¿En qué medida está arraigada en el islam la ideología acogida por el Estado Isalámico que ha inspirado a tantos a luchar y morir?
Tres colegialas británicas que al parecer viajaron a Siria para casarse con milicianos. Tres muchachos jóvenes acusados en Nueva York de confabulación para incorporarse al grupo extremista Estado Islámico y lanzar ataques en territorio de Estados Unidos. Un miliciano londinense enmascarado que aparece en videos macabros que exhiben la decapitación de rehenes occidentales.
Son una muestra de la actitud de decenas de miles de musulmanes ansiosos por jurar lealtad al Estado Islámico. Unos 20.000 han llegado a los territorios de Irak y Siria donde el grupo ha proclamado lo que llama un “califato” gobernado por su versión brutal del islam ¿En qué medida está arraigada en el islam la ideología acogida por este grupo que ha inspirado a tantos a luchar y morir?
El presidente estadounidense Barack Obama ha insistido en que los milicianos empeñados en esta campaña brutal de decapitaciones, secuestros y esclavización “no son islámicos” y solo usan una apariencia del islam para sus propósitos. Los críticos argumentan que los extremistas están vinculados intrínsecamente con el islam. Otros insisten en que su ideología tiene poco y nada que ver con la religión.
El grupo se jacta de recrear las conquistas iniciales del profeta Mahoma y sus sucesores, pero en realidad su ideología es una visión virulenta propia que los mismos adherentes han elaborado escogiendo selectivamente de una tradición de siglos.
La gran mayoría de clérigos musulmanes dice que el grupo elige lo que le conviene del Corán y de las versiones sobre las acciones de Mahoma y de sus proverbios conocidos como Hadith y además de distorsionar muchos de los dichos, ignora todos los pasajes de los mismos textos que contradicen sus interpretaciones, según los expertos.
La afirmación del grupo de que adhiere a las profecías y ejemplos de Mahoma permite explicar el atractivo que tiene para muchos jóvenes musulmanes radicalizados dispuestos a incorporarse a sus filas. Al igual que la Alemania nazi evocó su pasado teutónico para inspirar a sus seguidores, la propaganda de Estado Islámico representa a sus guerreros como restauradores del califato y sostiene que el régimen islámico ideal solo es posible al costo de la sangre y de la guerra.
Sostiene que sus peores brutalidades -decapitar a los cautivos, capturar mujeres y niñas como esclavas sexuales, quemar vivo a un piloto jordano capturado- solo demuestran su “pureza” en lo que esgrimen como ejemplo de Mahoma. Esta afirmación asombra a la mayoría de los 1.600 millones de musulmanes en el mundo.
Los escritos de los clérigos e ideólogos del grupo y su revista en línea en inglés, Dabiq, desbordan de citas del Corán, el Hadith y las interpretaciones más intransigentes a lo largo de los siglos.
Sin embargo, esas citas suelen ser tomadas fuera de contexto, afirma Joas Wagemakers, profesor adjunto de estudios islámicos en la Universidad Radboud Nijmegen en Holanda, que se especializa en la ideología islámica militante.
Los eruditos musulmanes a lo largo de la historia han usado textos “de modo descontextualizado” para promover sus causas, dijo Wagemakers, pero el Estado Islámico va “mucho más allá. Representa el extremo”.
Es un error concluir que el extremismo del Estado Islámico es el “verdadero islam” proveniente del Corán y el Hadith, agregó.
Pese a que afirma lo contrario, el grupo extremista es mayormente político, producto de los conflictos en Siria e Irak, afirmó Khaled Abou El Fadi, un experto en derecho islámico en la Universidad de California en Los Angeles.
Agregó que el grupo trata de erigir a Dios como “co-conspirador de un proyecto genocida”.
Ahmed al-Dawoody, profesor adjunto en el Instituto de Estudios Mundiales Islámicos en la Universidad Zayed en Dubai, coincide con esa apreciación.
El fenómeno de tomar fuera de contexto los escritos religiosos “ha existido siempre”, afirmó. “No debemos conceder legitimidad alguna a quienes violan el islam, lo manipulan y hablan en su nombre. Esto no es terrorismo islámico sino terrorismo cometido por musulmanes”.
La mayoría de los clérigos dice que el grupo extremista no solamente malinterpreta los textos que cita, sino que a la vez ignora los versos coránicos y una gran cantidad de escritos religiosos que proclaman la piedad, la preservación de la vida y la protección de los inocentes y establecen las reglas de la guerra, todos ellos principios obligatorios según el derecho islámico o Sharia.
Muchos clérigos comparan el grupo a la antigua secta Khawarij, que era notoria por su concepto de “takfir”, o declarar herejes a otros musulmanes por cualquier desviación minúscula, que fue rechazada. El Estado Islámico rechaza esa comparación, pero toma muchos principios de las teorías de “takfir” desarrolladas por intransigentes en el siglo pasado.
Parte de las dificultades para contrarrestar la ideología del grupo es que los clérigos modernos se han visto en figurillas para elaborar una interpretación moderna coherente, especialmente de los versos coránicos referentes a las guerras de Mahoma con sus enemigos.
Los milicianos suelen mencionar el noveno capítulo del Corán, que incita a los musulmanes a “combatir a los politeístas dondequiera los encuentren” y subyugar a cristianos y judíos hasta que paguen un impuesto. Los clérigos moderados aclaran que esos versículos están vinculados a su época y señalan a su vez ostros versículos según los cuales la religión no debe forzarse.
Y aunque los clérigos moderados rechazan las interpretaciones del Estado Islámico, a veces aceptan los mismos dogmas. El jeque Ahmed el-Tayeb, gran imán de la institución de enseñanza Al-Azhar que abraza la versión suní del islam, denunció la muerte del piloto jordano quemado vivo como una violación del islam, pero exhortó a que los asesinos fueran objeto de los mismos castigos que el Estado Islámico prescribe para aquellos que “combaten el islam”: crucifixión, muerte o amputación de brazos y piernas.
Un clérigo del Estado Islámico, el jeque Hussein bin Mahmud, hizo una defensa encendida de las decapitaciones después de la muerte del periodista estadounidense James Foley.
“Quienes pervierten el islam no son aquellos que cortan la cabeza de los herejes y los aterrorizan”, escribió, “sino aquellos que quieren que el islam sea como Mandela o Gandhi, sin muertes, ni lucha, ni sangre, ni cuellos cercenados”.
El islam, escribió, es la religión “de la lucha, de las decapitaciones, del derramamiento de sangre”.
Fuente: AP