Escándalos de corrupción golpean a gobiernos de presidentas

0

Las presidentas Cristina Fernández, de Argentina; Dilma Rousseff, de Brasil, y Michelle Bachelet, de Chile, ostentan el poder por méritos propios, pero ahora están inmersas en problemas vinculados a la corrupción.

Son madres, fueron esposas y las tres son presidentas reconocidas y con un amplio historial político, pero tienen un problema en común: la corrupción, o al menos la imagen de ella.

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, la de Brasil, Dilma Rousseff, y la de Chile, Michelle Bachelet, cuentan con el apoyo de muchos ciudadanos, pero también con el repudio de un amplio sector.

Y es que, esas mujeres que cumplen con su rol de madre y aparte conviven a diario con cientos de personas que siguen sus logros, actualmente están en el ojo del huracán por escándalos vinculados con tráfico de influencias y desvíos de fondos.

“Las tres tienen una trayectoria profesional y política muy importante. No llegaron al poder por ningún pago de cuota, llegaron ahí porque cuentan con las herramientas necesarias (para desempeñar el cargo)”, destacó en entrevista con Excélsior el doctor Mario Torrico, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) México.

Son solamente diez las mujeres que han sido máximas jefas de Estado en América Latina, y se debe dejar claro que “las mujeres no son ni menos inteligentes, ni menos capaces que los hombres para tomar decisiones. Es un proceso típico de la democratización de las sociedades”, afirmó Torrico.

El hijo incómodo de Bachelet

La primera presidenta de Chile, Michelle Bachelet, quien afirma que su gran prioridad es trabajar por una nación más justa y equitativa, enfrenta las denuncias de uso de información privilegiada y tráfico de influencias que caen sobre su hijo.

Aunque Bachelet reconoció que “como madre y presidenta han sido momentos difíciles y dolorosos”, salió al paso de la polémica negando estar al tanto de la reunión que tuvo su hijo, Sebastián Dávalos, con el vicepresidente de uno de los principales bancos de ese país, lo que le permitió a su esposa acceder a un millonario crédito para la compra de terrenos.

Mientras Bachelet estaba de vacaciones cuando estalló el escándalo que terminó con la renuncia de su hijo al cargo de director de organizaciones socioculturales de su gobierno.

Previamente, la revista Qué Pasa reveló que la esposa de Dávalos, Natalia Compagnon, obtuvo un crédito por diez millones de dólares por parte del Banco de Chile para la compra del terreno.

Verónica Michelle, hija del general de la Fuerza Área, Alberto Bachelet y de la antropóloga Ángela Jería, vivió en carne propia la caída del gobierno chileno en la década de los 70 y sufrió las torturas de la dictadura de Augusto Pinochet.

Bachelet estudió Medicina y fue testigo del bombardeo al palacio presidencial de La Moneda, que daba fin al régimen constitucional de Salvador Allende.

Ella y su madre fueron detenidas por la Dirección de Inteligencia Nacional y, tras ser liberadas, se exiliaron en Australia, donde contrajo matrimonio, por primera vez, con el arquitecto chileno Jorge Dávalos, con quien tuvo dos hijos: Sebastián y Francisca. Años más tarde, ya separada de su primer marido (el divorcio fue legal en Chile hasta el año de 2005), volvió a mantener una relación sentimental con el médico Aníbal Henríquez, con quien tuvo una hija, Sofía Henríquez, y de quien se separó posteriormente.

Fue ministra de Salud de Chile, ministra de Defensa Nacional, directora de ONU Mujeres y presidenta pro tempore de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur).

Pero ahora su hijo Sebastián es quien le hizo ver su suerte, justo cuando gobierna un país aún dolido por las heridas que dejó la dictadura.

“Había hace tiempo esta idea romántica de que a través de las mujeres se iba a dignificar la política y es una idea un poco ingenua. El mundo de la política funciona de formas poco transparentes y es algo que van a enfrentar todas las mujeres que lleguen a ocupar altos cargos”, afirmó Torrico.

Dilma, atorada por el petróleo

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, no se queda atrás y, a ojos de especialistas, es la que enfrenta el escándalo más grave.

Pues, aunque no será investigada por presunta implicación en un caso de corrupción en la petrolera Petrobras que sacude al país desde hace meses, cada vez son más las personas que le exigen explicaciones por el desvío de fondos.

En la lista de 54 presuntos implicados en la trama que el procurador general Rodrigo Janot entregó al Tribunal Supremo para que se inicien investigaciones, se incluía también un pedido para archivar la investigación sobre la mandataria.

El motivo que dio Janot para pedir que se archiven las investigaciones, según publicó el diario Estado de Sao Paulo, es que a un presidente sólo se le puede investigar por irregularidades cometidas durante su ejercicio en la jefatura de Estado, mientras que las citaciones estarían referidas al periodo entre 2003 y 2010, cuando Dilma era ministra de la Casa Civil y también presidenta del Consejo de Administración de Petrobras.

La operación, también conocida como “Lava Jato” (lavado rápido), investiga el desvío de entre diez mil y 20 mil millones de reales (entre tres mil y seis mil millones de euros) de Petrobras mediante adjudicaciones de obras públicas con empresas constructoras, cuyos empresarios, como los políticos implicados y los responsables de la petrolera, recibían “mordidas” de los precios acordados en los proyectos.

Hace años, Petrobras era considerada la joya de Brasil; Rousseff la calificaba como “el gran pasaporte para el futuro del país”, pero ahora está envuelta en un caso de corrupción que causó la indignación de miles de brasileños que en 2014, durante el Mundial de Futbol, salieron a manifestarse en contra del gobierno y causaron disturbios, exigiendo la renuncia de la mandataria.

Las protestas en Latinoamérica son fundamentales para que siga el proceso de democracia, consideró Torrico. “No hay democracia en el mundo sin la protesta callejera”, afirmó.

“Hay muchas preguntas alrededor de si la justicia es neutral o no, y lo que nos recuerdan (estos casos) es que por mucho que sean mujeres que hayan incurrido en esto, finalmente son políticos y tampoco son distintos a los políticos anteriores”, señaló el investigador de la Flacso.

El 1 de enero de 2011 Rousseff tomó posesión como la primera mujer presidenta de un país con muchos pendientes, al que ofrecía la continuidad, reforzada en lo social, de un modelo de crecimiento sostenible e inclusivo.

En 2014 asumió su segundo mandato, pero éste está marcado por la protesta social.

Rousseff fue una guerrillera, estuvo en la cárcel y logró establecer nuevos objetivos en la disidencia. Es una economista que ocupó el cargo de ministra de Energía con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. Dio clases universitarias. Se divorció dos veces y tiene una hija.

Cristina, entre lujos y crimen

Para la mandataria argentina, Cristina Fernández, el panorama no es rosa. Su popularidad está en declive y el supuesto encubrimiento de los autores del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en 1994, hizo que en estas semanas la aceptación popular que tiene cayera y se desbordara en medio de protestas opositoras.

La denuncia del fiscal Alberto Nisman, avalando la tesis de que Fernández fabricó la inocencia de los imputados iraníes por el atentado que dejó 85 muertos sacude el país, pues se trata de un hecho insólito, de consecuencias políticas y sociales de gran alcance.

El fiscal Nisman, quien investigaba el caso, fue encontrado muerto en su departamento cuatro días después de haber denunciado a la mandataria argentina, quien niega las acusaciones en su contra.

Aunque la Presidenta acuse un intento de difamación, miles de argentinos exigen justicia. Sin embargo, la denuncia ya fue impugnada por un tribunal que no halló fundamentos para la misma. En tanto, la familia del fiscal contrató a peritos que concluyeron esta semana que la muerte de Nisman no fue un suicidio sino un asesinato.

Otro problema la afecta: haber colocado a sus familiares en la nómina de la sociedad Hotesur, dueña del hotel Alto Calafate, de la que Cristina es accionista.

Fernández, viuda del expresidente Néstor Kirchner, ha sido comparada siempre con su marido, quien gobernó una Argentina golpeada económicamente. Ella es atacada por sus lujos y nunca se le verá con una joya sencilla o de bajo costo.

Se le ha relacionado con el juez español Baltasar Garzón. Es una abogada, fue diputada, senadora y es madre de dos hijos que siempre están implicados en polémicas.

El investigador de Flacso consideró que “naturalmente a las mujeres les cuesta más (la aceptación como jefas de Estado), porque son menos en el mundo de la política, los aspectos culturales van en contra y cuando llegan a puestos importantes se les presiona mucho; cuando una mujer se equivoca es juzgada más severamente que un hombre”.

Tres mujeres fuertes, de trayectoria política reconocible, pero golpeadas por la percepción de corrupción.

Fuente: Excélsior

Comments are closed.