Por Carlos Murillo González
No soy de aquí, ni soy de allá.
Facundo Cabral
Disfrutemos los últimos días de libertad. Nada como la Navidad para estar en paz…pero, ¡qué difícil! ¿Qué va a pasar con México?, ¿con Chihuahua?, ¿con Juárez?, ¿seremos expulsados de nuestras tierras?, ¿erraremos sin patria?, ¿quiénes errarán sin patria? Más bien, ¿sin matria, en qué nos convertiremos?
Si recorremos la historia como un fractal, entendemos algo que se mueve, se transforma, está en constante cambio y sucede en distintos momentos del fenómeno que denominamos tiempo. Alejo Carpentier, por ejemplo, es un maestro en la descripción del eterno retorno, de la desestructuración del tiempo recorrido hacia atrás o en cualquier momento y con Borges entendemos de la posibilidad de todos los tiempos, El Aleph, y de otros mundos paralelos o invisibles, como dice el antropólogo escritor Carlos Castañeda o, mejor aún, el efecto óptico de la obra de M.C. Escher, retando a la tercera dimensión, o la realidad onírica del surrealismo de la terna Buñuel-Dalí. Pensar o experimentar cualquiera de estos ejemplos provenientes del arte, facilita la comprensión de lo diminuto y rígido de la historia lineal a la que estamos acostumbrados.
Gracias a las aportaciones de Benoit Mandelbrot, a partir de una fórmula matemática, ya es posible hacer reproducciones hasta el infinito de imágenes casi idénticas, pero no iguales, de un objeto dado (el famoso Mandelbrot Set o Conjunto de Mandelbrot) ayudando también con eso, a descubrir la geometría fractal de la naturaleza, como en el brócoli, y a desarrollar toda una nueva tecnología basada en está realidad. Ahora es posible medir con mayor precisión superficies ásperas o terrenos accidentados y no se diga de los avances en materia de pixeles para la industria cinematográfica y fotográfica ligada los programas computacionales.
Pero en las ciencias sociales ya no es un objeto raro e incomprendido; hay un acercamiento cualitativo, amistoso con las ciencias duras por medio de la computación; ya existen programas y aplicaciones para investigación social, como el ATLAS.ti, que utilizan fractales. La posmodernidad, desde la filosofía a partir del libro de François Lyotard,La condición posmoderna, es un referente obligado para entender los dispositivos on/off, los metarrelatos, y otros tantos conceptos ya vigentes para describir las nuevas sociedades posindustriales donde ahora vivimos buena parte de la humanidad y, en lo político, la aportación de lo multi y lo trans, el reconocimiento de la diversidad y el empoderamiento de los débiles. Michel Foucault descubrió, sin saberlo, una realidad fractal de las relaciones humanas: todas y todos tenemos y ejercemos poder y este atraviesa nuestras vidas, nuestros cuerpos.
Un discípulo de Mandelbrot, el economista Nacim Taleb, predijo el desastre financiero del 2008, aunque cree que “el pasado no puede usarse para predecir el futuro” (Wikileak´s quote) utilizando teorías del caos y matemáticas fractales. Por el contrario, si hacemos una síntesis de fractales con materialismo histórico, podemos observar ciclos que se repiten, que nacen, se desarrollan y mueren transformándose en otra cosa: sociedades, economías, países, religiones. El materialismo dialéctico reconoce la negación de la negación; la transformación dinámica y constante de la naturaleza: la semilla es la contradicción de la raíz y esta de las hojas y estas de los frutos y así.
Aun las y los seguidores de las teorías darwinistas de la evolución natural, están al tanto, sin quererlo, de una relación de fractales, de ensayo y error en la supervivencia y adaptación a un mundo en constante cambio: el fenómeno de la vida como fractal. Religiones como el hinduismo, el judaísmo, el cristianismo y las antiguas religiones mesoamericanas, suponen una realidad fractal con diferentes niveles de mundos alternos, universos infinitos, vibraciones que producen movimiento a niveles indescriptibles para la mente humana, las cuales inspiran técnicas de contacto con lo divino, modos de ascetismo, como el uso de sustancias alucinógenas (con visiones fractales) en la búsqueda de dios. La dialéctica ya está presente.
Nuestras vidas acaso en lo cotidiano, ¿no reproducen también las ideas de nuestros ancestros, los hábitos de nuestros padres y madres, incluso sus neurosis? También el lenguaje se transforma con neologismos y va dejando palabras en desuso. Luego la vida no es lo mismo en la infancia que en la juventud o en la vejez. Si se puede notar esto, entonces el aparente caos de las cosas empieza a tener sentido, armonía. Los ciclos de la vida son fractales que se cierran y abren, grandes y pequeños, siguiendo el matrón o patrón que las produjo. De ahí también los prejuicios, las rutinas, los deseos y otras tantas cosas que componen el fractal de la vida cotidiana humana.
¿Qué tiene que ver todo esto con los miedos del futuro colectivo, con la política y el presente de un país como México? Difícil ser optimista ante la avalancha que viene. ¿Cuántas y cuántos estaremos reflexionando o haciendo algo ante la inminente pérdida de derechos, del aumento de las violaciones a DDHH? Se fue la Asarco, pero regresó convertida en Godzilla petrolera, ya se sienten los temblores de su fracking, mientras el gobierno, la policía y el ejército, que antes te “defendían a ti”, ahora defenderán a los inversionistas (como ya viene ocurriendo) contra cualquier tipo de manifestación, movimiento o demanda (remember Blueberry). Este fractal se fue al lado oscuro, hace falta girarlo. La rotación del poder político es posible con la lógica fractal.