Familia, vientos de cambio

0

Por Luis Javier Valero

O cambian, o cambian, pareciera ser el mensaje que desde todos los ámbitos envía la moderna sociedad chihuahuense a la élite gobernante –concepto en el que englobamos no solamente a la clase política– y que, aparentemente, empata con los procesos sociales presentes en la mayor parte de las naciones.

Pero tales transformaciones deberán darse en el ámbito de las concepciones de una buena parte de la sociedad, fundamentalmente en lo referente a la capacidad de tolerar a los diferentes que, a final de cuentas, somos todos.

Manifestaciones en ese sentido pareciera dar la Iglesia Católica con el cuestionario que el Papa Francisco ha enviado a sus feligreses, en el que solicita su opinión sobre varios de los temas más controversiales (para esa iglesia) en los que, ostensiblemente, se ha quedado rezagada y que serán parte de los materiales del “Sínodo extraordinario de obispos sobre la familia”, a desarrollarse del 5 al 9 de octubre próximo en el Vaticano, en el que “abordarán el matrimonio de personas del mismo sexo y la adopción de hijos; de los separados y divorciados vueltos a casar y su deseo por recibir nuevamente la comunión; el control natal y la anticoncepción, entre otros”, así como el aborto.

Nadie podría interpretar tal encuesta como la evidencia de que el catolicismo cambiará sus posturas, pero el hecho de hacer tal ejercicio es prueba de que se ha decidido consultar a sus feligreses, acto en el que han influido los escándalos en los que se han visto envueltos muchos de los sacerdotes, en todos los niveles de la jerarquía eclesiástica, por los casos de pedofilia y la violación de la abstinencia sexual  de muchos de sus sacerdotes que han corroído hasta sus cimientos a esta iglesia.

Esas concepciones, compartidas por muchos integrantes de la clase política mexicana son el principal impedimento para que se adopten políticas públicas cuyo elemento central sea evitar la discriminación, o que se adopten nuevas normatividades que tengan como eje la transformación de la sociedad, en lo general, y de la familia en lo particular.

Varían las cifras, pero por lo menos en las últimas semanas se ha sabido de la existencia de varias parejas homosexuales que se ampararon en contra de la negativa del Registro Civil de Chihuahua a celebrar matrimonio, entre ellos tres parejas que se ampararon en Juárez.

El director estatal de esa dependencia estatal, César Ramírez Franco, considera que los fallos serán positivos para aquellas, por lo cual estarán en condiciones de acudir a cualquiera de las oficialías del Registro Civil a casarse, en virtud de que el Gobierno de Chihuahua no pedirá la revisión de los amparos concedidos.

Así lo decidieron hace meses en la más elevada esfera de la toma de decisiones de Chihuahua. No impugnarán los amparos, casarán a los solicitantes, pero no reformarán la ley a fin de dar cabida a esa nueva figura.

No es tan aperturista la postura del Gobierno, saben bien que si impugnaran los amparos los casos llegarían a la Suprema Corte de Justicia y ésta resolvería ordenándole al Congreso de Chihuahua la inmediata reforma del marco legal para que se contemple que el matrimonio debe ser “entre dos personas”, y ya, no esperar a que termine el sexenio y que el “otro”, el que siga, cargue con el sambenito de haber promovido la legislación sobre matrimonios homosexuales. Y matrimonio, no cualquier otra chicanada, la resolución de la SCJN es tajante y bastante explícita.

La pregunta obvia es: ¿y por qué no se evitan, y le evitan a algunos de sus gobernados, independientemente del número y de sus preferencias sexuales, el apurado trago de entablar un juicio contra el Gobierno de Chihuahua, con el consecuente costo social y económico?

Nada va a cambiar, para mal, en el Estado Grande si así procedieran, salvo que las concepciones personales, religiosas, sean las que presidan los actos de quienes gobiernan y no, como debiera ser, la búsqueda del buen gobierno sobre la sociedad, más allá de las incontables diferencias existentes en ella, pero que deberán tratarse, por lo menos así lo esperamos todos, bajo el rasero de la ley y la no discriminación.

Por supuesto que para ello se necesita asimilar una gran cantidad de tolerancia que le permita a la élite gobernante aceptar la nueva realidad de la sociedad chihuahuense, en cuanto a los niveles de tolerancia, modernidad y aceptación de los llamados derechos de tercera generación, algo que hasta los elementos más receptivos de la jerarquía eclesiástica, como el Padre Dizán Vázquez –quien alertó acerca del “avance gay” debido a la pasividad de la sociedad– deberán aceptar.

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

Comments are closed.