Por Sergio Negrete Cárdenas
No hay reversa en el gasolinazo. El mensaje del gobierno ha sido, en ese sentido, consistente. Pero obviamente la furia (que no irritación) popular seguirá. De por sí, los niveles de popularidad de Enrique Peña Nieto eran los más bajos de la historia. Es probable que sigan bajando, aunque ya no quede mucho margen para ello.
Las protestas y saqueos son el peligro de corto plazo, pero el gasolinazo de inicios de 2017, al que probablemente seguirán más en febrero y los meses inmediatos, puede alimentar varios peligrosos mitos con consecuencias graves en el futuro.
Mito 1: Los impuestos a la gasolina deben reducirse o anularse.
Muchas personas, y la gran mayoría de políticos que no pertenecen al PRI, tiene la solución simple al problema: quítenle impuestos a la gasolina para que baje el precio. Es sencillo, directo, y está al alcance del gobierno. Sin duda sería aprobado por aclamación en las cámaras legislativas.
Los partidarios de esa medida tienen unas siglas a flor de labios: IEPS a las gasolinas. Esto es, el impuesto especial de producción y servicios (que se carga también a otros productos, como es el alcohol, tabaco y bebidas azucaradas). Hay que anular el IEPS a los combustibles, o por lo menos reducirlo de forma drástica, argumentan. No hay duda que esta exigencia permanecerá en la mente de muchos. Margarita Zavala, quien dice que estará como panista o independiente en la boleta electoral presidencial de 2018, repite que los gobiernos del PAN nunca usaron la gasolina como fines recaudatorios.
Y ello es peligroso por una razón simple: el IEPS a la gasolina es un impuesto excelente, por tres razones:
- Es progresivo. Esto es, a medida que progresa el ingreso, se paga más. Quizá los ricos también lloran, o al menos gritan (basta ver al “Tuca” Ferreti con su Ferrari rojo), pero es difícil argumentar que no pueden pagar (es de suponerse que Ferreti no venderá su Ferrari para comprarse un Tsuru). Ciertamente, una persona de clase media (o media baja) con un coche viejo también será afectada, y mucho más. Pero el pobre pagará poco por el aumento. El gasolinazo afecta a todos, pero sobre todo a los que más pueden pagarlo sin chistar.
- Es ecológico (evidentemente).
- Es eficiente en materia tributaria. Fácil de recaudar (la bomba de gasolina como caja recaudadora de la Secretaría de Hacienda) e imposible de evadir (a menos que se adquiera gasolina robada).
Mito 2: Un subsidio a la gasolina es bueno para los pobres.
Por supuesto, si se argumenta que un impuesto es malo, la implicación es que un subsidio es bueno. Pero es un subsidio muy negativo, de entrada, porque beneficia más a los que más tienen (esto es, regresivo). El decil (10%) más rico de la población en México recibe casi el 40% del subsidio. (Gráfica 1)
¿Por qué entonces se subsidia la gasolina? Por buscar popularidad entre la ciudadanía, pues es algo que a todo el mundo le gusta. Y en el último tercio del sexenio de Vicente Fox y la totalidad del gobierno de Felipe Calderón hubo otra potente razón para ello: desactivar los ataques de Andrés Manuel López Obrador, precisamente quién acuñó (o al menos popularizó) la palabra “gasolinazo”. Ese afán de popularidad y rivalidad política costó caro. Entre el último año de Fox y el sexenio de Calderón, el subsidio ascendió a 710 mil millones de pesos (Gráfica 2)
Mito 3: La gasolina es parte de la canasta básica.
Un corolario peculiar del Mito # 2 es que muchas personas creen que la gasolina es parte de la canasta básica de bienes y servicios, y que por ello debe subsidiarse, o al menos venderse sin impuestos. No lo es.
Mito 4: México, país petrolero, por lo que gasolina debe ser barata.
Podría justificarse, ciertamente, que México es un productor de petróleo y sus habitantes deben de disfrutar de gasolina barata. Un problema es que el gobierno y Pemex se excedieron en esa generosidad. Eso explica en buena parte que la empresa prácticamente se encuentra en quiebra. Y, por supuesto, está el detalle que ese subsidio beneficia mucho más a los estratos con mayor riqueza de la población.
Por otra parte, la falta de inversión en refinerías ha llevado a una paradoja: México es un país productor de crudo, pero que importa más de la mitad del consumo de combustibles. La caída en la capacidad de refinación (notable durante 2016, ver Gráfica 3) en parte explica que la balanza comercial de productos petroleros sea, desde 2014, deficitaria. En muchos sentidos, México ya no es una potencia petrolera (Gráfica 4). El disparo en el precio nacional en 2017 en mucho se explica, precisamente, porque mucha gasolina se importa (y, evidentemente, no se paga en pesos, sino en dólares). (Gráfica 3)
Mito 5: La gasolina en México es cara a nivel mundial
La comparación constante, y más relevante, es con Estados Unidos. En el vecino al norte la gasolina tiene una carga de impuestos baja, y eso la hace también barata (aunque nunca subsidiada). Ciertamente, desde mediados de 2014 (cuando inició el desplome en los precios internacionales del crudo) la gasolina es más cara en México (Gráfica 5).
Mitos peligrosos
Los cinco mitos son muy peligrosos, puesto que pueden alimentar la reducción, o incluso eliminación, de un excelente impuesto, al tiempo que se reduce el ingreso público para beneficiar a los más ricos. Hasta el momento sólo se puede ser pesimista con respecto a la elección presidencial de 2018.
Fuente: Forbes