Expediente Narvarte: más desaseo, más torpezas, más sospechas…

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Innumerables pistas del multihomicidio de la Narvarte han sido soslayadas, tocadas a medias o de plano ignoradas por la Fiscalía de Homicidios de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal

Por Sara Pantoja/ Proceso

Los seis tomos de la averiguación previa relacionada con el multihomicidio de la colonia Narvarte —fragmentos de la cual consultó Proceso— contienen información testimonial, pericial y documental que aporta innumerables pistas, pero después de 15 días la Fiscalía de Homicidios de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) las ha soslayado, tocado a medias o de plano ignorado.

Eso ocurre con la presunta presencia de un cuarto sujeto en la escena del crimen, las referencias a otro automóvil utilizado por los sospechosos y al menos un video donde se ven claramente los rostros de éstos.

En el expediente está la ampliación de la declaración que el lunes 10 rindió Daniel Pacheco Gutiérrez, el único detenido y consignado hasta el momento. Ahí denuncia torturas y amenazas de los agentes investigadores que lo aprehendieron afuera de su domicilio el miércoles 5.

El jueves 13, la juez Vigésimo Quinto Penal del DF, Hermelinda Silva Meléndez, envió el oficio 2623 a la directora de Orientación Ciudadana y Derechos Humanos del Tribunal Superior de Justicia del DF (TSJDF), María Elena Lugo del Castillo. La juez pidió que peritos en psicología y medicina forense intervinieran y “de manera inmediata rindan un dictamen en relación al estado actual que presenta hoy el indiciado (…) por considerar que existe razón suficiente para realizar una investigación… respecto de posibles actos de tortura”. Si la queja por tortura procede, el caso se le caerá a la PGJDF.

Al cierre de esta edición, la procuraduría capitalina no había citado a atestiguar a personas que conocieran las actividades profesionales del fotoperiodista Rubén Espinosa y de la activista Nadia Vera. Tampoco hizo caso a las solicitudes de información que los abogados de Vera presentaron a fin de detener cualquier intento del titular de la dependencia, Rodolfo Ríos Garza, de cerrar la indagatoria con los móviles de crimen pasional, drogas y prostitución, o bien el robo a casa habitación, sin antes agotar cada línea de investigación.

LAS VÍCTIMAS

En el primer semestre de 2014, Esbeidy Guadalupe López Maximiano se mudó al apartamento 401 de la calle Luz Saviñón 1909. Lo rentó junto con Sandra Domínguez “N”, a quien conoció porque era novia de su amigo Mike Orozco. Éste es propietario, junto con sus hermanos, de una cremería en el rumbo de Acoxpa, cerca del estadio Azteca, y ya es buscado por la policía.

En septiembre siguiente, Sandra invitó a Yesenia Alfaro Quiroz a compartir el departamento para repartir el costo de la renta. La joven procedía de Baja California y era maquillista, sin lugar fijo de trabajo. “No le conocí novios y no recibía visitas a menudo”, comentó Esbeidy. En marzo pasado Sandra se embarazó y decidió irse a su tierra natal, Aguascalientes.

De acuerdo con Esbeidy, para no dejarlas con el peso de la renta, Sandra les consiguió una nueva compañera de cuarto: Nadia Vera Pérez.

Sobre la llegada de Nadia existe otra versión. Su familia sostiene que ella misma encontró ese departamento a través de las redes sociales y decidió quedarse ahí porque tenía espacio para sus dos perros, lo cual no ha mencionado la PGJDF.

A mediados de junio, por invitación de Yesenia, Milena Virginia Martín llegó al apartamento. Era colombiana y se hacía llamar Nicole. Ellas se conocieron en Acapulco, donde trabajaron juntas. Según Esbeidy, Milena tampoco tenía novio y permanecía todo el tiempo en casa.

En esa declaración ministerial, la joven dijo poco de Olivia Alejandra Negrete Avilés, la trabajadora doméstica cuyo cuerpo fue encontrado en el baño, atado y amordazado: “Llegaba aproximadamente a las nueve de la mañana, le pagábamos 300 pesos por hacer la limpieza”.

En la parte final, Esbeidy aclara que el edificio tenía cámaras de seguridad: dos en el estacionamiento y una en la calle. Subrayó que todas funcionaban porque las habían instalado hacía menos de un mes. Sin embargo, la PGJDF informó que las cámaras no servían.

Hasta ahora, la PGJDF sólo ha dado a conocer el video donde aparecen tres presuntos responsables de la masacre. La grabación corresponde a una cámara del C-4 ubicada en Zempoala y Luz Saviñón.

La madrugada del viernes 31 de julio, Esbeidy dormía en su habitación cuando la despertaron voces que provenían de la sala. Eran alrededor de las dos de la madrugada. Eran Nadia, el fotoperiodista Rubén Espinosa y su amigo Antonio, que venían de convivir en un bar del centro de la ciudad, según dijo este último.

Hacia las siete de la mañana, Esbeidy se levantó para ir a su trabajo, en el Sistema Nacional de Investigación de Transferencia Tecnológica para el Desarrollo Rural Sustentable (SNITT) de la Sagarpa. Alcanzó a ver que Rubén y Antonio se despedían de Nadia.

Ambos salieron a la calle y en un módulo de policía preguntaron por la estación del Metrobús más cercana. Llegaron al Centro SCOP, “pero ahí Rubén cambió de parecer y decidió regresar” con Nadia, según la declaración ministerial de Antonio.

Alrededor de las nueve de la mañana, Alejandra llegó al departamento a hacer la limpieza. Era su segundo día. Era su primer trabajo de esa naturaleza y lo tomó obligada por su mala situación económica.

LOS DEL VIDEO

La mañana del 31 de julio, a eso de las 11:30 horas, el pulidor de automóviles Daniel Pacheco Gutiérrez —quien el 13 de agosto recibió el auto de formal prisión acusado de un homicidio, cuatro feminicidios agravados y robo en pandilla— recibió una llamada de su amigo José Abraham, un “viene-viene”, para que lo acompañara a visitar a Nicole.

Al entrar al apartamento, Daniel observó que “había dos hombres y tres mujeres”. Uno de ellos estaba con una de las chicas en una recámara, con la puerta abierta. Eran Nadia y Rubén, cuyos cadáveres fueron hallados en el lugar mencionado, indica el informe pericial.

Al otro hombre, Pacheco Gutiérrez lo ubicó “sentado en (el) sillón que estaba entrando, de frente”. Sobre este sujeto la PGJDF no ha dicho nada hasta ahora.

De acuerdo con Pacheco Gutiérrez, él y José Abraham tuvieron relaciones sexuales con dos de las mujeres del departamento y les pagaron mil 800 pesos cada uno.

Alrededor de las 14:30 horas, Daniel les dijo a sus amigos que se iba. Abraham lo alcanzó y le dio una mochila negra. “Toma, llévatela, son mis cosas”, le dijo. Se la echó a la espalda y salió del edificio hacia su coche.

Esta afirmación de Pacheco Gutiérrez no concuerda con las imágenes difundidas por la procuraduría, donde se ve a los tres presuntos asesinos salir del edificio de Luz Saviñón, uno tras otro, en diferentes direcciones, a las 15:03 horas.

El 31 de julio a las 14:23 horas, Yesenia, Milena, Alejandra, Nadia y Rubén todavía estaban con vida. Los mensajes enviados desde sus teléfonos celulares así lo demuestran.

Inexplicablemente, todos esos mensajes no han sido integrados a la indagatoria, pese a que, al menos los de Rubén, son fundamentales para robustecer la línea de investigación sobre su trabajo como periodista.

Consumado el crimen, los presuntos autores materiales salen del departamento a las 15:02 horas. La cámara del C-4 captó su salida del edificio. Pacheco Gutiérrez lleva la maleta negra sobre ruedas. Omar caminó hacia la calle Doctor Barragán y Abraham subió al Mustang.

La PGJDF no ha mencionado nada sobre este segundo auto que utilizaron los presuntos homicidas.

Además, en la indagatoria se integró otro video del cual la PGJDF no ha dicho nada; en él se ven nítidamente los rostros de los presuntos criminales. Proviene de una cámara de una casa vecina. Según la Policía de Investigación, en la zona se contaron 14 aparatos de vigilancia, entre los policiacos y los de casas y negocios.

EL HALLAZGO

Hacia las 19:30 horas del 31 de julio, Esbeidy regresó de trabajar. Según su declaración ministerial, lo primero que llamó su atención fue que las luces del departamento estuvieran apagadas y la puerta estuviera cerrada, pero sin seguro.

Al entrar vio el desorden. En uno de los cuartos observó unos pies y encima un colchón, así como el cuerpo de una mujer con las manos amarradas hacia atrás. En la sala, pisadas de sangre que entraban y salían de una habitación.

Inmediatamente buscó ayuda: “Salí del departamento. Éste quedó bien cerrado, pero alcancé a escuchar el sonido de una puerta adentro, lo que me asustó más, pensando que alguien se podía encontrar adentro”.

La joven pidió auxilio a la encargada del salón de belleza contiguo al edificio. Llamó a la policía y a su novio. Éste llegó primero, acompañado de una patrulla que paró en la calle. Cuando Esbeidy y los uniformados subieron, encontraron abierta la puerta del departamento. Otro aspecto sobre el cual nada ha dicho la PGJDF.

La autoridad capitalina tampoco ha explicado cómo, en menos de una hora y sin hacer ruido, los agresores golpearon, sometieron, amarraron, torturaron y dieron el tiro de gracia a cinco personas.

INCONSISTENCIAS DE LA INVESTIGACIÓN

Karla Michelle Salas y David Peña Rodríguez, integrantes de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD), enumeran a Proceso algunas de las inconsistencias que encuentran en la investigación de la PGJDF.

Para empezar, dicen, en los seis tomos del expediente no han visto hasta ahora ninguna información relacionada con el móvil político.

Ellos mismos han tenido que acercar a la PGJDF una decena de testimonios de personas que conocían el trabajo de Espinosa y de Vera, sobre todo en cuanto a las amenazas que recibieron desde 2012; entre éstos se encuentran las declaraciones de Ernesto Ledesma Arronte, director del canal de televisión por internet Rompeviento, donde el pasado 9 de julio entrevistaron a Espinosa Becerril sobre su autoexilio en la Ciudad de México para evitar una agresión mayor a las que ya había padecido en Xalapa.

También le pidieron al procurador Rodolfo Ríos que llame a declarar a integrantes de la agrupación civil Defensoría y Estrategia Integrales para los Derechos Humanos y Territoriales (Deside). Algunas personas viajaron de Veracruz a México con ese propósito, pero al regresar comenzaron a sufrir hostigamiento. La PGJDF tampoco ha citado a colegas y ex compañeros de Rubén Espinosa.

Los abogados de la ANAD no entienden por qué la PGJDF ha tenido poco cuidado en preservar la escena del crimen al permitir que Esbeidy sacara sus pertenencias del departamento, y que el comandante en jefe, Gustavo Xavier González Ángeles, dejara su huella en la escena del crimen.

Asimismo refieren que el protocolo de feminicidio obliga a las autoridades capitalinas a rastrear todas las posibles denuncias que las víctimas hayan interpuesto antes de morir, cosa que no ha hecho porque el 22 de julio, nueve días antes de ser asesinada, Milena Virginia Martín demandó por despojo a la casera del departamento donde vivió antes de llegar al de la colonia Narvarte.

Sobre la tesis del robo como móvil del crimen, que la PGJDF se ha empeñado en alimentar, los litigantes aseguran que ésta se sostiene con alfileres porque la autoridad no ha determinado qué se robaron los asesinos.

El viernes 14, el procurador Rodolfo Ríos se reunió con familiares de las víctimas e informó que personal de la dependencia se trasladó a Veracruz para tomar declaraciones a funcionarios de esa entidad vinculados a las áreas de seguridad y derechos humanos.

(Reportaje que se publica en la revista Proceso 2024, ya en circulación)

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