Las autoridades son indolentes mientras los crímenes arrecian
Por Anayeli García Martínez (CIMAC).
La sonrisa de Karen Joanna Sánchez Gochi le fue arrebatada a los 20 años de edad cuando en un hecho inesperado y vertiginoso, un hombre la asesinó y abandonó su cuerpo en un hotel de la colonia Obrero Popular, en la delegación Azcapotzalco del Distrito Federal.
La muerte de Karen, estudiante de Comunicación de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, fue tan inesperada como trágica: desapareció el pasado lunes, al día siguiente fue encontrada muerta y este jueves enterrada. Todo en menos de una semana.
Hoy el temor de sus familiares es que el asesinato de la joven quede en la impunidad y por eso exigen justicia en este feminicidio perpetrado con “alevosía, ventaja y saña”, como lo narran los padres de Karen Joanna, quienes piden a Cimacnoticias no divulgar sus identidades como una forma de respeto a la intimidad de la familia.
SUEÑOS DESTRUIDOS
A ella le encantaba la televisión y soñaba con ser productora, pero entre sus planes también estaba trabajar o por lo menos hacer su servicio social en el Centro de Atención a Víctimas (Cavi) de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF).
Era una joven alegre con muchos planes, cuentan sus papás. Pero el pasado lunes 11 de junio su vida se quedó a medias. Esa noche Karen Joanna regresó a su casa después de ir al gimnasio, como lo hacía de manera cotidiana.
Su madre relata que cerca de las 10 de la noche la joven pidió permiso para salir a ver a uno de sus conocidos, quien la visitó para platicar con ella. Ambos se quedaron hablando en la puerta de la casa.
Karen estaba sudada, no se cambió de ropa, pero quiso atender la insistencia de Mario Gabriel Enríquez Pérez, bailarín y coreógrafo de una academia de danza, a quien conocía desde que ella cumplió 15 años.
Dos días después de esa visita, el pasado miércoles 13 de junio, la PGJDF informaría que ese sujeto sería consignado ante el Juez Penal en turno, como probable responsable del delito de homicidio perpetrado contra la joven.
Los padres no dudan que Enríquez Pérez es el asesino de su hija, toda vez que Mario fue la última persona que la vio con vida. Esa noche Karen no quería salir porque estaba sucia y ya era tarde, además de que Enríquez Pérez sólo era un conocido, y aunque en algún momento la pretendió, nunca fueron algo más, explican los papás.
La madre de Karen Joanna relata que horas más tarde se percató de que su hija no estaba en la puerta de la casa con Mario. Eran ya la una de la mañana. La familia fue a la casa del sujeto a preguntar por ella. Él negó haberla visto ese día, incluso aseguró que tenía meses de no verla.
La madre de la joven afirma que Mario Gabriel Enríquez mintió, y recuerda que tras insistirle, el presunto homicida reconoció que sí estuvo con Karen, pero que no sabía dónde estaba. Así que a esa hora de la madrugada, la familia fue a denunciar la desaparición.
Al llegar a la Agencia Novena del Ministerio Público (MP), cuentan que el personal “se burló” de ellos al decirles que la joven “se había ido con el novio”. Los padres reviraron que Karen no tenía novio, pero los empleados insistieron: “Seguro hizo un berrinche”. En el colmo, los servidores públicos les aseguraron que su hija regresaría a casa en cualquier momento. No fue así.
NEGLIGENCIA
La mañana del martes 12 de junio la familia intentó interponer la denuncia de desaparición ante la misma agencia del MP, pero ahí se les dijo que fueran primero al Capea (Centro de Apoyo para Personas Extraviadas y Ausentes). La madre aclaró que se trataba de una desaparición, y entonces mandaron a los papás a la Fiscalía Especial de Investigación para Secuestros.
La familia cuenta que realizó un peregrinar ante diversas instancias de la PGJDF, donde lejos de orientar les generaban más incertidumbre. Entre trámite y trámite, los padres de Karen pidieron a una compañía telefónica el registro de llamadas del celular de su hija: las últimas llamadas que contestó fueron las de Mario.
Con esa prueba en mano, los papás pidieron una orden de presentación de testigo, pero las autoridades no giraron el oficio correspondiente.
Por su cuenta y riesgo, la familia buscó ese martes por la tarde a Mario en la escuela de baile. Los padres lo encontraron saliendo de una estética, donde recién se había cortado el cabello.
La familia le pidió que fuera a declarar en calidad de testigo y aunque el sujeto no quería, terminaron por convencerlo de que si no temía nada que los acompañara. Enríquez Pérez se presentó ante las autoridades y rindió su declaración.
Mientras el presunto homicida comparecía ante el MP, amigos, compañeros y el resto de la familia alertaban por Facebook y Twitter lo que pasaba con Karen.
La noche de ese martes, la familia recibió la noticia que cayó como balde de agua fría. Un comandante judicial llamó por teléfono: “Encontraron a Karen; está muerta”.
El gerente de un hotel de la colonia Obrero Popular, en Azcapotzalco, había alertado que no se entregó una de las habitaciones ocupadas desde la noche anterior. Llegaron los policías y encontraron el cuerpo sin vida de la joven.
De acuerdo con la PGJDF, Mario Gabriel Enríquez Pérez confesó su crimen. La subprocuraduría de Averiguaciones Previas Centrales, a través de la Fiscalía Especial de Investigación para Secuestros, lo presentó como probable responsable del delito de homicidio, ya que confesó que asesinó a Karen bajo los efectos del alcohol.
El jueves Karen fue enterrada. La despidieron decenas de sus amigos y compañeros universitarios. En las redes sociales circuló la leyenda “FCPyS está de luto” y con ella la sensación de desconcierto ante un asesinato de esta naturaleza.
Según las primeras investigaciones, Mario conocía a su víctima y si bien aún no queda claro si ejerció violencia sexual contra ella, en la indagatoria se asienta que el diagnóstico fue “muerte por posible asfixia”.
Ahora la familia de Karen Joanna expresa su preocupación de que por un “error o una omisión”, el aún “presunto homicida” quedé libre y repita sus fechorías.
DF: CIUDAD VIOLENTA
Justo hace un año, en junio de 2011, la ALDF tipificó el feminicidio en la Ciudad de México al reformar el artículo 148 bis del Código Penal local, para castigar el delito con penas de 20 a 50 años de prisión.
Según la ley, el feminicidio es el asesinato de una mujer por razones de género y se da cuando el agresor y la víctima hayan tenido una relación afectiva, de confianza, sentimental, de parentesco, laboral, docente o que haya implicado subordinación o superioridad.
En octubre de 2011 la PGJDF publicó un acuerdo para emitir el Protocolo de investigación ministerial, policial y pericial del delito de feminicidio, y así contar con lineamientos con perspectiva de género y Derechos Humanos.
De enero de 2010 a junio de 2011, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) registró 125 asesinatos dolosos de mujeres en la capital del país. De los mil 235 casos ocurridos en ocho estados, 7 por ciento correspondió a mujeres estudiantes.