Por Carlos Murillo González
Las elecciones en Estados Unidos no sólo dieron como ganador a Obama, también se votó a favor de la legalización de la marihuana con fines recreativos en los estados de Washington y Colorado, lo cual inmediatamente hace innecesario seguir con la política de exterminio en México para que la droga no llegue a ese país. Es la mejor noticia que podemos tener las y los mexicanos.
Ya no hay motivos ni razones para seguir las políticas impuestas desde La Casa Blanca con la Iniciativa Mérida y menos aún con la sanguinaria propuesta de Calderón, que nunca tuvo ni pies ni cabeza, pero sí un profundo impacto negativo en la sociedad, con un saldo irremediable en vidas humanas, sobre todo en el norte del país. Influidos por Washington y Colorado, seguramente otros estados de ese país llevarán estas iniciativas de legalización y cada vez serán menos justificables las acciones “bélicas” que tanto daño han hecho en la población.
Se estima que la “guerra” contra el narco calderonista ha costado ya entre 60 y 100 mil asesinatos relacionados, más las desapariciones, más la migración, más la destrucción económica y el impacto psicológico en aquellos estados y ciudades donde esta política ha sido singularmente cruel. Pero ya no hay pretextos para seguir adelante con tan macabro programa; ya no tiene sentido la destrucción del país para complacer a otro país que esta virando su estrategia de manera pacífica; sería absurdo continuar en la misma dirección.
Hace dos años, California había llevado una iniciativa de legalización de la marihuana con fines recreativos. La iniciativa no pasó por un ligero margen, pero dejaba ver la tendencia cada vez mayor en esa nación de darle otro sentido al consumo de este estupefaciente en particular. Estados Unidos y en especial California, son los principales cultivadores de marihuana en el mundo (sí, en el mundo) además de ser, con mucho, el principal país consumidor de drogas. Las políticas de Washington por décadas han ido perdiendo batalla tras batalla, programa tras programa, todas las luchas contra las drogas.
En el libro “La guerra al narco y otras mentiras”, coordinado por César Cansino y Germán Molina (ICI/CEPCOM: 2011) escribí un texto sobre el impacto de esta “guerra” en Ciudad Juárez, donde vienen cifras no sólo de la ciudad, sino también de los índices de consumo ycombate a las drogas en el vecino país del norte: después de multimillonarios presupuestos, costosas campañas y agresivos programas contra la delincuencia organizada (Estados Unidos cuenta con el mayor número de encarcelados de los países ricos, con una población de más de dos millones de presos) la tendencia sigue imperturbablemente a la alza. No es ocioso decir además, que sus técnicas de prevención y rehabilitación son un fracaso. Ver: http://carmugosociologico.blogspot.mx/2011/12/la-guerra-perdida-contra-el.html
El negocio de las drogas, como bien se sabe, es una industria muy lucrativa que se relaciona además con otros negocios también ilícitos, como la trata de blancas o el tráfico de armas, entre otros. En el capitalismo todas las industrias prosperan mientras haya demanda y la gran paradoja del narcotráfico es que la prohibición del consumo ha hecho más fuertes a estos grupos criminales y mayor la demanda. Se puede decir que a partir del siglo XX los grupos del narcotráfico alcanzan niveles de poder inimaginables un siglo atrás. Plantas como la marihuana, después de ser apreciada, estudiada y aplicada por miles de años (ya se le estimaba en China unos tres mil años antes de esta era) es ahora objeto de persecución y sus usuarios criminalizados, inhibiendo también, aunque no totalmente, su investigación y explotación en otros ámbitos como la medicina, la alimentación o la industria textil.
La constitución de Estados Unidos, su Carta Magna, está escrita en hoja de cáñamo, sustancia derivada de la marihuana. George Washington y los padres de la nación del norte, no sólo eran terratenientes esclavistas, también se dedicaban al cultivo de esta planta. El gran problema con los estadounidenses es su población conservadora, los WASP* principalmente, de donde han surgido presidentes escrupulosos incapaces de entender el problema y sí muy dispuestos torpemente a complicarlo más. El resultado es desde el siglo pasado y coincidiendo con el empoderamiento de ese país como la principal potencia mundial, la progresión del consumo de drogas con gran sufrimiento humano.
Todavía no hay que celebrar. Más bien ha de hacerse una profunda y sincera introspección sobre cómo presionar a los gobiernos de México (federal, estatal y municipal, así como a las cámaras representativas) para terminar con esta “guerra”, despenalizar y legalizar la marihuana sin sufrir consecuencias por ello. Desafortunadamente la mayoría de las y los políticos mexicanos son conservadores y sumisos ante Washington, aunque muy probablemente muchos de ellos sean consumidores de sustancias ilícitas.
Hay mucho por hacer entonces. Insisto: ya no hay argumentos para sostener una “guerra” insostenible. La batalla por la legalización ha comenzado.
*White Anglo Saxon Protestants.