La Administración Obama pone ahora en juego otra arma contra el espionaje por Internet: los tribunales norteamericanos. El Departamento de Justicia ha anunciado este lunes acusaciones criminales contra cinco altos militares del Ejército Popular de Liberación chino por participar en actividades de ciberespionaje. Es la primera vez que el EE UU inicia un proceso criminal en este ámbito contra responsables de otro país.
La acusación contra los militares chinos no se refiere a casos de ciberespionaje militar o de inteligencia. Los casos investigados por la Justicia norteamericana afectan al espionaje industrial y al robo de secretos comerciales de cinco empresas manufactureras y energéticas y un sindicato de EE UU. Supuestamente estas actividades chinas han provocado pérdidas millonarias para las empresas afectadas.
Entre las empresas espiadas se encuentra Westinghouse, Alcoa y United States Steel, gigantes de la energía nuclear, el aluminio y el acero respectivamente. El Departamento de Justicia acusa a China de robarles los secretos para el beneficio de los competidores chinos en estos sectores.
Aunque es improbable que los acusados acaben ante los tribunales de EE UU, la Administración Obama confía en que el hecho de nombrarles en la acusación y limitar su capacidad de movimiento ya tenga un efecto punitivo. EE UU y China carecen de un tratado de extradición.
“Estos robos del siglo XXI deben parar”, dijo, en una rueda de prensa en la sede del Departamento de Justicia, en Washington, David Hickton, fiscal del distrito occidental de Pensilvania, una región golpeada por la desindustrialización y sede algunas de las empresas espiadas. Hickton dijo que el robo vía Internet golpea en los trabajadores norteamericanos: la pérdida de ventaja competitiva, dijo, tiene un coste en términos de empleos y fábricas cerradas.
El titular de Justicia, el fiscal general Eric Holder, rechazó la acusación según el espionaje es una práctica extendida que todos los países utilizan. Las revelación, el año pasado, sobre la vasta red de vigilancia de la NSA han debilitado los argumentos de EE UU contra China.
“Nosotros no recolectamos inteligencia”, se defendió Holder en la rueda de prensa, “para proveer una ventaja competitiva a nuestra empresas”. Holder dijo que las acciones chinas “socavan la integridad” del libre mercado.
En febrero de 2013, Mandiant, una empresa privada del estado de Virginia, reveló que el origen de decenas de ciberataques a empresas de EE UU tenían su origen en un edificio en la ciudad china de Shanghai y en la unidad 61398 del Ejército Popular de Liberación.
La tensión por el espionaje industrial y la vulneración de la propiedad intelectual ha marcado durante años la relación entre EE UU y China, la potencia ascendente que, según una visión cada vez más extendida en Washington, amenaza la hegemonía económica norteamericana.
En paralelo, las acusaciones mutuas por ciberespionaje han abierto una especie de ciberguerra fría entre ambas potencias. El caso presentado el lunes por el Departamento de Justicia es el último episodio.