Más de 37 millones de ciudadanos españoles están convocados a las urnas este domingo, en una jornada electoral en la que se renovarán los 350 diputados del Congreso de los Diputados y los 208 del Senado. Serán unos comicios en los que se aspira a desbloquear la situación de parálisis política que vive el país desde hace al menos un par de años por las diferencias irreconciliables entre los dos bloques de izquierda y derecha.
En Cataluña se vivió una jornada de movilizaciones festivas, pacíficas, con reiterados llamados a mantener la presión popular hasta la “liberación de los presos políticos, el regreso de los exiliados y la independencia”.
Mientras, en el resto del país se preparan las papeletas y los colegios electorales para celebrar las segundas elecciones generales en menos de siete meses.
En Cataluña fue una jornada atípica de reflexión, con numerosos actos simbólicos de protesta, con poca gente pero en un ambiente reivindicativo y festivo. En Barcelona, donde se llevó a cabo el acto central que a lo largo de la tarde y hasta bien entrada la noche acudieron a la Plaza de la Universidad para escuchar los discursos de los dirigentes separatistas, así como la música de los grupos que se fueron alternando y que reiteraban los mensajes por los que fueron convocados.
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El gobierno español, presidido por el socialista Pedro Sánchez, activó un potente dispositivo de seguridad en todo el país, con un nivel de alerta cuatro de seguridad -el máximo es de cinco y que se utiliza en situaciones excepcionales de ataques de carácter terrorista-, con un operativo especial en Cataluña, para lo que movilizaron hasta 12 mil agentes policiales para garantizar que no haya disturbios en los colegios electorales y los votantes puedan ejercer su derecho.
El propio mandatario español encabezó desde Madrid un comité de seguimiento de la situación en Cataluña, con el que se puso de nuevo de manifiesto que la principal preocupación de la mayoría de las fuerzas políticas españolas es la incidencia que puedan tener las movilizaciones y potenciales disturbios por parte del movimiento independentista en los resultados finales de los comicios.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, explicó que el dispositivo “será el adecuado” en todas las comunidades autónomas, si bien en Cataluña se reconoció que hay una situación excepcional a raíz de las movilizaciones de protesta por la sentencia del Tribunal Supremo (TS) que condenó a penas de hasta 13 años de prisión a algunos de los líderes independentistas que llevaron a cabo la declaración unilateral fallida de independencia de octubre de 2017.
Desde el gobierno español se informó además que de los más de 37 millones de votantes convocados a las urnas, más de dos millones 100 mil residen en el extranjero y aseguraron que garantizarían que podrían ejercer su derecho al voto, a pesar de los numerosos problemas que se están registrando en embajadas y consulados de todo el mundo, que ha impedido votar a miles de personas.
Discreta movilización en Cataluña
“Ya lo dijo Juan Negrín, resistir o morir”, le dijo Carles, un anciano curtido en luchas antifranquistas a un grupo de jóvenes que iniciaron hace más de una semana una acampada de protesta en la Plaza de la Universidad. Ahí mantienen su campamento, a pesar de las divisiones y hasta fracturas de los últimos días con las juventudes de dos partidos políticos -Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y CUP-.
“Y resistiremos hasta el final, hasta que liberen a nuestros presos políticos y regresen los exiliados”, le respondía Enric, un joven de 18 años que permanece acampando desde el principio y que siempre enarbola su bandera independentista como su motor de vida. “No daremos un paso atrás hasta alcanzar la liberación de nuestro pueblo”, insistía el joven, que después del intercambio de palabras con el grupo de personas mayores se encerró en una carpa donde iban a celebrar una asamblea secreta para decidir la estrategia de los próximos días.
En Cataluña, mientras tanto, la plataforma Tsunami Democrático organizó hasta 300 actos de protesta, la mayoría simbólicos, con poca gente y de escasa duración -como el cierre de una carretera secundaria durante una media hora-. El acto central de la protesta se llevó a cabo en Barcelona, donde hubo hasta siete mil personas que acudieron a lo largo de la tarde alrededor del escenario, donde hubo conciertos y discursos.
Al final de la noche, un grupo de no más de 200 jóvenes intentaron romper el cerco judicial con el que se blindó la Jefatura Superior de Policía, en el que hubo algunos momentos de tensión, pero sin que se registraran enfrentamientos.
Fuente: La Jornada