Ferguson ya es una ciudad fantasma bloqueada por la policía. Los disturbios por la decisión del caso Michael Brown se saldan con 61 detenciones
Por Joan Faus/ El País
Ferguson se levantó este martes como una ciudad fantasma, aislada entre barreras de coches de policía. El paisaje era desolador a primera hora de la mañana en los lugares de las protestas la noche del lunes tras el anuncio de que un gran jurado decidió no imputar al agente de policía que mató en agosto a Michael Brown, un joven afroamericano desarmado, en este pequeño suburbio de San Luis (Misuri). Los peores temores se cumplieron y la decisión de que el agente Darren Wilson siga libre desató una nueva ola de ira en partes de Ferguson, más intensa de la vivida en agosto en las dos semanas posteriores a la muerte de Brown, con 61 personas detenidas.
En la desangelada avenida West Florissant, cercana a la calle residencial en la que murió el joven de 18 años y epicentro de las protestas de agosto, ardieron la noche del lunes tres comercios. Y numerosos establecimientos fueron atacados, pese a la protección de tablas de madera que habían colocado sus propietarios por miedo a lo que acaba sucediendo. A primera hora de este martes el kilómetro de la avenida que concentró las protestas de agosto y de la noche del lunes estaba cerrado al tráfico de vehículos y peatones.
“Está cerrado, es la escena de delitos. Hay que investigar”, grita un policía estatal de autopistas en el bloqueo en la parte norte de la avenida. Habla al lado de dos todoterrenos y de varios agentes, uno de ellos con un rifle en el hombro. Un poco más atrás hay apostado un todoterreno militar de color camel de la Guardia Nacional de Misuri, la milicia estatal que ha sido desplegada, igual que en agosto.
Enfrente de esta hilera de todoterrenos hay un primer control de la policía del condado de San Luis. Y detrás de la hilera se extiende un largo trecho completamente desértico de la avenida West Florissant, solo interrumpido por las luces de las sirenas de coches de policía.
La muerte de Brown llevó en agosto a centenares de afroamericanos a denunciar lo que consideran un largo historial de discriminación racial de la policía. Las movilizaciones fueron pacíficas, pero un pequeño grupo prendió fuego a una tienda en una gasolinera y saqueó varios comercios. Y chocó con policías antidisturbios, que dispararon balas de goma y lanzaron gases lacrimógenos.
Tres meses después, el dictamen judicial derivó en consecuencias mucho más graves, pese a los intensos de los líderes de las protestas de reaccionar pacíficamente a la decisión. Los manifestantes destrozaron coches de policía, cortaron una autopista, se oyeron numerosos disparos, y el aeropuerto de San Luis, cerrado durante la noche como medida de precaución, no reanudó su actividad hasta la mañana del martes. Hubo saqueos también en los comercios cercanos a la comisaría de policía, ubicada en el próspero centro histórico de Ferguson, a tres kilómetros de la humilde West Florissant.
El jurado decidió no presentar cargos contra el agente blanco Darren Wilson, de 28 años, al considerar que no existen suficientes pruebas para procesarle por el asesinato de Brown. El policía está en libertad y mantiene su sueldo desde el suceso, que desencadenó una de las mayores protestas raciales en este país en las últimas décadas. Brown murió, en pleno mediodía de un sábado, por el impacto de al menos seis disparos de Wilson mientras andaba con un amigo por la calzada en una calle residencial. La policía sostiene que hubo un forcejeo por el arma del agente, mientras el amigo que acompañaba a Brown asegura que este alzó sus brazos en señal de rendición.
Los disturbios se iniciaban poco después de que el fiscal del condado de San Luis, Robert McCulloch, explicase durante su comparecencia en la noche del lunes que el jurado, formado por 12 ciudadanos, es el único ente que ha tenido acceso a todas las pruebas sobre cómo murió el joven Brown. El jurado, informó McCulloch, se reunió durante 25 días, escuchó más de 70 horas de entrevistas y testimonios de 60 testigos y estudió cinco posibilidades para la imputación del agente Wilson, desde asesinato en primer grado hasta homicidio involuntario. Terminadas las deliberaciones, decidieron que no podía ser procesado por ninguno de esos cargos.
La familia del joven Brown emitió un comunicado minutos después de hacerse pública la decisión del jurado. “Nos sentimos profundamente decepcionados porque el asesino de nuestro hijo no se enfrentará a las consecuencias de sus actos”, afirmaron, pidiendo a los ciudadanos de Ferguson que “empleen su frustración para contribuir a un cambio positivo”. “Responder a la violencia con más violencia no es lo apropiado, no hagamos ruido, marquemos la diferencia”.
La decisión de no imputar a Wilson era esperada por muchos en Ferguson a partir de las filtraciones periodísticas de la investigación, y las intensas preparaciones de policía, escuelas y comercios ante la previsible ola de indignación que desencadenaría un veredicto como este. El temor en el área de San Luis es que las protestas sean aún más intensas de las que se vivieron durante las dos semanas posteriores a la muerte de Brown, el 9 de agosto. Desde entonces, han tenido lugar pequeñas manifestaciones esporádicas. En Ferguson, la expectación por el dictamen judicial era máxima.
McCulloch relató que la proliferación de rumores y testimonios sin verificar durante las horas y días siguientes a la muerte de Brown dificultaron considerablemente la investigación. Después de relatar la decisión del jurado, el fiscal repasó con amplio detalle los minutos anteriores a la muerte de Brown -desmintiendo las declaraciones de varios testigos- y ajustándose a las pruebas obtenidas por la investigación, como la presencia de ADN del joven afroamericano en el interior del vehículo del agente y su pistola.
En la localidad de 21.000 habitantes, la mayoría de la población es negra, pero el Ayuntamiento, la policía y el organismo que rige las escuelas están dominados por blancos. Ferguson y sus alrededores se habían preparado ante el riesgo de una nueva irrupción de indignación si Wilson no era imputado. La policía había sido entrenada para gestionar protestas civiles y había incrementado sus reservas de material antidisturbios. El FBI mandó a 100 agentes de refuerzo. Y el gobernador de Misuri declaró el estado de emergencia para poder movilizar si es necesario a la Guardia Nacional —la milicia militar del Estado—, algo que ya hizo en agosto.
Fuente: El País