El método de facturación hidráulica, o “fraccking”, para extraer gas shale y petróleo puede causar el envenenamiento del agua y pérdidas fatales a la ganadería en la frontera de Tamaulipas con Texas, por el impacto ambiental negativo, reporta El Mañana de Nuevo Laredo.
La ganadería en la región corre el riesgo de desaparecer con la explotación de gas shale mediante el método fracking o fractura de roca, pues la demanda de agua es enorme y hasta se pondrían en riesgo mantos acuíferos de donde se extrae agua para consumo humano.
Alrededor del mundo, el sistema de fractura de roca o fracking es mal visto por organismos ecologistas y ciudadanos, pues contrario al sistema tradicional, agota y contamina las reservas de agua, ocupa espacios muy amplios, daña el subsuelo y lo deja inservible una vez que queda agotado.
Pero el mayor riesgo es para el agua. Para fracturar la roca, las compañías que extraen el gas shale deben inyectar al suelo un promedio de 30 millones de litros, suficiente para llenar 150 mil tambos, como los que se usan en las colonias del poniente para almacenar el líquido, según datos de expertos y grupos ecologistas como Greenpeace.
Los expertos advierten que habría que tomar en cuenta que las compañías que extraen el gas no hacen sólo un pozo.
Pemex reconoció que usó 101 millones 230 mil litros de agua para perforar seis pozos en Nuevo León.
Esa agua es la que usa la población de los municipios de China, Los Ramones, Anáhuac, Los Herreras y Melchor Ocampo, en poco más de un mes.
Organismos como la Asociación Ganadera y la Angadi se declararon en estado de alerta ante la posibilidad de que Pemex y compañías extranjeras vengan a Nuevo Laredo y la región para explotar los yacimientos de la Cuenca de Burgos, una de las ricas en gas encontradas hasta ahora.
Lo grave es que la mayor parte de ese gas está atrapado en la roca pizarra y el método de fractura es considerado el mejor y más rápido para explotarlo.
“Sabemos que vienen a contaminar”, dijo Felipe Fernández, presidente de la Asociación Ganadera Local.
El miedo al daño ecológico, especialmente de los mantos acuíferos es compartido por la Asociación de Ganaderos Diversificados que encabeza Gabriel Serna.
En una reunión, el martes, organismos como la Ganadera, Angadi, los colegios de Arquitectos y de Ingenieros Civiles, la Canaco, Codein y otros, expresaron sus temores por la inminente explotación de los yacimientos de gas.
Para los ganaderos y campesinos, Pemex es sinónimo de abuso.
“Hace poco más de 15 ó 20 años, Pemex venía, nos amenazaba con quitarnos nuestros ranchos y se metía a explotar el gas”, aseguró Fernández.
Luego, Pemex cambió de estrategia y ofreció un pago único por permitir la explotación, pero el convenio era por 99 años.
“Hay ranchos en donde hay pozos y los de Pemex entran y salen desde hace más de 25 años”, refirió Fernández.
Hoy, los ganaderos buscan cambiar las cosas, imponer condiciones para evitar el daño ecológico a toda costa y exigir un pago justo por la explotación de gas en sus terrenos.
“No estamos contra el progreso”, advirtieron.
Gabriel Serna y Trinidad Benavides, de Angadi, y Felipe Fernández, de la Ganadera Local, tienen bien claras sus metas y ya se unieron para formar un bloque que abarca a Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, estados donde se ubica la Cuenca de Burgos, para enfrentar la amenaza ecológica.
“Tenemos el apoyo de la Confederación Nacional Ganadera”, comentaron.
Los sectores involucrados, incluyendo el educativo y el gubernamental, reconocieron que hay mucha desinformación sobre el método fracking.
El temor parece estar bien fundado. En zonas como Texas, se reportan graves daños a la ecología, especialmente de contaminación del agua.
Al fracturar la roca, se libera gran cantidad de gases y minerales, algunos de ellos tan peligrosos como el mercurio y el metano.
De hecho, al fracturarse la roca se generan grietas que son mantenidas así con la aplicación de unos 600 tipos de químicos, cerámica y arena, que ayudan a mantener las grietas abiertas. Esto hace que los metales pesados y los gases tóxicos como el metano alcancen los mantos acuíferos, muchos de ellos explotados para consumo humano o conectados a los ríos, como el Bravo.
El gas metano contamina el agua y alcanza las plantas potabilizadoras que no están preparadas para eliminarlo. Por esta razón, en zonas donde se explota el gas pizarra osShale se reporta que han salido llamas de las llaves.
El metano en grandes cantidades es muy peligroso y capaz de derrumbar edificios enteros.
El uso exagerado del agua conlleva otro riesgo: el de la escasez. Por ahora, Texas ya comenzó a reportar problemas por la falta del líquido.
Ciudades como San Antonio han comenzado a estudiar comprar agua a otras regiones, lo que alarma a sus habitantes.
“¡Estamos en una zona muy árida!”, advirtieron los expertos.
Lo peor es que el agua que se utiliza se recupera muy poco. Del 100 por ciento del agua que es inyectada a los pozos, sólo se recupera un tercio y el resto se queda en el subsuelo, a unos 2 mil y hasta 5 mil metros de profundidad y en muchos casos puede ascender y alcanzar mantos acuíferos y ríos. Lo grave es que contiene unos 600 químicos diferentes.
El resto, poco más de un tercio, es inyectada en pozos secos o, en el mejor de los casos, se coloca en fosas de secado, para que se evapore y recuperarla en forma de lluvia, pero se corre el riesgo que mientras se seca, gran parte se transmite al suelo y alcance los mantos acuíferos.
Todo esto supone riesgos tan graves como la contaminación del agua. El subsuelo se vuelve inservible y en muchos casos, los contaminantes alcanzan la superficie y dañan por igual a la flora y a la fauna.
Angadi y la Ganadera Local coincidieron en que el ruido y el movimiento afectarán al ganado y a los animales del campo.
Además, golpearía directamente en otra industria: la cacería cinegética. Sólo en la temporada que recién cerró vinieron cerca de 2 mil cazadores a la región, considerada una de las mejores para el venado cola blanca.
“¿Qué cazador va a querer venir con tanto ruido y camiones pasando cerca?”, preguntó Felipe Fernández, de la Ganadera Local.
A esto habría que agregar el peligro que representan las explosiones subterráneas que se usan también para fracturar la roca madre.
Habitantes de municipios como Los Ramones, en Nuevo León, aseguraron que desde que comenzó la explotación de gas la región ha registrado gran cantidad de sismos.
Por ahora, los ganaderos y otros sectores productivos cabildean para que las leyes secundarias no sean tan perjudiciales al medio ambiente y que aquellos que se vean afectados en sus propiedades consigan una remuneración justa.
Fuente: El Mañana de Nuevo Laredo