaduras más crueles de la historia.

En 2012, Germán Denis, delantero argentino del Atalanta italiano, tras anotar un gol al Inter de Milán mostró una playera con una K tachada en un círculo en repudio al kirchnerismo.

Causas indígenas

En este año y previo al Mundial, Mathias Riquero, un centrocampista uruguayo nacionalizado chileno que milita en Deportes Temuco de Chile, al anotar un gol al Estudiantes de Mérida festejó su anotación con una bandera Mapuche, ya que dijo simpatizar con su causa.  Los mapuches (Pueblo de la Tierra), como muchos otros pueblos indígenas en el mundo, luchan por preservar no sólo su cultura, sus creencias y religión sino también sus territorios. Conocidos también como araucanos, son un pueblo amerindio que habita principalmente en el sur de Chile y Argentina. Conformado por casi un millón de habitantes, el pueblo mapuche siempre ha luchado para mantener su propia independencia, suscitando con ello un conflicto con el gobierno chileno, que busca asimilarlos y de ahí el problema.

La mayor parte de los mapuches se encuentra en territorio chileno, de ahí el significado y trascendencia del gesto de Riquero en su celebración futbolística.

Por cierto, Riquero ha tenido otros gestos que le han valido el reconocimiento de la comunidad futbolística. En el 2009, Riquero, jugador del Liverpool, en un juego definitorio entre Central Español en el minuto 90 metió un zapatazo de antología que entró por un costado de la red de la portería rival que tenía un hoyo por el que entró. Debido a lo violento del disparo, el árbitro no pudo ver que no fue gol y lo dio como válido. Riquero de inmediato le advirtió de su error, pero se desató una fuerte polémica. Sin el ya ahora famoso VAR, el testimonio de Riquero fue determinante, algo insólito pues favorecía a su equipo, pero le valió el reconocimiento de la comunidad futbolera por su “juego limpio”.

Bombardeos

Dragan Stojkovic, mejor conocido como Piksi, exjugador de la antigua Yugoslavia, fue una figura del futbol mundial en las décadas de los 80 y 90. Su época dorada fue durante el Mundial de Italia 90. Se retiró en 2001 en las filas del Nagoya Grampus Eight japonés. Ha sido presidente de la Federación Yugoslava de Futbol y presidente del Estrella Roja, el más importante club de la desaparecida Yugoslavia, y también fue técnico del Nagoya japonés.

Piksi se hizo famoso en su paso por el futbol japonés, pues como jugador, cada vez que anotaba un gol se levantaba la camiseta para mostrar otra blanca con un mensaje contra los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia. La inscripción decía: NATO. Stop Strike.

Los argentinos, esos que vivieron la dictadura militar, cuantas veces pudieron denunciaron a los genocidas de su pueblo.

De goles y genocidas

Mauro Amato, un fino delantero de Atlético Tucumán, en una tarde noche de diciembre de 1999 en medio de un torrencial aguacero, se disputaba el clásico de la ciudad contra Deportivo San Martín. Tucumán iba perdiendo 2-1, luego cae el gol del empate y a escasos siete minutos del final y con la intensidad que se vive el futbol en Argentina, Amato lanza un escopetazo que termina en la red para poner un definitivo 3-2. El gol de Amato tuvo un alto significado político, no sólo porque le dio el triunfo, sino que puso en las pantallas de la televisión la lucha de las Madres de la Plaza de Mayo, víctimas de la dictadura argentina.

En medio de una torrencial lluvia, Amato, emocionado con su gol que le daba el triunfo a Tucumán, salió corriendo hacia el córner, se levantó la camiseta, la puso sobre su nuca y mostró abajo otra playera negra con 4 pañuelos blancos (ícono de las Madres de la Plaza de Mayo) y la inscripción: “Aguanten las Madres”.

Para dejar perfecta constancia de su intención política al llegar al alambrado y ante el torrencial aguacero abrió los brazos, miró hacia el cielo y estalló en llanto. Su rostro, su festejo y esa camiseta, quedaron marcados en los anales del futbol.

Atrás de este gol hay toda una historia política. Días antes, Amato había ido a una protesta que realizaban las madres de la Plaza de Mayo en Tucuman. Según contó a Kurt Lutman, otro futbolista gran amigo suyo, le sorprendió la escasa concurrencia a la marcha de protesta. Eso le impactó. A la par, en la provincia de Tucumán era época de elecciones. Ricardo Bussi, hijo de uno de los genocidas argentinos buscaba ser el gobernador de esa provincia.

Lutman, en un bello texto que escribió el 25 de mayo de 2014 para la revista argentina Crítica, describe así ese momento:

“Autor de torturas, violaciones, asesinatos y desaparición de personas, y complicidad directa en apropiaciones de bebés durante la última dictadura militar, Antonio Domingo Bussi, dos décadas después, llega al cuarto año de un período de gobierno iniciado en 1995 y que concluye en diciembre. Con la esperanza de dar paso en las elecciones venideras a su hijo, Ricardo Bussi, los operadores políticos del genocida cuidan su imagen como si fuera un cristal. Miles de teorías se exponen tratando de explicar cómo el pueblo tucumano soporta semejante aberración, en una Argentina democrática”. (http://revistacitrica.com/el-dia-que-un-futbolista-callo-a-bussi.html#prettyPhoto)

Lo que vino después es de antología. Cuenta Lutman que Antonio Domingo Bussi, casi se infarta al ver en televisión el festejo y dedicatoria de Amato; infarto que casi se consuma meses después al concluir su periodo y ver como su amado hijo Ricardo, perdió las elecciones. El de Amato fue, sin duda, el gol que calló a un genocida. La ya mítica foto de Amato intentó ser censurada por el genocida para que la Gaceta de Tucumán no la publicara.

El precio de ese gol, Amato lo tuvo que pagar muy caro. Meses después debió abandonar Tucumán por las constantes amenazas de muerte. Amato era uno de esos futbolistas que aunque paradójico, la fama no lo atraía. Veía al futbol como una lucha, una forma de ayudar a los demás. Vendría luego el retiro y hoy alejado del mundo del balompié vive con su amada Cecilia, a quien conoció como fotógrafa y madre de Irina en aquellos tiempos de 5 años, a quien siempre ha amado como su propia hija. Alejado de los reflectores, hoy se dedica a vender artesanías, pero el recuerdo de aquella tarde lluviosa, su gol, su festejo y su camiseta negra con las cuatro pañoletas de las Madres de Mayo perdura en la mente de los tucumanos, que ese día vieron como un gol “cayó” y “calló” a un genocida.

Pero el propio Lutman tiene una bella, conmovedora y valiente historia. Gran amigo de Amato, a Lutnam no le importó lanzar una de las protestas más agresivas que se recuerde en la historia del futbol mundial. Mientras formaba parte de las reservas del Newell´s Old Boys argentino, Lutnam festejó una anotación a Belgrano mostrando también una playera, ésta blanca con la leyenda:

“Cárcel a Videla y a todos los milicos asesinos”.

Videla formaba parte del triunvirato militar genocida que gobernó a Argentina a sangre y fuego en la década de los 70.

Ya antes en Huracán, se había solidarizado con los jóvenes reservistas a quienes la dirigencia no les había pagado. Por esa posición fue despedido del club, “y tal vez también por mi bajo rendimiento”, ironizó en alguna entrevista.

Lutman, al igual que Amato y muchos más, “fue un rebelde de las canchas que peleó porque el deporte más lindo del mundo fuera un juego lindo”. (http://www.marcha.org.ar/kurt-lutman-una-rareza-en-el-mundillo-futbolistico/).

Autor de un bello libro de crónicas de fútbol: “El agua y el pez”, a Kut Lutman se le considera hoy portavoz de los que aman el futbol como un lugar de encuentro donde los valores de la amistad y la solidaridad estén por encima del dinero.

En la época donde el dinero se ha comido al futbol, lo de Lutman parecería estrambótico. Pero no lo es.

Espero.

Buenos días y buena suerte.

 

 

 

 

 

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