Épica batalla en EU por la Suprema Corte

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Una épica batalla política comenzó en Washington este domingo después de que Antonin Scalia, magistrado de la Suprema Corte, muriera y los republicanos en el Senado dijeran que se rehusarían a actuar sobre cualquier nominación para el Tribunal Superior realizada por el presidente Barack Obama. Sin embargo la Casa Blanca prometió tener un nominado en unas semanas.

Muchos senadores republicanos declararon que apoyan firmemente la posición del líder de la mayoría Mitch McConell de Kentucky, en el sentido que la vacante no debería llenarse hasta después de la elección presidencial, negándole con esto a Obama la oportunidad de reconfigurar el carácter ideológico de la Corte justo en el último año de su segundo mandato presidencial.

“No creo que algún nominado sea confirmado”, dijo el senador republicano por Utah Mike Lee, quien es parte del Comité Judicial encargado de evaluar cualquier nominación. “Supongo que eso significa cero audiencias”, añadió. Los senadores Ted Cruz de Texas y Marco Rubio de Florida, ambos contendientes republicanos para la Presidencia, respaldaron esta postura en sus presentaciones en televisión.

A pesar de la resistencia tan fuerte, la Casa Blanca seguía hacia adelante pero advirtió que Obama no anunciaría inmediatamente su candidato para la Corte.

“Dado que el Senado se encuentra actualmente en receso, no creemos que el presidente se apresure a nominar a alguien esta semana, pero lo hará cuando el Senado regrese”, dijo Eric Shchultz, vocero sustituto de la Casa Blanca.

Los funcionarios de la Administración no daban una idea específica de cuándo ocurriría la nominación, pero un funcionario de alto rango señaló que en los dos casos anteriores de nominaciones a la Suprema Corte, de las jueces Sonia Sotomayor y Elena Kagan, Obama se había tardado aproximadamente 30 días a partir de que sus antecesores anunciaban su renuncia a la Corte. Obama enfrenta muchas cosas a considerar para su nominación.

“Como dijo el presidente, él toma su responsabilidad constitucional muy seriamente y realizará esta nominación en tiempo y forma”, dijo Shultz.

La postura de ni siquiera considerar una nominación pone a los republicanos en el Senado en una posición políticamente riesgosa de desafiar al presidente respecto a una vacante de la Corte que es crucial en pleno calor de la campaña presidencial, mientras que por otro lado tratan de mantener la mayoría en el Senado.

Los demócratas rápidamente atacaron a los republicanos argumentando que rehusarse a tener una audiencia equivaldría a un indignante acto de obstruccionismo. También predijeron que un revés del público, particularmente en los estados no bien definidos donde los republicanos necesitan ganar para mantener el control del Senado, podría eventualmente lograr un cambio de opinión por parte de McConnell.

“Creo que por lo menos hay un 50 por ciento de probabilidad de que la votación interna republicana ejerza presión sobre McConell y lo obligue a dar marcha atrás, para que al menos tengan la audiencia y emitan un voto”, declaró el senador demócrata por Nueva York, Chuck Schumer, el demócrata número 3 en el Senado y miembro del Comité Judicial.

Otros demócratas remataron con más críticas a los republicanos, incluyendo la senadora demócrata por Massachusetts Elizabeth Warren, quien publicó en Twitter “Abandonar sus obligaciones en el Senado también probaría que toda la perorata republicana acerca de amar la Constitución es sólo eso: palabras huecas”.

Algunos activistas y grupos de intereses rápidamente entraron a la contienda del Senado. “Nunca había escuchado que tantas organizaciones del Distrito of Columbia y de fuera estuvieran preocupadas y deseosas de participar en una campaña”, dijo Nan Aron, presidente de la organización izquierdista Alianza por la Justicia. “Esto es totalmente distinto de cualquier otra cosa del pasado. La energía y el miedo son palpables”, agregó.

Al realizar su nominación, Obama podría escoger a una versión liberal de Scalia, lo que entusiasmaría a los demócratas, pero prácticamente aseguraría que los republicanos obstruyeran la nominación en el Senado. En vez de eso podría nominar a un moderado, alguien que haya hecho carrera como fiscal o abogado corporativo, con muy pocos antecedentes de guerras de cultura, lo que incrementaría la presión sobre los republicanos para permitir un voto.

Sin embargo, esto podría presentar otros problemas. Si Obama deja pasar la oportunidad de meter a un liberal, en favor de alguien que ha representado los intereses de corporaciones, podría traer críticas muy duras de la izquierda. El peligro no es solamente que se reduzca el apoyo a los demócratas de los votantes potenciales, sino enturbiar la elección primaria demócrata.

Fuente: The New York Times

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