Por Jorge Bravo
Varias empresas como Ericsson y ahora Meta ya identificaron que la fase evolutiva de Internet es conectar nuestros sentidos humanos a través de la interfaz del cerebro. Los smartphones sólo han habilitado los sentidos de la vista, la voz y el oído, pero falta potenciar el gusto, el tacto y el pensamiento a través de experiencias sensoriales virtuales hiperconectadas e inmersivas.
Hace tiempo que Mark Zuckerberg viene preparando y hablando del metaverso. Durante su evento Connect 2021 hizo dos revelaciones: el cambio de marca de Facebook a Meta y una explicación de lo que él y su empresa consideran la Internet del futuro: el metaverso.
El cambio de marca obedece a tres motivos. Primero, a que el nombre de Facebook deje de asociarse a aspectos negativos y pérdida reputacional, como el escándalo de Cambridge Analytica, la propagación de noticias falsas, el uso no consentido de datos, la pérdida de privacidad, la censura en redes sociales y las acusaciones de que Instagram daña la salud mental de infantes y adolescentes.
El segundo factor es de negocio, por un alejamiento de su público objetivo, principalmente los jóvenes. Perder usuarios le resta valor a la marca y al negocio. Facebook había dominado el panorama de las redes sociales entre los jóvenes de Estados Unidos, pero desde 2018 ya no es la plataforma más popular entre los adolescentes.
Encuestas del Pew Research Center revelan que 51% de los adolescentes estadounidenses de 13 a 17 años usaban Facebook en 2018 versus 71% en 2015, notablemente más bajo que quienes ya preferían YouTube, Instagram, Snapchat y ahora TikTok. Además, los adolescentes de bajos ingresos tenían más probabilidades de gravitar hacia Facebook que los de hogares de ingresos más altos.
El tercer motivo es una reestructuración corporativa para enfrentar desafíos regulatorios, separar las marcas y los ingresos. Sólo Facebook tiene más de 3 mil millones de usuarios en el mundo y casi 98% de sus ingresos en 2020 (85 mil 965 millones de dólares) fueron por publicidad. El principal acceso a Facebook, Instagram, Messenger y WhatsApp es a través del dispositivo móvil.
Además, las operaciones de la empresa son objeto de escrutinio en Estados Unidos y muchos otros países. Algunos dirigentes, autoridades y legisladores de EEUU han señalado que la plataforma es demasiado poderosa, que debería separarse de WhatsApp e Instagram. A finales de 2020, la Comisión Federal de Comercio y 48 estados de la Unión Americana demandaron a Facebook por prácticas anticompetitivas. Su intención es romper Facebook.
La idea del metaverso surgió desde que en 2014 Facebook compró Oculus VR por 2 mil millones de dólares, una compañía de Realidad Virtual y Aumentada que fabrica el casco Oculus Rift, un dispositivo que ofrece experiencias inmersivas para videojuegos. Zuckerberg se refirió a Oculus como una “nueva plataforma de comunicación” capaz de “hacer posibles experiencias imposibles”. Zuckerberg ya tenía en mente que “tenemos mucho más que dar en el sector móvil, pero en este momento sentimos estar preparados para empezar a centrarnos en lo que vendrá después”.
Para Zuckerberg la Internet del futuro es el metaverso: una plataforma, medio, aplicaciones y contenidos con Internet incorporado para proporcionar experiencias virtuales inmersivas, todo esto para “hacer casi cualquier cosa que pueda imaginar, reunirse con amigos y familiares, trabajar, aprender, jugar, comprar, crear”.
El metaverso, según Zuckerberg, será el sucesor de la Internet móvil. No se trata de mirar pantallas, sino que la Internet estará incorporada en el ambiente, serán experiencias nuevas, creará sensaciones de presencia e interacción inéditas, incluso a distancia.
Aquí es donde entra otra unidad de negocio de Zuckerberg: Facebook Reality Labs, dedicada a desarrollar productos de Realidad Aumentada y Virtual que “ayudan a las personas a sentirse conectadas, en cualquier momento y lugar (…), desafiar la distancia con hardware, software y contenidos de Realidad Virtual de última generación (…), para estar conectados y compartir los momentos importantes de forma significativa”.
El mundo conectado e inmersivo que imagina Zuckerberg a través del metaverso sí es parte de lo que será la Internet del futuro. En este mismo espacio adelantamos lo que la empresa sueca Ericsson denomina “Internet de los sentidos”. Actualmente, Internet conecta personas para comunicarnos y cosas u objetos para automatizar procesos productivos. Pero varias empresas como Ericsson y ahora Meta ya identificaron que la fase evolutiva de Internet es conectar nuestros sentidos humanos a través de la interfaz del cerebro.
Los smartphones sólo han habilitado los sentidos de la vista, la voz y el oído, pero falta potenciar el gusto, el tacto y el pensamiento a través de experiencias sensoriales virtuales hiperconectadas e inmersivas. Todo ello de forma integrada, como señala Zuckerberg: sin mediar pantallas, botones físicos ni comandos de voz, porque será a través de los estímulos eléctricos del cerebro y mediante el pensamiento que daremos instrucciones como enviar mensajes, iniciar una reunión de trabajo, autorizar una compra, jugar, encender los electrodomésticos y muchas cosas más que ya se están desarrollando. El pensamiento se convertirá en el próximo dato personal.
En la Internet de los sentidos nuestro gusto, tacto, olfato, oído y vista estarán conectados a través de sensores y dispositivos cuya apariencia y diseño no imaginamos. La Internet estará integrada, será ubicua, transparente y habitual. No pensaremos en ello como nadie piensa en lo necesario que es respirar para seguir con vida. Las realidades virtual y aumentada del metaverso serán cotidianas, habituales, normales: en el hogar, el trabajo, la escuela y las ciudades (como en Blade Runner).
Pero Facebook-Meta no podrá hacerlo sólo. Veremos a Zuckerberg y a Meta muy activos e involucrados en generar las condiciones para que el metaverso sea una realidad lo más pronto posible, incluso antes de 2030, cuando Ericsson calcula la irrupción de la Internet de los sentidos.
El metaverso requerirá abultadas inversiones y una robusta infraestructura de banda ancha ultra mejorada; muchísimo más espectro radioeléctrico que soporte las plataformas, contenidos y aplicaciones de metaverso que Zuckerberg imagina; enormes capacidades de procesamiento y almacenamiento de datos para los nuevos modelos de negocio; nuevos dispositivos de acceso y conexión con el metaverso y, desde luego, surgirán nuevos desafíos y marcos regulatorios para proteger a los usuarios, los consumidores y la competencia del metaverso por venir.
La Internet del futuro sí se parece a lo que Zuckerberg ya vio y algunas empresas de tecnología ya están desarrollando. Por eso necesita una nueva marca, un cambio de nombre, un rebranding, otra estrategia, visión y misión, nuevos valores y principios que se adapten al metaverso. Esa es la meta.
Fuente: Proceso