Carlos Murillo González
¡Yo no le voy, le voy a la guerra!
¡Yo si le voy, le voy a la paz!
Consigna de Fronteras por la paz
En el 2003 el mundo experimentó una ola de protestas en multitud de países contra lo que sería la inminente e injustificada invasión a Irak por parte de los EEUU, Gran Bretaña y otros aliados menores. Era la primera gran protesta mundial, convocada por Internet como su principal medio de difusión en cientos de ciudades alrededor del globo. Ciudad Juárez escenificó localmente el rechazo a la guerra a través del movimiento Fronteras por la paz.
Fronteras por la paz surgió de las aulas de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y contó rápidamente con un amplio y heterogéneo número de integrantes, extendiéndose a otras instituciones de educación superior y preparatoriano. Aunque fue principalmente un movimiento juvenil y estudiantil, también acudían grupos interesados y personas en lo individual prácticamente de todas las corrientes políticas, pero con el tiempo prevalecieron las personas y colectivos más identificados a la izquierda.
En un momento de las marchas hacia los puentes internacionales o en los plantones frente al Consulado de EEUU en Juárez, se unen colectivos de El Paso y estudiantes de UTEP y el movimiento se hace binacional con acciones coordinadas en ambos lados de la frontera. Cientos o quizás miles de personas participaron de alguna u otra forma durante el 2002 hasta los meses previos al 20 de marzo, fecha fatal en que inicia finalmente la guerra. Desde el performance, las innumerables marchas, las cinco semanas consecutivas de protestas frente al Consulado, de donde sale el mote de “tambores por la paz” al llevar percusiones a las marchas, hubo mucho y de todo para hacer ver el rechazo a la guerra al unísono con otros millones de personas en el mundo.
Otro aspecto importante de este movimiento es que pudo convocar y contar con un gran número de artistas, intelectuales, maestros(as) luchadores(as) sociales y activistas. Para quienes fue su primera experiencia sociopolítica no sólo pudieron conocer formas organizadas de protesta, tanto novedosas como tradicionales, sino también ser partícipes de un acto inusitado en la historia de la humanidad. Si el Ejército Zapatista de Liberación Nacional se considera la primera guerrilla posmoderna por su éxito en Internet, la protesta mundial actual demuestra el poder del ciberespacio como una herramienta útil al servicio de la sociedad.
A pesar de los esfuerzos el inicio de la invasión a Irak fue un duro golpe al movimiento y éste empezó a decaer en todo el mundo; Fronteras por la Paz no fue la excepción y a pesar de las deserciones, todavía hubo ánimos para celebrar una marcha al año siguiente, justo en el primer aniversario de la invasión y fue hasta el segundo aniversario con un tokín en el Monu (Plaza Benito Juárez) con el que se cerraría definitivamente el movimiento, quedando reducido al todavía vigente y en uso fronterasporlapaz@yahoogrupos.com.mx al cual están invitados a adscribirse y participar
Hoy el movimiento pacifista sigue vivo en los colectivos que salen a las calles y alzan sus voces en contra al genocidio que sucede actualmente en Palestina por parte de las fuerzas armadas israelitas; sigue siendo global, pero aparentemente carece de la convocatoria de hace 11 años. Asimismo en las calles de Ciudad Juárez, la sufrida Ciudad Juárez, que hace once años tampoco se imaginaba la catástrofe que vendría con el 2008 y años posteriores, son pocas las voces públicas en contra de ese hecho bochornoso. Tal vez la misma política del miedo, el Estado de terror a la mexicana ha hecho su trabajo facilitando el autoencierro y la enajenación de la sociedad para dificultar la ciudadanía, es decir, la legítima recuperación de las calles y las plazas públicas, por el público.
El inicio del siglo XXI nos va dejando ver sus entrañas políticas, económicas y sociales más allá de las proezas culturales o los avances científicos, en sus contradicciones irracionales como las guerras, el rescate bancario a costa de la gente, como en Europa o la venta de un país, como en México, donde las entrañas de la globalización nos muestra su falsedad emancipatoria y más bien deja ver sus miserias. La avaricia de las grandes potencias, la corrupción del sistema económico dominante, el servilismo de la clase política, todo en conjunto hace dudar sobre el progreso social o el avance civilizatorio de esta generación humana.
La paz, como la honestidad, no son “valores” de moda y nunca lo serán por que representan lo opuesto del pragmatismo de la vida contemporánea dentro del régimen capitalista patriarcal, egoísta y belicista. La solidaridad universal puede trascender fronteras, los gobiernos del mundo lo saben y temen el poder de las redes sociales, de ahí su interés por la censura a Internet, el espionaje indiscriminado y la vigilancia panóptica para desalentar la democracia más que el terrorismo y este último, como renovado pretexto para la guerra.
Fronteras por la paz ya no existe, pero deja su legado activista para esta ciudad y para el mundo en importantes hechos donde participan varios de sus ex integrantes, como el movimiento en defensa de la tierra de Lomas de Poleo o el movimiento contra la militarización y el Estado policiaco en México. Con la reforma energética y al acecho de aprobarse el fracking en Chihuahua, es muy probable que el espíritu de Fronteras por la paz se vuelva a integrar a los próximos movimientos sociales que de seguro surgirán ante el peligro venidero. La gente siempre preferirá la paz a la guerra.