Este domingo, con la salida de la primera estrella, comienza un nuevo año judío: el 5773. El comienzo del año viene marcado por un periodo de introspección interior en el que se hace un examen de conciencia. Cada Rosh Hashaná es una oportunidad de cambiar, de renacer.
El periodo de reflexión que comienza en Rosh Hashaná dura diez días y culmina en Yom Kipur (que comienza el martes 25 de septiembre) y que es el día del arrepentimiento y la expiación de los pecados.
La tradición manda que la víspera de Rosh Hashaná las mujeres enciendan las velas y reciten las bendiciones correspondientes. El día siguiente (el primer día del año) se coloca fruta nueva de estación.
Durante la cena principal de bienvenida del nuevo año se comen alimentos que simbolizan dulzura, bendiciones y abundancia. Es normal ver en la mesa manzanas, miel, cabeza de pescado, cabeza de carnero, puerro, acelgas, granadas y zanahorias.
Uno de los ritos de estos días es el toque del Shofar, especie de trompeta hecha con un cuerno de carnero, cuyo sonido llama a despertar la conciencia.
Diez días después llega Yom Kipur, el día del perdón y la expiación de los pecados. Durante todo el día la tradición manda ayunar y prácticamente toda la jornada transcurre en la sinagoga donde los hombres visten el talit, el manto de oración, símbolo de sencillez y pureza.
El rito religioso concluye con el toque del shofar que marca también el fin del ayuno. La primera comida suele ser particularmente alegre. Hay un sentimiento de gozo y alivio que viene de haber experimentado un día de introspección y oración aparte del sentido del perdón divino. Es especialmente apropiado buscar en la sinagoga aquellas personas que están solas e invitarlas a sentarse a nuestra mesa.
Fuente: Periodistadigital.com