Por Rachel Zoll
El Centro Pastoral San Juan Pablo II, una misión católica romana, se encuentra en uno de los extremos de un antiguo centro comercial pegado a un local de Arby’s. Ocupa un recinto que, según los líderes eclesiásticos, alguna vez albergó un nightclub y una sala de cine, con una historia cubierta por varias capas de pintura, bancos traídos de otras congregaciones y un altar de piedra y madera de Nuestra Señora de Guadalupe, la patrona de las América, especialmente venerada por los mexicanos.
La misión, que es la arquidiócesis de Atlanta, fue creada de apuro para servir a muchos latinoamericanos empleados por las plantas procesadoras de pollos que constituyen el principal sustento de la economía de Gainesville. Un domingo reciente, 5.000 personas asistieron a misa y los fieles rebasaron la iglesia.
Aquí hay también muchos evangélicos. Georgia es un estado bautista del sureste estadounidense, donde los evangélicos son particularmente fuertes y el catolicismo tenía poca presencia hasta la última ola inmigratoria. El reverendo nicaragüense William Canales, pastor de la misión, hizo notar con picardía que un predicador protestante se fue hace poco del mismo sitio.
“La Iglesia Católica de Gainesville está despertando”, afirmó Canales pocas semanas antes de la visita del papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano, a Estados Unidos.
Francisco llegará el 22 de septiembre en medio de enormes expectativas respecto a lo que puede hacer por los católicos de Estados Unidos. Pocos objetivos son tan imperativos para los líderes de la iglesia como el de afianzar la fe de los hispanos y alentarlos a que no la abandonen.
Aproximadamente el 38% de los católicos adultos de Estados Unidos son de origen latinoamericano, según el centro de estudios CARA de la Universidad de Georgetown, y ya constituyen la mayoría en varias diócesis.
Aumentan en número al tiempo que numerosos católicos abandonan la fe. La inmigración y la alta tasa de nacimientos de los latinoamericanos más que compensan esas pérdidas, ayudando a que la denominación de 68 millones de miembros siga creciendo.
La fe de los hispanos, no obstante, no parece tan firme como en el pasado. En el 2006, ocho de cada diez hispanos criados como católicos conservaron su fe de adultos. El año pasado, solo siete de cada diez lo hacían, de acuerdo con CARA. Igual que ocurre en sus países de origen, numerosos latinoamericanos están sumándose a movimientos pentecostales o abandonando la religión organizada, en cantidades lo suficientemente grandes como para alarmar a los obispos estadounidenses.
“Uno de los desafíos que tenemos es que muchos inmigrantes latinos llegan a sitios donde no hay una iglesia católica”, expresó Mark Gray, director de encuestas del centro de Georgetown. “A veces terminan en una iglesia evangélica”.
Georgia es uno de los ejemplos más representativos. La población católica ha sido tan pequeña históricamente que el estado tenía una sola diócesis, la de Savannah. La diócesis de Atlanta fue creada en 1956 con apenas 24.000 feligreses.
Ahora Peter Faletti, director de investigaciones y planificación de la diócesis de Atlanta, se afana por conseguir espacio. Ha estado alquilando escuelas, antiguas salas de cine y concesionarias de autos en desuso para realizar allí las ceremonias eclesiásticas. En cuestión de semanas, sin embargo, esos sitios no dan abasto. En Lilburn, un suburbio de Atlanta, Nuestra Señora de las Américas atrae a 10.000 feligreses mayormente hispanos todos los fines de semana y sigue creciendo.
“Tenemos católicos hispanos que no son servidos porque no pueden ingresar” a la iglesia, dijo Faletti.
La llegada de profesionales no hispanos a Atlanta, procedentes del norte y el centro del país, ayudó también a incrementar las filas de los católicos en años recientes, pero los hispanos son el principal sustento del boom. Entre el 2000 y el 2011 se duplicó la población hispana de Georgia, que fue uno de los diez estados con mayor crecimiento entre los hispanos, según el Centro de Investigaciones Pew.
Hispanos y blancos constituyen aproximadamente el 44% del millón de miembros de la arquidiócesis de Atlanta y los latinoamericanos serán pronto la mayoría, al paso que van.
“A la gente le entusiasma este crecimiento. Se acuerdan de los días en que eran tan pocos que pasaban inadvertidos”, cuenta el arzobispo Wilton Gregory. “El reto que tenemos por delante no es solo encontrar espacios físicos en estas comunidades en plena expansión sino desarrollar también un espíritu de inclusión”.
Este es el terreno en el que puede ayudar el pontífice argentino, según líderes de la iglesia.
El arzobispo de Los Angeles José Gómez, el latinoamericano de más alto rango en la jerarquía eclesiástica de Estados Unidos, cuya arquidiócesis, que está constituida en un 70% por hispanos, ha estado a la vanguardia de la lucha por los derechos de los inmigrantes que están en el país ilegalmente, dijo que el papel de los hispanos “es una gran parte de la historia de la visita del papa”. En Washington el papa canonizará al misionero franciscano español del siglo XVIII Junípero Sierra, quien evangelizó lo que más adelante pasó a ser California. Gómez dijo que la canonización es un “momento histórico en la vida de los hispanos”, en el cual el pontífice pide a los estadounidenses que reflexionen sobre “nuestro legado como inmigrantes”.
“Sabe que el rostro de la iglesia está cambiando. Sabe acerca de la herencia de los católicos hispanos de este país. Sabe lo importante que son los hispanos para el futuro de la iglesia”, afirmó Gómez.
Los líderes católicos de Atlanta dicen que nadie puede anticipar cuántos inmigrantes se radicarán en Georgia. Jairo Martínez, un colombiano que encabeza el ministerio hispano de la arquidiócesis, se mostró sorprendido de que tantos latinoamericanos elijan este estado en lugar de Florida o California.
“La gente no venía a Georgia. Para nosotros, esta era un poco una tierra de nadie”, relató Martínez, quien vino a Atlanta como ejecutivo de Coca Cola. “La arquidiócesis no estaba preparada. No había misas, servicios ni curas que hablasen el idioma” español.
El boom en la construcción previo a los Juegos Olímpicos de 1996 en Atlanta atrajo una cantidad de inmigrantes mayormente mexicanos. Otros vinieron para trabajar en fábricas de alfombras en Dalton, cerca de la frontera con Tennessee, y en las plantas de pollos en Gainesville, al noreste de Atlanta.
Canales recordó el llamado del papa a que los sacerdotes estén cerca de los marginados y sean “pastores que viven con el olor de las ovejas. “Me gusta el olor a pollo que hay aquí”, bromeó.
Mónica Opperman, quien trabaja en la oficina de enseñanzas y evangelización de la arquidiócesis, dijo que vio cómo un complejo de departamentos próximo a su parroquia se llenaba de familias hispanas. Un sacerdote contrató a una monja que hablaba español, igual que Opperman, quien es oriunda de México, para ayudar a los recién llegados.
Martínez dijo que los latinoamericanos llaman a su oficina diciendo que rezaban el rosario con otras familias en la casa de alguien porque no podían encontrar sitios donde ofreciesen misas. La arquidiócesis lanzó un programa de radio en español, llamado ahora Nuestra Fe, para tratar de llenar el vacío y envió a representantes al exterior para tratar de encontrar sacerdotes que hablasen español dispuestos a radicarse en Atlanta.
La arquidiócesis, igual que otras diócesis de Estados Unidos, sigue necesitando sacerdotes bilingües. Pero solo una de cada tres o cuatro misas que ofrece la arquidiócesis es en español en estos momentos, de acuerdo con Faletti.
Gregory reconoce que ha habido algunas fricciones derivadas de la nueva diversidad de la arquidiócesis.
Los líderes eclesiásticos están tratando de resolver las divisiones culturales, pero como ocurrió con generaciones previas de inmigrantes –italianos, irlandeses y de otros sitios–, las relaciones entre los distintos grupos étnicos, adentro y afuera de la iglesia, no son fáciles.
Los católicos blancos de Atlanta tienen un nivel económico más alto y mejor educación, incluso sobre temas religiosos. Algunos latinoamericanos no pasaron de la escuela primaria antes de venir a Georgia y si bien participaban en festivales y servicios religiosos en sus países, trajeron escasa formación religiosa.
“En mis homilías trato de dar catequesis –explicaciones bíblicas– para que la gente entienda lo que está sucediendo”, comentó el reverendo Mark Starr, de la Misión Santa Clara de Asís del suburbio de Acworth, quien aprendió español gracias en parte a un curso intensivo de ocho semanas en México pero dice no sentirse muy seguro hablando ese idioma. “Les explico de qué parte de las escrituras vienen partes de la misa o las oraciones que reza el párroco en silencio. He tenido gente que viene y me dice `no sabía nada acerca de eso'”.
Para los mexicanos en particular, ser parte de la iglesia implica participar en festivales anuales como el de Nuestra Señora de Guadalupe o ser parte de movimientos religiosos, incluido el de Renovación Carismática, que no gira necesariamente en torno a la parroquia y en los que pueden relacionarse con gente de otros medios.
Muchos de los hispanos de la arquidiócesis están en el país ilegalmente y alimentan el debate sobre las políticas de inmigración. Una salvadoreña que no tiene permiso para permanecer en el país buscó hace poco refugio en la iglesia de Lilburn. Jerarcas religiosos de Atlante creen que fue la primera vez que alguien buscó santuario en una iglesia local por asuntos migratorios. La centroamericana se fue de la iglesia al poco tiempo y se consiguió un abogado, según la arquidiócesis.
“Tenemos gente aquí que es indocumentada y que son personas católicas amorosas, y les hemos dado la bienvenida y nos hemos asegurado de que le gente entiende el evangelio y sabe que la iglesia siempre ha apoyado a los recién llegados”, indicó Gregory.
Guzmán Carriquiry, vicepresidente de la Comisión Pontificia para América Latina y amigo del papa, dijo que en su viaje a Estados Unidos Francisco no tratará a los hispanos como un apéndice de la vida religiosa sino como una parte integral del catolicismo estadounidense.
Las penurias de los inmigrantes y la necesidad de que las naciones ricas sean generosas y los reciban será un tema constante de la visita papal. Se espera que hable de la inmigración en su presentación ante el Congreso el 24 de septiembre. Francisco, por otro lado, ofrecerá varias charlas en español y tiene programado encuentros con inmigrantes en Washington y en una parroquia católica del East Harlem en Nueva York antes de dirigirse a Filadelfia.
En el Centro Pastoral San Juan Pablo II de Gainesville, los miembros de la misión esperan que la visita papal los inspire. Han estado realizando actividades más asociadas con los evangélicos, como ir casa por casa invitando a la gente a ir a misa. Canales dijo que una mujer se sorprendió tanto de ver a evangelizadores católicos en su puerta, que les preguntó varias veces si no eran protestantes.
El feligrés José Vera, que trabaja desde hace 20 años en una planta de pollos, dijo que le complace sobre todo el énfasis que pone Francisco en la necesidad de apelar a la bondad y la compasión para atraer a católicos que pueden haberse alejado de la iglesia.
“No hay que ser un experto para hablar de Dios. Tenemos que ofrecerle a la gente la mayor de las sonrisas”, dijo Vera después de asistir a una misa matinal. “No hace falta una escuela grande. No necesitamos aprender toda la Biblia. Basta con que escuchemos lo que dicen”.
Fuente: AP