Un clima de tensión y hasta de fractura, el independentismo catalán evidenció su división en la sesión de investidura para el nuevo presidente del gobierno autonómico, fruto de los comicios del pasado 14 de febrero y que más de un mes después no se han podido poner de acuerdo para sacar adelante la votación.
El candidato de Esquerra Republicano de Catalunya (ERC), Peré Aragonés, aspira a ser investido, pero aún no ha conseguido el respaldo de los soberanistas de Junts per Catalunya (JxCat), que exigen a cambio un papel protagónico para el ex presidente Carles Puigdemont desde Bélgica, donde reside desde hace más de tres años.
En los comicios del pasado 14 de febrero el bloque separatista consiguió una victoria sin paliativos, superando la barrera de 50 por ciento del electorado a favor de la independencia y con 74 de los 135 escaños que integran el Parlamento catalán.
ERC fue la lista más votada del bloque secesionista, con lo que la victoria en número de votos del Partido Socialista de Cataluña (PSC) no supuso un cambio en la hoja de ruta del separatismo, que sigue teniendo como los ejes de su programa la proclamación de la independencia para la construcción de una nueva República catalana, forzar al Estado español a que declare la amnistía de los políticos que permanecen encarcelados por su participación en la declaración unilateral fallida de octubre de 2017 y, finalmente, el regreso de los dirigentes independentistas que se refugiaron en otros países para evadir a la justicia española de los cargos en su contra.
Después del debate de investidura, en el que volvió a ponerse en evidencia la profunda división que persiste en el mundo independentista, dividido en tres grandes bloques: los llamados “neoconvergentes”, representados por JxCat y el ex presidente Puigdemont, de cariz conservador, con raíces católicas y que han detentado el poder la mayor parte del tiempo. Precisamente ese es uno de los principales escollos, ya que por primera vez en más de 130 años de existencia, ERC tiene la posibilidad de aupar a la presidencia de la Generalitat a un dirigente de sus filas. El tercer bloque del separatismo, minoritario e incluso marginal, es el que representa la Candidatura de Unitat Popular (CUP), que aportan nueve diputados de una formación anticapitalista y que aboga por una declaración unilateral de secesión urgente del Estado español.
La votación no salió adelante por la abstención de JxCat, que solicitó al candidato de ERC que retrasara la segunda votación para evitar un nuevo fracaso. En teoría la nueva sesión se llevará a cabo el próximo martes.
Fuente: La Jornada