Fresán, en la mente de un escritor

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El autor argentino Rodrigo Fresán, quien acaba de publicar su más reciente novela, La parte inventada, en la que se mete en la cabeza de un escritor para analizar el nacimiento del proceso creativo, considera que “toda literatura es metaliteratura por definición”.

La parte inventada (Random House) busca respuesta a la eterna pregunta de cómo funciona la mente de un escritor, y para ello Fresán recurre a la mente de uno que trata de escribir su propia historia, la historia de alguien que conoció cierto éxito hace unos años, pero que ahora siente que ya no hay lugar para él, ni en el mundillo literario ni en el gran mundo.

“Ser escritor supone serlo las 24 horas del día, y pocos entienden el tiempo que esto insume”, comenta en una entrevista Fresán, para quien “el escritor ve la realidad ordinaria a través de una pantalla dividida en dos, tres o cuatro partes”, y por esa razón el propio autor vive esa realidad “como algo bastante ambiguo”.

la parte inventadaCuando se le pregunta sobre el carácter metaliterario de su obra, Fresán responde que “toda literatura es metaliteratura, porque todo lo que escribes siempre tiene una dosis de lo que te está ocurriendo; y hasta ’50 sombras de Grey’ es metaliteratura, ya que surgió de un blog de alguien que estaba escribiendo sobre la saga Crepúsculo“.

Hay dos libros que Fresán considera “hermanastros cercanos” a La parte inventada: La contravida de Philip Roth, “en el sentido caleidoscópico de mostrar a unos personajes”, y ¡Mira los arlequines!, el último Nabokov, en el que presenta una aparente autobiografía que dinamita al hacer volver al personaje a Rusia, que “nos lleva a la parte inventada como concepto”.

Nabokov, el cual es un “fantasma” que viaja bastante por La parte inventada“, decía que la realidad está muy sobrevalorada y, de ahí, que finalmente el propio Fresán crea que “hay tantas realidades como personas, como profesiones”.

Ser escritor surgió en el autor argentino desde muy pequeño: “No soy creyente, pero sí tengo un sentimiento religioso místico ante el privilegio de no haber tenido que renunciar a mi primera vocación, la escritura”.

En libros de Fresán como Historia argentina, Trabajos manuales, Esperanto, Mantra o Jardines de Kensington, siempre aparece la figura del escritor, algo que no puede evitar.

“En el libro que estoy escribiendo ahora ya aparecen escritores. No puedo evitarlo”, añade.

Comparte Fresán muchas cosas con el protagonista de La parte inventada; por ejemplo, su irritación por los teléfonos móviles, señala, mientras muestra su obsoleto móvil de segunda generación.

Y aún va más lejos cuando afirma: “Sería yo si no me hubiera casado y no hubiera tenido un hijo, porque en el fondo el personaje es muy ‘peterpánico’, no ha crecido”.

El autor de El fondo del cielo no siente que sus novelas empiecen y acaben, sino que son un todo, “como una casa, en la que tiras una pared medianera o descubres un espacio nuevo” y además trata de no perder su condición de lector. “Soy un lector que escribe”.

Por las páginas de la novela desfilan también grupos como The Kinks, Pink Floyd o Bob Dylan, “retratados en un momento en que sus carreras están empantanadas”, o la película Ocho y medio de Fellini, que es “el gran artefacto de qué hacer cuando no se te ocurre qué hacer”.

Fresán, que también practica la crítica literaria, aunque no se considera un crítico, se ve como “un agente cuádruple: el que lee, el que escribe, el que eres en tu vida privada y el que proyectas a nivel público, hoy a través de las redes sociales”.

Piensa el escritor argentino, que vive en Barcelona desde 1999, que las redes sociales nos sitúan en “una época bastante tóxica”, hasta el punto de que, según revela, había gente que se hacía pasar por él en Argentina y que incluso tenía un blog en el que explicaba su vida en Barcelona.

Opina Fresán que “no hay crisis de la literatura, porque la literatura está siendo consumida por el mismo número de personas, pero sí acaso hay una crisis del ‘bestseller’, cuyos autores han dejado de cuidar el estilo”.

Obras de superventas como Aldous Huxley, Irving Wallace o Morris West tienen más construcción que cualquier novela de Dan Brown; y lo mismo señala Fresán en relación al fenómeno vampírico catapultado por la serie Crepúsculo de Stephenie Meyer, que no admite comparación con Entrevista con el vampiro de Anne Rice.

Sin embargo, no todo está perdido y piensa Fresán que aún quedan autores bestseller de calidad como Neal Stephenson, Stephen King, de quien se ha leído todas sus obras, o John Le Carré.

Fuente: EFE

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