Dos bombas estallaron el sábado casi simultáneamente en una manifestación por la paz en Ankara, donde dejaron al menos 95 muertos y centenares de heridos en el ataque más sangriento ocurrido en años en Turquía, el cual amenaza con avivar las tensiones étnicas en la nación.
Nadie se adjudicó de inmediato el atentado, pero el primer ministro Ahmet Davutoglu señaló que hay “fuertes indicios” de que ambas explosiones -que sucedieron a una distancia de 50 metros (54 yardas) una de la otra poco después de las 10 de la mañana- fueron obra de atacantes suicidas. Señaló que los responsables podrían ser rebeldes curdos o combatientes del grupo extremista Estado Islámico.
Los estallidos ocurrieron con diferencia de segundos afuera de la principal estación ferroviaria de la capital cuando centenares de simpatizantes de la oposición y activistas curdos se reunían para efectuar una manifestación por la paz que organizaron el sindicato de trabajadores del sector público y otros grupos civiles en Turquía.
Los participantes pretendían hacer un llamado a favor de una mayor democracia y exigir el fin de la reanudación de los enfrentamientos entre los rebeldes curdos y las fuerzas de seguridad turcas.
Los estallidos del sábado tuvieron lugar en momentos de tensión en Turquía, un miembro de la OTAN que es limítrofe con Siria, un país devastado por la guerra. El gobierno turco ha acogido más refugiados que cualquier otra nación del mundo y reanudó su campaña contra la insurgencia curda en una lucha que ha dejado centenares de muertos en los últimos meses.
Muchos participantes en la movilización habían anticipado que los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Curdistán o PKK declararían temporalmente un alto el fuego -lo que sucedió horas después del atentado- a fin de garantizar que los comicios previstos para el 1 de noviembre en Turquía se celebren en un clima de seguridad.
Imágenes de la agencia noticiosa turca Dogan muestran a numerosos manifestantes reunidos cerca de la estación ferroviaria mientras cantaban y ejecutaban una danza tradicional con sus manos entrelazadas cuando se produjo una gran explosión a su espalda.
Un fotógrafo de The Associated Press dijo haber visto varios cuerpos cubiertos con banderas y pancartas ensangrentadas que habían traído los manifestantes para la marcha. La policía acordonó la zona.
“Hubo una masacre en el centro de Ankara”, dijo Lami Ozgen, jefe de la Confederación de Sindicatos del Sector Público, o KESK. “Dos bombas estallaron con un intervalo muy corto”.
Según la agencia noticiosa estatal Anadolu, el atentado fue perpetrado con bombas fabricadas con explosivos de TNT y rodamientos de acero que servirían de esquirlas.
El gobierno de Turquía incrementó el sábado la cifra de víctimas de ambas bombas a 95 muertos y 248 heridos. Señaló que 48 lesionados se encuentran graves, en tanto que un grupo de doctores dijo que muchos de los pacientes tenían quemaduras.
“Esta masacre dirigida contra una multitud pro-curda aunque mayoritariamente turca podría avivar las tensiones étnicas en Turquía”, dijo Soner Cagaptay, analista del Instituto Washington.
Según Cagaptay, el ataque podría ser obra de grupos “que pretenden inducir al PKK o a sus elementos jóvenes más radicales a continuar la lucha contra Turquía”. Agregó que el grupo Estado Islámico sería el más beneficiado de un conflicto total entre Turquía y el PKK.
“(Ese) acontecimiento haría que la preocupación por el EIIL pasara a segundo plano frente al PKK ante la vista de muchos turcos”, dijo Cagaptay en un correo electrónico en el que utilizó una de las siglas del grupo Estado Islámico.
Pequeñas protestas antigubernamentales se llevaron a cabo en el lugar de las explosiones y afuera de los hospitales en Ankara cuando el ministro del Interior Selami Altinok visitaba a los heridos.
Algunos manifestantes gritaron a coro “¡Erdogan, asesino!” en referencia al presidente Recep Tayyip Erdogan, a quien muchos acusan de exacerbar las tensiones con los curdos para sacar provecho político en las elecciones de noviembre. Erdogan ha rechazado las acusaciones.
Horas después el mismo sábado, miles de personas se reunieron cerca de la principal plaza en Estambul para condenar los ataques y señalar al gobierno como el responsable del atentado.
El gobierno turco impuso un bloqueo informativo temporal sobre las imágenes del momento de las explosiones, así como fotografías horripilantes o sangrientas o “imágenes que crearan una sensación de pánico”. Un portavoz advirtió a los medios de comunicación que podrían enfrentarse a un “apagón total” si no cumplían la orden.
Muchas personas en Ankara informaron que les fue imposible acceder durante horas a Twitter y otras redes sociales después de las explosiones. Se desconoce si las autoridades habían bloqueado el acceso a esas páginas, pero Turquía impone frecuentemente esos apagones digitales después de que suceden atentados.
En conferencia de prensa, Davutoglu declaró un periodo de luto oficial de tres días en memoria de las víctimas y afirmó que Turquía había sido advertida de las intenciones de algunos grupos de desestabilizar al país.
Fuente: AP